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Una Ruta para alzar el vuelo

Una Ruta para alzar el vuelo
Jóvenes de todo el mundo recorren Iberoamérica y España en un viaje guiado por el rumbo del pájaro quetzal, una experiencia inolvidable que marcará sus vidas Entre los afortunados expedicionarios hay una granadina y dos chicas jienenses
CLARA GARCÍA //FOTOS: JOSÉ LUIS CUESTA / GRANADA

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NADA maravilloso es eterno, salvo en el recuerdo. Los 320 chicos que participan este año en la Ruta Quetzal BBVA quizá no sean aún conscientes del hito que marcará en su existencia la aventura que están viviendo. Han viajado a Belice, Guatemala y Méjico (Yucatán), y ahora recorrerán las tierras de Navarra y Castilla-León hasta el sábado 29 de julio.

Durante un mes y medio les dará tiempo a amar, llorar, odiar y reír. Hacer amigos para siempre y amores (uno o varios) que perecerán con el verano. Son mil millones las experiencias que se amalgaman en sus mentes y que se quedarán grabadas en sus adolescentes corazones como en la piedra, de por vida.

El bizarro aventurero «vasconavarro» de 74 años, Miguel de la Quadra-Salcedo, dirige esta expedición, en la que participan chavales de 53 países, -Europa, EE UU y Suramérica-. Todos hablan castellano. La mayoría procede de España, pero posiblemente los más representativos y los que viven una experiencia más enriquecedora son los que partieron de América del Sur, de comunidades indígenas o de pueblos deprimidos que ni siquiera aparecen en los mapas.

Josué Roberto Xicay tiene 17 años y forma parte de una Escuela Taller de Guatemala. Tuvo que salir del colegio «por problemas familiares», pero en este centro de Formación Profesional aprende labores de albañilería o costura. Él quiere ser arquitecto y gracias a la Ruta Quetzal ha conocido el mar, la nieve y un sinfín de lugares, personas y datos que intenta almacenar con ahínco en su cabeza. Josué imagina la cara que van a poner sus amigos del pueblo cuando les enseñe las fotos de las pirámides mayas de Tikal, la furiosa lava de los volcanes guatemaltecos, las paradisíacas playas de Cayo Caulker (Belice) o las verdes sendas de los valles navarros.

El chico guatemalteco desciende diligente sin perder la sonrisa desde la cumbre de la Mesa de los Tres Reyes, a 2.400 metros de altura, tras once horas de caminata. La coronación del pico que encumbra los pirineos navarros y que se hallaba entre los reinos de Navarra, Aragón y Francia no ha sido fácil, pero, al final, casi toda la expedición Quetzal ha podido disfrutar de sus espectaculares vistas: 200 de los 320 integrantes.

Y es que los ruteros son quinceañeros cuanto menos especiales. Han realizado concienzudos trabajos sobre la Historia de España e Iberoamérica, ya sean literarios, plásticos, históricos o musicales, y tienen una avidez por atrapar nuevos conocimientos un tanto inusual en los chicos de su generación. Este año el tema del concurso versaba sobre las selvas de la serpiente emplumada y los seleccionados conocieron in situ las bondades de la civilización maya, entre otros muchos lugares.

Así, este viaje iniciático no se limita a la diversión, la aventura y la buena compañía. Los jóvenes asisten a centenares de conferencias. Luchando contra el cansancio de sus párpados escuchan a profesores universitarios, especialistas o párrocos que les revelan nuevos datos sobre aquellos temas que ellos han estudiado en casa.

La esencia andaluza

Irene Navarro es la única expedicionaria granadina de la Ruta. A sus 15 años es una chica todoterreno. Se remanga las camisetas talla XXL del uniforme a la moda más estival, no se pierde una caminata y además asegura entre risas que se esperaba algo aún más duro de esto de la Ruta Quetzal. «Por ahora ésta es la mejor experiencia de mi vida», confiesa la estudiante de un Instituto del Albaicín. Lo mejor: la gente; lo peor: la gran aventura toca su fin.

José Carlos Contreras, de 32 años, nació también en la ciudad de la Alhambra. Él participa en la 20 edición de esta programa como monitor. Sus tablas en el colegio de los maristas y su afición al montañismo le han valido de sobra para pastorear a los más de 300 chavales de la expedición. Se ha ganado el respeto y el afecto de jóvenes y monitores porque todos saben que pueden contar siempre con él. Confidente, amigo y responsable.

Ester y Marta son jienenses, de Úbeda y Linares respectivamente. Ester cumplió 17 años en la Ruta y nunca pensó que su investigación sobre el calendario maya le fuera a reportar tan gratificante regalo. «Los mayas contaban del 0 al 20 y utilizaban los dedos de las manos y de los pies», explica. La rutera hace hincapié entre suspiros en lo maravilloso que está siendo esta vivencia: «Aprendemos tanto, vemos tantas cosas y hacemos tan buenos compañeros…».

Marta Garrido, por su parte, centró su estudio en los viajes que hizo Cristóbal Colón después de muerto. Habló con profesores de la Universidad de Granada y consiguió libros y documentos antiguos que seguían la pista del féretro del insigne descubridor. «Unos piensan que está enterrado junto a su hermano y su hijo en Santo Domingo, mientras que otros defienden que sus restos están en la catedral de Sevilla».

Marta sólo apunta las opciones, no zanja la cuestión y espera paciente las conclusiones de la investigación del profesor Lorente. Ella comenta que fue su padre quien le animó a unirse a este singular periplo. «Estoy cumpliendo su sueño», reconoce.
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