TRIBUNA ABIERTA
El aulario de San Jerónimo
MANUEL E. OROZCO REDONDO/LUCÍA RIVAS
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NO es fácil aceptar que la Universidad granadina y sus representantes se mueven en los mismos parámetros de utilidad y falta de sentido de lo general que los constructores y gestores del espacio de esta Granada que, como avergonzada, va escondiendo sus espacios abiertos y sus monumentos de las miradas atónitas de los granadinos y de los visitantes. ¿Será esta la idea de la modernidad de nuestros representantes universitarios y de los políticos que lo consienten? Granada está repleta de monumentos y de espacios bellos, pero cada vez es más difícil saber en dónde están, pues desaparecen de las miradas ante el avance de edificios y casas, a cual más vulgar; de la actual gestión, surge una ciudad mediocre, que esconde su historia y sus perspectivas, mientras no fomenta nuevos espacios bellos en donde la historia, la naturaleza y la ciudad se articulen o se toleren bien; esto sería dar calidad y sentido artísticos. Da pena, pero es como si Granada estuviera en manos de sus enemigos, pues no sólo sus prohombres más ilustres y ricos no se gastan un euro ni están dejando, al estilo de los antiguos, palacios, grandes obras o recuerdos de un arte que, desde luego existe, pero que sus gestores ocultan, no promueven ni construyen. Basta ver lo que nuestras sagaces autoridades han realizado en el revoltillo de edificios, sin sentido estético alguno, que conocemos como Parque de las Ciencias; o ver lo que se ha edificado al lado de uno de los pocos edificios con sentido de modernidad y estilos, el de La General, a este edificio le han crecido, no nuevos y más bellos edificios de nuestro tiempo, sino casas de colores al estilo de los pitufos televisivos y que empobrecen un espacio nuevo, en donde la funcionalidad debería unirse con la calidad y el paisaje.
No tenemos remedio, pues ahora, y para nos ser menos, la Universidad va a destrozar un nuevo espacio: el que rodea al Monasterio de San Jerónimo en la Plaza Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, frente a Fuente Nueva. Así, al estilo del desarrollo de los osarios en los cementerios, está surgiendo un nuevo aulario para dar cabida a los alumnos de Derecho, que bien podían alquilar algunos pisos para estos menesteres u ocupar los cientos de despachos vacíos y aulas escasamente ocupadas a lo largo del día por la muchas facultades que esta ciudad tiene. No; tienen que irse a San Jerónimo y tapar, esconder y aislar al monumento renacentista de las miradas de los paseantes y los conductores que por allí pasan. ¿Quién diseña los espacios? De lo comprobado podemos decir que son producto de la improvisación, de la ignorancia y de los intereses.
De nada sirve el ejemplo, por otro lado muy cercano, que dio uno de los buenos alcaldes que ha tenido esta ciudad, D. Manuel Sola, que se vio y se las deseó para evitar que, en lo que hoy es la Plaza del Triunfo -llena de vegetación, espacios abiertos y con su fuente y todo- fuera otro conjunto de casas de pisos iguales de feos, en donde las ropas colgadas en los balcones fueran las únicas que contemplaran el magnifico edificio del Hospital Real. Yo no sé en qué piensan estas autoridades, pero sorprenden sus decisiones y sus compromisos con esta ciudad y lo que deben ser sus objetivos primordiales: preservar sus espacios, sus perspectivas y monumentos, para que esta ciudad siga siendo una referencia, al menos, de lo que ha sido, ya que, a la vista está, no será una referencia en el futuro, por la mediocridad en la que ha caído y a la que sus prohombres la están llevando ante su enorme cicatería y escaso sentido del mecenazgo de los que pueden. No comprendo en qué se gastarán el dinero los que podrían y deberían ser sus mecenas, al estilo de las antiguas familias de Granada que, con sus deseos y visión de Granada, han dejado esta ciudad llena de palacios, conventos, iglesias y barrios con sentido. Nada de esto están haciendo las nuevas familias de la actual burguesía, que, perdida en su incapacidad para entender su papel dominante y hegemónico, se pasa la vida eludiendo sus obligaciones con la ciudad, pues es incapaz de articular a un grupo de artistas y creadores que promuevan una ciudad que preserve su historia, pero que también sepa gestionar un bello futuro para esta ciudad. No es por criticar ni querer molestar a nadie, pero habría que ponerse de acuerdo con eso de la modernidad y el futuro que queremos para Granada y comprometer a las fuerzas vivas, si es que las hay, en esta empresa. Lo que se está haciendo no deja, cuando menos, de ser vulgar, mediocre y de escasa calidad. He escrito que habría que cambiar el modelo de elección o de nuestros gestores. Es necesario comenzar a elegir alcaldes capaces de atraer a artistas que nos ofrezcan buenos proyectos y diseños de calles, espacios, edificios, casas, etc., pero, sobre todo, que sepan gestionar bien y con sentido estético y de funcionalidad el espacio público. No es por nada, pero se podría haber hecho algo más integrado, más bello y menos vulgar que lo que se ha hecho en el Parque García Lorca y con otros muchos espacios que están surgiendo sin que participen firmas y técnicos de prestigio, tal como parece que se está haciendo con el diseño de este espacio que rodea a San Jerónimo. Ahora se habla de construir un edificio en la plaza de la Romanilla o en otro lugar para albergar el nuevo espacio dedicado a Federico García Lorca cuando hay tantos bellos palacios, que dan testimonio de lo que fue esta ciudad y que hoy están en ruinas, pero que podrían adecuarse para ser sede y testimonio de un autor que quiso venir a Granada para sentirse seguro con su familia y sus amigos, pero que encontró la muerte entre tantos hombres ofuscados de odio, miedo, estupidez, envidias, intereses y mediocridad a la que se pudo llegar en aquellos días y que, tal y como están las cosas, no acabamos de enterrar y, lo que es peor, superar, pues no avanzamos, sino que retrocedemos y nos acercamos, otra vez, a aquellos tiempos convulsos de desprecio por las obras de arte, por la vida, en donde florecieron las tensiones ideológicas y las utopías que iban contra la ley de la gravedad.
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