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Unidos en la misma causa

– Unidos en la misma causa.

Inmigrantes de distintos países que aprenden español y conocen sus derechos gracias al Proyecto Mirlo de Cáritas celebran juntos la Navidad.

HACE tres meses que comenzaron el nuevo curso y ya empieza a notar grandes avances en el aprendizaje del español, aunque cada uno en su nivel. Vienen de países como Marruecos, Senegal, Portugal, China y Ucrania y son los alumnos que integran el Proyecto Mirlo de la asociación benéfica Cáritas, inmigrantes que acuden cada día a clase para conocer el idioma y también para saber cuáles son sus derechos en la legislación actual.

Y como hacen todos los centros educativos en esta época, ellos también celebraron su particular fiesta de Navidad, un emotivo encuentro de personas procedentes de diferentes países, cada una con su cultura, pero todas unidas por una misma causa: el aprendizaje del castellano como herramienta principal para desenvolverse en la sociedad de este país al que han venido en busca de una vida mejor.

Victoriano Gómez es el coordinador del Proyecto Mirlo, en funcionamiento desde hace nueve años, y explica que «actualmente existen diez grupos de siete u ocho alumnos, y todos ellos muestran una gran inquietud por aprender, lo que resulta muy beneficioso para ellos y muy gratificante para los voluntarios que prestan su ayuda de forma desinteresada».

Cariño y esperanza

Y es que todos los que forman parte de este plan se sienten muy agradecidos. Omar lleva más de un año en España y cinco meses acudiendo al centro de Cáritas. Es de Senegal y ayer dio las gracias a todos los que hacen posible que personas como él se sientan apoyados fuera de casa: «Estoy muy contento, avanzamos muy rápido gracias a los métodos de enseñanza de los voluntarios. Existe muy buena relación entre todos los que estamos aquí y esto hace posible que aprendamos unos de otros», dijo emocionado.

En este proyecto de Cáritas también hay alumnos que, a pesar de llevar bastante tiempo en Granada, siguen asistiendo a las clases. Esta es la situación de Valentina, una ucraniana que llegó hace cinco años y que dice sentir la «necesidad de continuar aprendiendo y de no perder el contacto con personas que le ofrecen tanto ánimo y esperanza para seguir adelante».

Y esas personas son todos los voluntarios que integran el cuerpo docente, alumnos de la Universidad de Granada y profesores jubilados que han decidido dedicar parte de su vida a ayudar a los más necesitados. Es el caso de Javier, un documentalista de 27 años que lleva tres colaborando con este proyecto: «Llegué aquí por casualidad y la verdad es que es un trabajo muy gratificante a pesar de no recibir ninguna compensación económica», explica este joven que es uno de los profesores más queridos.

Y para todos los que hacen posible que este proyecto siga adelante, ayer fue un día grande. Durante la fiesta, todas las culturas convivieron en un mismo espacio y los alumnos recibieron ilusionados un regalo con motivo de la Navidad. Después disfrutaron de una comida con platos muy variados procedentes de las gastronomías típicas de cada país.

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