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Un año de la muerte del profesor Jesús Cabo Torres

CARTAS
Un año de la muerte del profesor Jesús Cabo Torres
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Sr. Director de IDEAL: Cuando va a cumplirse un año del último viaje de D. Jesús Cabo Torres, me parece oportuno rememorar algunos aspectos de su personalidad que, probablemente, hayan quedado difuminados en los diversos homenajes que justamente le ha tributado la Universidad (su Universidad) de Granada.

Don Jesús fue director a lo largo de toda una promoción del Colegio Mayor Fray Luis. Y, en ese ámbito, coincidimos un numeroso grupo de estudiantes que allí complementábamos nuestra formación universitaria. Y fue allí donde, dentro de una convivencia entrañable y, a veces, tumultuosa nos dejó grabados una serie de conceptos que se reflejan en el espejo cotidiano de su ejemplo.

Su sentido no justiciero de la justicia, su honradez sin moralina, su increíble capacidad de trabajo que enlazaba el día con la noche sin solución de continuidad. Su inagotable capacidad de entusiasmo por tantas grandes y pequeñas cosas que nos trasmitía permanentemente. Su respeto a cualquier ideología de las que entonces fermentaban en la comunidad universitaria y su capacidad de entrega, sin fisuras, al sentido de la amistad de la que fuimos tributarios sus buenos y, al final, viejos amigos.

Entre estas coordenadas, se enmarcaba la rica personalidad de Don Jesús en la que, sin lugar a dudas, se enraízan los mejores valores de nuestra formación universitaria. Su vida naufragó, víctima de la imprevisión y la ligereza, año y medio antes de hundirse en nuestro recuerdo. No le falló el corazón que siguió prodigando ternura entre sonrisas y llanto, ni su fecunda inteligencia, incapaz ya de gobernar un cuerpo desbaratado.

Durante estos meses horribles fue su ultima lección de generosidad y de espíritu de superación y lucha por evitar lo inevitable. Le enterramos en Madrid, en su Madrid, acompañado de sus amigos ausentes: D. Tarsicio y el Profesor Fraile; y los siempre presentes: Luis Rodríguez Viña, Guillermo Tena, Ángel Villar, José Jiménez en la distancia, numerosos discípulos y yo mismo, formando piña en torno a su familia. Todos con el ánimo roto y el frío propio de las grandes ausencias.

Finalmente, quiero, a modo de despedida, dirigirme a él en los siguientes términos:

«Querido Jesús, yo no quiero que tu recuerdo languidezca entre las orlas de todas las promociones de las que fuiste Maestro. Ni que tu nombre se enfríe en las letras de mármol de un supuesto mausoleo de hombres ilustres. Quiero que tu corazón perviva entre todos los que estuvimos cerca y, sobre todo, cercanos a ti. Y si, como imagino, te encuentras en tu particular paraíso, te deseo la paz, pero no el excesivo descanso, porque todavía nos eres necesario, y como dicen estos versos, familiares para todos. Aún… Tenemos que hablar de muchas cosas,/compañero del alma, compañero

Sergio García Pérez, Jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Puerta del Mar. Cádiz.

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