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Un humorista ‘ilustrado’

Un humorista ilustrado
Forges analiza desde sus viñetas los problemas de la ciudad en las jornadas Humor y Medio Ambiente de la Universidad de Granada
MARÍA RUIZ //FOTO: GONZÁLEZ MOLERO / GRANADA

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SE presentó puntual, con cara de hombre serio y remangado para batallar contra el cañón de imagen que impedía que las enormes narices de sus dibujos encontraran hueco en la pantalla. Antonio Fraguas, más conocido como Forges, se plantó en el Carmen de la Victoria para reírse con toda la seriedad del mundo de los problemas medioambientales que padece la sociedad actual.

La Universidad de Granada se ríe de las obras, el ritmo de urbanización de espacios protegidos y la contaminación acústica. Pero lo hace desde unas jornadas reflexivas -Humor y Medio Ambiente- lideradas magistralmente por Forges. El humorista gráfico llenó un salón pequeñito y aprovechó la intimidad de un público limitado para rascar una carcajada tras otra. Empezó bien, chantajeando a los asistentes con un regalo valiosísimo.

Agarró su móvil, miró a los presentes y ofreció la primera sorpresa: «Sé que no es una hora muy buena para hacer este tipo de reuniones porque exige escaquearse del trabajo o de los follones diarios. Para compensar, les voy a dar el teléfono de Alierta, el presidente de Telefónica. Apunten, que es el de verdad, y siempre que tengan un problema podrán llamarle para quejarse directamente al jefe». Después de pedir encarecidamente discreción con esas nueve cifras, «que luego comunica», empezó el espectáculo.

Madrastra naturaleza

La primera piedra en la frente. O mejor dicho, en el camino. En Gran Vía, en Constitución y en un largo etcétera de calles granadinas. El humorista gráfico comenzó su particular análisis ambiental con una viñeta en la que aparecía una silueta de Madrid, el nombre de la capital tachado y una corrección: Obrápolis. «Esto mismo, con la silueta de la Alhambra, se convierte en Granada. Hay ciudades en las que resulta imposible vivir, repletas de obras, en las que lo único que cambia es la marca de la grúa que levanta las calles», apuntó Forges.

El ilustrador gráfico considera que la sociedad pretende «cargarse a la madre naturaleza, «pero es más bien una madrastra que lo único que pretende es que, al final, todos seamos piedra». Antonio Fragua utilizó sus viñetas para conducir una conversación abierta en la que él exponía y el resto de interlocutores se limitaba a reír. No hizo falta más.

Forges se considera una persona mayor y teme a los aviones desde que una vez perdió un vuelo que terminó estrellándose. «Cuando logré llegar a casa en tren, al entrar mi madre se desmayó como si viera a un fantasma. Ya pensaba la mujer que me había muerto. Entre eso, y la T4 de Madrid, he decidido volar poco».

El humorista analizó, además, la pérdida de la ecología mental. «Se trata de eso que hace que el español tenga una frase que no se puede traducir a ningún otro idioma. Se trata del no, si ya verás tú como…. No se puede traducir al francés, ni al inglés ni al italiano. En España, si tienes que ir al taller a por el coche el jueves, la sueltas, porque sabes que no va a estar preparado por mucho que te dijeran. Los ingleses o franceses no la conocen porque cuando van, el coche está listo. Los italianos, porque nunca van el jueves, lo dejan para otro día». Desde este punto, Forges abandonó las preocupaciones ambientales para recordar las diarias, las de convivencia, la dificultad para comprarse una casa o soportar a la pareja. «Muchas veces utilizo dibujos en los que la mujer mira al hombre tumbado en el sofá. Pienso que, para nosotros, el sofá es como el seno materno, pero abierto», apuntó. Fraguas hizo bien su trabajo, el de hacer sonreír, porque ofreció otra mirada cotidiana, cómplice con el mundo pero sorprendente para los asistentes.

«Los hombres roncamos. Todos lo hacemos mientras ellas se quejan. Pero las mujeres tienen gran habilidad para imitar el ruido del helicóptero mientras duermen», reprochó. No se trata de contaminación acústica, al menos no sin exageraciones, pero sirvió para tintar de humor los problemas reales.

Narices

Antonio Fraguas se divierte con los dibujos que hace Forges, como si no fueran la misma persona. «Ya lo dice mi mujer. Cuando me escucha reír dice a mis hijos: Ya está vuestro padre dibujando o leyendo El Quijote. En la vida hay que reírse con los problemas que todos tenemos, sin más».

El paso de Forges por el Carmen de la Victoria no solucionó ningún problema ambiental pero su humor hizo la mañana más llevadera. «No hemos llegado a ninguna conclusión… ni falta que hace», reconoció Forges. «Que cada uno piense lo que hace y se asombre. Que piense que se puede hacer distinto cada día para que el mundo sea diferente y que se ría». Y analiza los problemas con un gran olfato humorístico, «por eso mis dibujos tiene mucha nariz». Y sin más, cerró la sesión como la abrió, con carcajadas.
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