GRANADA
Un profesor diseña un nuevo sistema que predice mejor el daño en edificios ante seísmos
El novedoso modelo ha sido promovido por un docente de la UGR y es de especial interés para inmuebles de antes de 1974
A. G. PARRA/GRANADA
Un profesor diseña un nuevo sistema que predice mejor el daño en edificios ante seísmos
CONSTRUCCIÓN. Vista de un disipador de energía, básico en el nuevo modelo ideado en la UGR. /IDEAL
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar
Publicidad
Granada conoce muy bien los efectos de los terremotos. Sus vecinos los han padecido en primera persona y han visto a lo largo de la Historia como sus edificios se venían al suelo. Ahora, una investigación, realizada en el departamento de Mecánica de Estructuras de la Universidad de Granada (UGR), arroja interesantes novedades sobre el comportamiento de inmuebles ante un seísmo y permitiría un respiro a las gentes que pudieran verse afectadas. Proponen un nuevo sistema que permitirá predecir mejor el comportamiento de edificios antiguos sometidos a terremotos.
Es un nuevo modelo de daño que servirá para evaluar la fatiga y anticipar la rotura en componentes estructurales de acero frente a fuerzas sísmicas. El sistema de daño es de especial interés para edificios construidos antes de 1974, año en que se publicó la primera norma que obliga a los arquitectos a preparar sus construcciones frente a movimientos sísmicos.
El estudio
Ante la pregunta de ¿qué ocurriría si un terremoto de gran magnitud sacudiera la Península Ibérica? Y la respuesta, es probable que muchos edificios construidos antes del 1974 -año en que se publicó la norma sísmica PDS-74, que obliga a los arquitectos a preparar sus construcciones frente a los movimientos sísmicos-, e incluso después colapsarían, es decir, no sobrevivirían al terremoto, o sufrirían daños tan importantes que obligaría a derribarlos por completo. El profesor Amadeo Benavent Climent, del departamento de Mecánica de Estructuras e Ingeniería Hidráulica de la Universidad granadina, ha ideado un nuevo modelo de daño que servirá para determinar la resistencia sísmica de estas construcciones, esto es, qué cantidad de energía serían capaces de absorber y disipar sin derrumbarse.
El novedoso modelo de daño propuesto por el investigador de la UGR viene a mejorar el de Park y Ang, dos autoridades en la materia a nivel mundial, inicialmente aplicable a estructuras de hormigón armado y extendido después a estructuras de acero. La principal aportación del nuevo modelo, según explica la institución universitaria en un comunicado es que la proximidad a la rotura del componente estructural no se hace depender de la deformación máxima y de la energía total disipada -como es el caso del modelo de Park y Ang- sino de cómo se consume esta energía.
Los resultados de esta investigación han sido publicados recientemente en la revista Earthquake Engineering and Structural Dynamics, una de las publicaciones «más importantes a nivel mundial» en el área de la ingeniería sísmica. El enorme interés del modelo diseñado por Benavent Climent es que podrá aplicarse a los disipadores de energía de acero, unos dispositivos especiales también llamados fusibles sísmicos que se instalan en las estructuras de hormigón o de acero, y que evitan que los pilares y las vigas sufran daños importantes en caso de terremoto.
El uso de este novedoso sistema permitiría reforzar la estructura de los edificios construidos antes de 1974 -cuyo diseño no contempló la resistencia sísmica-, y entre 1974 y 1994, cuyo proyecto sísmico no exigía ductilidad. El profesor de la UGR apunta que la energía que un edificio es capaz de absorber y disipar depende en buena parte de su ductilidad, es decir, de la habilidad que tienen sus componentes para deformarse plásticamente antes de llegar a romperse. «La primera norma que obliga a emplear soluciones constructivas dúctiles es del año 1994. Al hablar de soluciones, nos referimos no sólo a materiales dúctiles, sino a que su disposición también lo sea».
El uso de los disipadores de energía está muy extendido en Japón, Estados Unidos y algunos países europeos, pero no ocurre lo mismo en España, donde apenas están empezando a emplearse. «Dado que se trata de un sistema no muy caro y muy eficaz para proteger los edificios ante posibles terremotos, el futuro de las estructuras arquitectónicas pasará inevitablemente por ellos», advierte el profesor Benavent .
Descargar