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Virgen María y vírgenes (JOSÉ RICO IRLES/CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA)

– Virgen María y vírgenes
JOSÉ RICO IRLES/CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

HACE muy pocos días salió un artículo en el que las vírgenes, y en especial la Virgen María, o no eran vírgenes o se calificaba de absurda la virginidad. Precisamente en estos días preciosos en los que en el Rocío se canta el Dios te salve María, llena eres de Gracia.

Bendita sea la Virgen María, la Madre de Dios. Fue Virgen y concibió a Jesús, hijo de Dios. ¿Es que Dios no pudo hacer esto para que su hijo viniera al mundo? «Pudo hacerlo; quiso hacerlo y lo hizo» dicen los teólogos. Crear una madre Virgen para su Hijo. Y no es esto ningún menoscabo para la maternidad ni para el sexo de los humanos. Ahí está el sexo en el mundo. En los animales (entre los que nos incluimos) para que la especie humana se reproduzca. Y en la especie humana, además, para el perfeccionamiento mutuo y para solaz en el amor. No hay contradicción entre una cosa y otra.

Y con respecto a la virginidad, la castidad o el celibato, la Iglesia concibe este gesto (que es totalmente voluntario) como una renuncia a ese acto de reproducción que es tan placentero. Y gracias a ello, multitud de sacerdotes y de monjas repartidos por el mundo renuncian a su familia particular y se entregan a todas las demás familias para así tener menos lazos próximos y más entrega a los demás. Recuerdo que en la ya lejana guerra del Congo (allá por los años 60) leía en un periódico alemán (el Süddeutsche Zeitung) que cuando sobrevino la anarquía, el caos y las matanzas, los misioneros y misioneras católicos no dejaron su sitio y se quedaron en sus respectivas misiones. No tenían familia directa que proteger (cónyuge, hijos). Allí se quedaron. Y las de clausura, que dedican su vida a rezar por todos, por los más necesitados, por toda la humanidad. Benditas sean y gracias por su labor.

Por todo ello yo quisiera añadir a una hermosa carta que un universitario acaba de enviar, mi afecto, mi cariño y mi devoción a la Virgen María. Y mi agradecimiento a las religiosas que han dedicado su vida a la oración y a la atención a los necesitados. Gracias a la Virgen María por su presencia en la historia; y gracias a los sacerdotes y religiosas que con su celibato honran a la humanidad.

Y recordar como complemento a figuras grandiosas de nuestros días: Edith Stein, de origen judío (conocedora de la Ley Antigua), filósofa y discípula del prof. Husserl (Göttingen, Alemania), que profesó religiosa carmelita y murió después en un campo de concentración por su origen judío. O respecto a los milagros, remitirme tan solo al famoso libro Viaje a Lourdes, de Alexis Carrell, uno de los introductores de los trasplantes que hoy se realizan en medicina. Ellos, y muchos más eran universitarios y de primera fila. Y creyeron en la Virgen María y en los milagros.
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