– Un disco sin etiquetas.
Manuel Comesaña se rodea de músicos granadinos en El baile de los vencejos, que tiene tres nominaciones a los Premios de la Academia
MUCHA gente me pregunta qué tipo de música encierra El baile de los vencejos y noto con frecuencia una pequeña decepción al no obtener una respuesta concreta. Siempre respondo lo mismo: no tengo la más remota idea», se disculpa Manuel Comesaña. Una vez que se ha escuchado este disco la pregunta está de más, porque lo importante es la fuerte sensación que transmite la música de Comesaña, un compositor innovador y alejado de cualquier estereotipo.
El título del disco está inspirado en el vuelo de los vencejos sobre el tejado de su ático madrileño, un baile que Comesaña ha llevado a la partitura de una forma tan original como el comportamiento de estos animales curiosos «que nunca paran, jamás se posan, llegan con la primavera y se marchan con el calor salvaje, es todo un espectáculo verlos».
Nominado a los Premios de la Academia de la Música en las modalidades mejor álbum de fusión, mejor técnico de sonido y mejor productor, en El baile de los vencejos han participado músicos granadinos. Gabriel Delgado (violonchelo) es profesor en el Conservatorio Superior de Granada, dirige la Orquesta de Cámara de la Universidad de Granada y la Joven Orquesta de Granada.
La violinista Mariela Comesaña, hermana del compositor, es profesora en el Conservatorio Profesional de Granada e integrante del quinteto de cuerda y piano Concorda.
Por último, Donald Lyons (viola) también toca en la formación Concorda, así como en la Orquesta Ciudad de Granada. El resultado es un trabajo mágico que no puede etiquetarse. «Romántico, descriptivo, banda sonora de una película inexistente, pop, sinfónico, minimalista al final lo que prevalece es un criterio estético determinado y una búsqueda de la música que a mí me gustaría escuchar», subraya el compositor.
El tema que da título al disco ha sido la séptima canción más vendida en iTunes (www.itunes.com). Otros de los temas pertenecientes al álbum son Dalle, una canción llena de emoción y poco previsible e irónica; A las puertas del mar, comprometida con los inmigrantes que llegan en patera a nuestro país o Tango un muñeco, dedicado a su hijo Andrés, «una música que me surgió en forma de tango», dice Comesaña. «Supongo que el primer hijo de cualquier compositor lleva bajo el brazo un tema, porque yo no había pensado nunca en hacer un tango y ahí estaba es el tema que más esfuerzo supuso para todo el mundo. Mi agradecimiento a Jennifer Prado (piano), Ricardo Lewis (viola) y Adrián Rodríguez (violonchelo)».
El objetivo último de este trabajo es el placer sensorial. «No sé si lo he logrado, pero lo he intentado con todas mis fuerzas», asegura el compositor.
Guitarra rota
Manuel Comesaña nació en Vigo en 1959 y su primera guitarra se la rompió su primo Julito en la cabeza cuando tenía seis años. «Este no fue motivo suficiente para truncar mi vocación musical, y a los 10 años formaba parte de una caótica rondalla y un coro de voces angelicales un poquito desordenadas», recuerda. A los 14 años ya estaba en Madrid, completamente metido en el mundo de la música. Más tarde empezó a trabajar en el Estudio 1 de Prado del Rey en las músicas que se hacían para el programa Los mundos de Yupi, a lo que siguieron muchos cortometrajes. «La música para cine es la que más me gusta», asegura Comesaña.
«Dibujos animados, medleys y algún tema para discográficas, publicidad, sintonías y cortinillas para distintas televisiones y unos cuantos trabajos más me sirvieron para mejorar mi equipo y aprender». Finalmente produjo su propio disco, El baile de los vencejos con temas compuestos en la más absoluta libertad porque no reflejan estilos, ni estructuras, ni formas.
«Reflejan lo que a mí, melómano empedernido, me gustaría escuchar».