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«Vivimos el fin de la civilización»
El escritor José Saramago responde a Borja Bot y Carmen Muñoz, dos especialistas en su obra, acerca de cuestiones sobre su concepto del mundo y de la literatura
JUAN LUIS TAPIA //FOTOS: GONZÁLEZ MOLERO / GRANADA
«Vivimos el fin de la civilización»
El Nobel de Literatura José Saramago a su llegada al Salón de Actos de Arquitectura Técnica.
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PROGRAMA PARA HOY
F Presentación: A las 12 horas, en el Palacio de los Condes de Gabia, será presentado el Festival Siete Soles, Siete Lunas.
F Mesa redonda: A las 19.30 horas, en el Salón de Actos de Arquitectura Técnica, Los narradores cuentan, con la participación de Fernando Delgado, Joao de Mela, Seatiel Alatriste y José Saramago. Modera el acto Ángela Olalla.
«Las mujeres para el hombre son opacas, y nosotros transparentes»
SOMOS los últimos descendientes de la Ilustración», afirmó un pesimista José Saramago durante una de las sesiones de la semana dedicada a su figura por la Universidad de Granada. Los especialistas en la obra del Nobel luso Carmen Muñoz y Borja Bot fueron los encargados de interrogar al escritor sobre diferentes aspectos de su obra y pensamiento, en un acto que estuvo moderado por la profesora Ángela Olalla. Saramago desglosó no sólo su especial concepción de la novela, sino su idea, siempre pesimista, del mundo. «Vivimos el fin de la civilización», sentenció al ser preguntado por Borja Bot sobre el futuro de la sociedad. «Somos el puente -añadió- de una orilla difícil de imaginar». El autor de El Evangelio, según Jesucristo animó a no pensar en el futuro, «sino en el día de mañana». «Sólo aspiro a hacer mi trabajo», comentó.
Democracia
«¿Esto que vivimos es una democracia? No, no lo es, y ese es el problema más gordo de la sociedad actual», indicó Saramago. El literato señaló que «no hay democracia en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Mundial, y donde no hay derechos humanos, porque sin derechos humanos no hay democracia, y sin democracia no hay derechos humanos, y esto no acabará nunca».
El Nobel cree que «hay que iluminar todos los escenarios con la palabra utopía, porque es lo que hoy necesitamos». En cuanto a su misión, a ese trabajo diario que lleva a cabo, pretende que sus «novelas sean un espacio de reflexión, y nada más, un espacio para hacer pensar».
En otro momento de la sesión de preguntas a Saramago se le interrogó sobre la objetividad o subjetividad de sus novelas, de su implicación social. En este sentido indicó que «la objetividad no existe, porque no puede ser cuantificada, medida, y todo en el mundo es subjetivo e ideológico, porque no hay otra forma de vivir del ser humano, porque el ser humano no puede vivir fuera de su subjetividad». En este sentido indicó que «se puede decir de todo sobre mi obra menos que soy neutro». Saramago afirmó: «Soy un ensayista que no sabe escribir ensayos y por eso escribe novelas». En este discurso sobre la objetividad, señaló que «los escritores no podemos competir con la realidad fantasmal de las pantallas de televisión y eso me obliga a bucear en la realidad de la sociedad, a ir a la profundidad de las cosas». Reconoció que en sus novelas lo que persigue es plasmar «las preocupaciones actuales».
La alegoría
En cuanto al taller literario del autor de Ensayo sobre la ceguera, destacó su uso de la alegoría como forma de expresar esas preocupaciones por el mundo. «Todas mis novelas parten de un imposible, como que la Península se separe del continente, o que todo el mundo se quede ciego, o que la caverna de Platón se encuentre bajo un centro comercial, y es imposible que la muerte sea intermitente», comentó. «Con estas alegorías -añadió- estoy tratando de decir lo que me preocupa en el mundo, porque vivimos en un momento en el que para entender bien las cosas hay que decirlas de otra forma». Respecto a esa forma dijo que consiste en «iluminar las cosas con una luz que resalte el relieve, ir más allá de la superficie de las cosas».
El uso de las mayúsculas ha ido desapareciendo de las obras del portugués, «porque quiero ir a lo elemental, a lo que está más allá de la norma». Tampoco usa nombres propios y sus personajes son del tipo de la mujer de las gafas oscuras en Ensayo sobre la ceguera. «Lo que me importa es que el personaje vaya añadiendo datos de conjunto que conforma una personalidad a lo largo de la novela», explicó.
La palabra
Su manía hacia el uso de la mayúscula no significa que esté contra la norma ortográfica. «Las faltas de ortografía son una plaga que afecta hasta al ámbito de la Universidad», denunció. Invitó a respetar la palabra, «porque al igual que un obrero limpia y cuida de sus herramientas, el escritor debe saber usar bien el lenguaje, cuidar la palabra».
Alertó sobre la pérdida de las palabras y el abuso de la onomatopeya, que incluso se utiliza para expresar los sentimientos, y «si no sabemos expresar los sentimientos, los perderemos», concluyó el Nobel portugués.
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