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Velis nolis

OPINIÓN
TRIBUNA
Velis nolis
EMEDIOS MURILLO/MUJERES POR GRANADA
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NO, queridos lectores jóvenes, no he perdido la cabeza aunque ya peine canas. Esto que leéis arriba, no es un mensaje criptográfico de esos que vosotros enviáis a través de los móviles, es una locución latina usada por nuestro idioma y su significado es categórico y rotundo: quieras o no quieras. Hago uso de esta locución, antes de que algún intelectual de nuevo cuño se empecine en convencernos -y hasta lo consiga- de que nuestro idioma no es de origen románico. Porque al parecer, actualmente la historia puede reescribirse a gusto o conveniencia Y, mira por donde, quieran o no quieran (velis nolis) esta lengua nuestra es de origen latino, tan ciertamente, como que nuestra Europa, vieja y renqueante, es de origen cristiano y no podría entenderse sin los bárbaros convertidos al cristianismo por los monjes, sin el Papa y sin Carlomagno, que descubrió en ese cristianismo el nexo más fuerte para su imperio. De ahí que cuando veo a los Morancos, a Loquillo o a Los del Río convertidos en símbolos europeístas ya no sé a que nos están invitando, si a una unidad supranacional o a una verbena de barrio. A la gente de la farándula nunca se les tomó en serio. Lo suyo es el espectáculo.

Lo que pasa es que estamos celebrando demasiadas ceremonias de confusión, alentadas por intereses muchas veces inconfesables, sin darnos cuenta de que para un ser de origen indiscutiblemente evolutivo, como somos los seres humanos, es de crucial importancia el asentar su caminar de hoy en lo que fueron los pasos que ayer dieron los que le precedieron. Los olvidos son siempre lagunas en las que corremos el riesgo de perder el rastro. Por ejemplo ¿cómo encajamos en las nuevas fiestas de invierno a esos tres señores vestidos de reyes que traen regalos? ¿ o el Himno a la Alegría de Miguel Ríos, con un Cubo de fondo, pero sin conexión con la Novena Sinfonía, ni con Beethoven? Creo que estamos dejando perder demasiados eslabones importantes de esa cadena que lejos de apresarnos e inmovilizarnos al pasado se convierte en un cordón umbilical que es un libro abierto a la vida, a la historia y a la sabiduría. Y lo curioso es que observamos en nuestra sociedad un ansia de volver a las raíces, un retorno a los ancestros e incluso una vuelta a aquellas costumbres del pueblo y de la tierra de donde cada uno procede. Y existe todo un mercado importante de utensilios antiguos, de discos de vinilo, de celuloide rancio o de libros descatalogados, por no hablar del éxito del turismo rural, con su fuego de chimeneas, el olor a pan caliente o a castañas asás.

Aunque a los lectores pueda parecerles mentira, yo solo pretendía, en esta ocasión, hablar del Hospital de S. Juan de Dios, pero esa maravilla que son las conexiones de nuestro cerebro me ha hecho perderme en divagaciones, buscando allí donde los haya ejemplos de coherencia. Cuando leí hace ya varios meses unas declaraciones del presidente de la Diputación, señor Caler, en las que dejaba entrever que había conversaciones con la orden de S. Juan de Dios para salvaguardar la joya histórica que es el edificio del Hospital, dándole un uso asistencial en las partes no nobles del edificio y un uso cultural a los patios considerados monumentales, pensé en el gran acierto de este político cuya decisión suponía conservar en cierto modo la voluntad del pueblo de Granada que allá por la mitad del s. XVI volcó sus arcas en los bolsillos del divino loco. Los granadinos, herederos de aquellos otros, siguen teniendo ese apego a aquella obra generosa que aún redime muchas miserias y muchas soledades, en una sociedad más moderna, más rica, pero con innumerables carencias y necesidades en alza.

Volis nolis, ( quieran o no quieran) ese edificio respira por todos sus poros una historia concreta. En su portada aparece la figura sedente de S. Juan de Dios, su frase, ¿Quién hace bien para sí mismo? esculpida en piedra y hasta la capacha y el cayado con los que recorría las calles de Granada. Si alguien, de cualquier parte del mundo (la orden ya está hasta en China), pasa por su puerta, reconocerá con sólo levantar la vista la historia inicial, los orígenes del edificio. Y aquí viene la pregunta que me inquieta ¿Qué relación coherente puede establecerse entre estos patios, estos muros, este Oratorio de Duque Cornejo y una colección de cuadros de pintura contemporánea?

¿Qué o quienes han lanzado esta peregrina idea para a un edificio que se está desmoronando a ojos vistas? Y otra pregunta ¿Por qué si la Diputación tiene fondos para cuidarlo, no lo ha hecho hasta ahora? ¿ Por qué se han dejado perder frescos y estucos? Esta ruina solo es justificable ante las inmensas necesidades, de todo tipo que presentan las carreteras y los pueblos de nuestra provincia y a los que la Diputación ha de atender en primer lugar. Por el contrario, Mujeres por Granada, estamos informadas de que la Orden Hospitalaria ya tiene en su poder los dos o tres mil millones de las antiguas pesetas que serían necesarios para las obras y que les han sido regaladas por un generoso señor de Huéscar (cuyo nombre no recuerdo) que se los ha dejado en herencia.

Confío en la sensatez de los Diputados para primar la primera opción, no con ánimo de privilegiar a una Orden religiosa, sino como medio seguro de que el monumento no pierda su rico pasado y en un tiempo récord luzca restaurado y al servicio de Granada, tanto en su vertiente asistencial, como en actividades culturales coherentes con su devenir histórico.

Los criterios museísticos han evolucionado tanto en los últimos años que muchos de nuestros Museos no resistirían un profundo análisis. De hecho la propia Universidad de Granada realiza unos completísimos Master para Licenciados, porque exponer arte es algo más que colgar cuadros en espacios y muros. Ciertamente, los artísticos patios del edificio al que nos referimos, con sus claustros del siglo XVI no serían el universo adecuado para unos lienzos de Pérez Villalta, Guerrero, Ismael de la Serna o Manuel Ángeles Ortiz.

Si, con sensibilidad artística encomiable, nuestro actual Delegado de Cultura, Señor Pérez Tapias no consideraba adecuadas al entorno las farolas de los Jardines del Triunfo -criterio que compartimos-, esperamos que, en aras de esa misma sensibilidad, aconseje a los Diputados que un cuadro de Rodríguez-Acosta, Perejaume o Juan Uslé no son el contenido adecuado para este contenedor que habla de pasado. La modernidad tiene su propio lenguaje.

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