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Y se hizo la luz

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Y se hizo la luz
La Escuela de Caminos de Granada y la Fundación Sevillana-Endesa organizan una muestra sobre 130 años del nacimiento de la electricidad

ENERGÍA. Un viejo transformador de corriente de la muestra.

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LÁMPARAS construidas por Edison (el genio que impulsó la presencia de la electricidad en las poblaciones), la primera lavadora fabricada en España, contadores de corriente por medio de agua de principios del siglo XX, o aparatos que efectuaban descargas eléctricas utilizadas como terapias para enfermos mentales. Hasta cien piezas tecnológicas se pueden contemplar, desde hoy hasta el próximo 22 de mayo, en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Granada, en la exposición Conoce la Ingeniería, 130 años de historia de la electricidad, fecha que se conmemora este año, y que tuvo sus inicios allá por 1874.

Antonio Espín, profesor de Ingeniería de Caminos, es uno de los organizadores. En su opinión, la exposición pretende reflejar «cómo ha evolucionado la Ingeniería Eléctrica y su vinculación con la sociedad civil, destacando la unión que posee con el campo de la Ingeniería de Caminos, a través de la generación de corriente eléctrica y como elemento para la evolución de la iluminación».

Fotografías y pantanos

Espín, que impartirá la conferencia La Ingeniería Eléctrica vista desde la iluminación, destaca las fotografías que explican la evolución de la ingeniería, a la hora de construir grandes presas, así como un aparato de 1932 llamado megger, que lo utilizaban los médicos para dar descargas eléctricas a enfermos mentales, o las primeras lámparas que fabricó la compañía Edison, con filamentos de algodón de carbono, de entre 1880 y 1900. Algunas de ellas siguen funcionando como el primer día.

Como curiosidad, el profesor Espín señala una lámpara de arco voltaico del año 1900 que va a electricidad, que todavía sigue en pie, y que se empleaba para alumbrado público. Este mecanismo obtiene luz mediante dos arcos de dos electrodos de carbono. Otro de los ingenios es el sincronoscopio, que sirve para conectar las fases de corriente alterna entre distintas máquinas o redes, cuyo correcto funcionamiento se comprobaba a través de bombillas que debían tener la misma intensidad.

Este último invento, que se hizo en España, se utilizó en las líneas de mayor tensión de Europa hasta ese momento. En fotografías se puede comprobar el proceso de instalación de los cables de alta tensión subterráneos en los puntos más altos de Europa, para llevarlos hasta el pico del Veleta en la década de los sesenta.

Un ordenador incómodo

También se puede observar un rectificador de mercurio de 1920. Con él se cambiaba de alterna a continua o viceversa la tensión eléctrica. Otros son el primer tubo fluorescente que fabricó la General Electric, un contador que funcionaba a base de unas monedas especiales o una placa a base de un ordenador de cien kilobites del tamaño de media mesa.

Para Antonio Espín, la mayor contribución que ha deparado la electricidad es la iluminación «sin lugar a dudas, porque ha hecho trasladar la vida ciudadana tanto al día como a la noche y tener una calidad social, humana y afectiva fundamentales».

La electricidad ha supuesto una modificación de las costumbres sociales sin precedentes. «Ahora, si nos damos cuenta, parece que es una cosa muy sencilla, pero llegamos a casa y ponemos cualquier electrodoméstico, tocamos un simple interruptor y creemos que viene como por arte de magia. Sin embargo, ese acto es producto de muchas líneas de trabajo e investigación y podríamos pensar qué sería la sociedad sin la energía eléctrica», afirma Espín.

Andalucía, pionera

Andalucía fue en su momento, junto con Cataluña, pionera en el desarrollo industrial y, dentro de éste, de la energía eléctrica. Sin embargo, la falta de poder económico que respaldaba estas iniciativas hizo que esta situación de ventaja desapareciera. Actualmente, Andalucía arrastra un déficit en este campo. Para reimpulsar el escaso sector industrial en la comunidad autónoma, Espín considera que se tienen que implicar más, tanto las escuelas de ingenieros y los centros de investigación, como las empresas y los poderes públicos, que deben ir de la mano, para ponerse a la altura de la Europa avanzada.

La exposición la organiza la Escuela de Caminos junto con la Fundación Sevillana-Endesa, que ha aportado gran parte del material, además de la inestimable ayuda de Miguel Giménez Yanguas.
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