Testigos de la violencia en Palestina
Universitarios palestinos, que están en la UGR, cuentan cómo viven el conflicto con Israel y «la mala situación de sus familias»
No han vivido ni un sólo día sin que estuvieran bajo el velo del conflicto. Abdelrahman Abuimara nació en Gaza y ha sido testigo de primera línea de las dos intifadas y ahora está en Granada, es estudiante de doctorado en la Escuela de Informática de la Universidad de Granada (UGR), aunque sus pensamientos están en Gaza. Allí vive su familia. El viernes hacía tres días que no hablaba con ellos y estaba nervioso. Su casa familiar ha sido «destrozada» y sus padres y hermanos al igual que el resto de personas no tienen donde refugiarse.
Bassam Banat, que está haciendo una estancia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UGR, tiene a su familia en el campamento de Arroub -está a una hora y media de Gaza-, pero tampoco está tranquilo. «Una amiga mía está allí y por la agresión brutal de los israelíes ha sido llevada a una escuela que está protegida por la ONU. Aún así viven una situación muy mala porque no tienen agua, comida, calefacción…», cuenta. Su familia al igual que la de Abdelrahman Abuimara es originaria de la ciudad de Jaffa, pero «ahora ésta forma parte de Israel».
Bassam Banat estudió en la Universidad de Belén. Después hizo el máster en la Universidad de Bierzit y también tiene un diploma de Australia. Estudió porque sacó una de las mejores diez notas de toda Palestina -tiene un 9,4-. Le dieron una beca y después ha trabajado con la ONU y sido profesor en la Universidad de Belén. En todos estos años ha sido encarcelado dos veces y vivido situaciones «muy duras».
Cuenta que en el campamento de Arroub, donde vive él y su familia, están muy estrechos y no hay espacio. Además, recuerda como en varias ocasiones las gentes de su campamento «se han enfrentado a los israelíes para luchar porque queremos volver a nuestras ciudades».
La masacre en una mezquita de Hebrón en 1994, el caso del niño Alaa Mahfonsh de catorce años que en 2001 fue alcanzado por los disparos israelíes y estuvo ocho meses en coma y otros muchos casos más que han aparecido en los medios de comunicación, Banat los ha vivido personalmente. Al entierro del niño de catorce años fue y después también se manifestaron. «Nunca olvidaré las lágrimas de sus padres y de sus hermanos».
Al igual que esa historia ha vivido otras tantas. En 1996 fue arrestado, según cuenta en Jerusalén porque «fui sin el permiso». Estuvo encarcelado quince días. En el año 2000 le apresaron otros cinco días «después de insultarnos y pegarnos». Según explica iban en un coche de la ONU y le apresaron a él y a otros cinco miembros de esta organización. «No nos libraron hasta que vino un alto cargo de la ONU en Jerusalén», destaca.
Ante todas estas situaciones y una muy especial, que dice que no olvidará nunca, que fue cuando entraron en su casa, en el campamento, cuarenta soldados israelíes para arrestar a su hermano Majed, este palestino no se muestra muy esperanzado en que se termine el conflicto. Para él para que eso sea posible, el pueblo israelí debe irse y dejar libres a los palestinos. Piensa que «los israelíes son los agresores. Estaban en Europa y se fueron a ocupar nuestras tierras», dice mientras echa la culpa al Reino Unido.
Ante esta situación este joven investigador, que ahora está en la UGR con una beca del programa \’Peace\’, «que firmó el rector Francisco González Lodeiro», manda un mensaje: «Es para todo el mundo para que presione a Israel y a los que están a su lado (EE UU). Y para acabar con la ocupación de los israelíes porque con los años de ocupación que llevamos ya es suficiente. Ya hemos sufrido mucho a nivel económico, social, político…».
Por eso, este joven que ha impartido conferencias e intervenido en foros de Australia, Alemania, Bélgica, entre otros países, insiste en que la solución a este conflicto -a los bombardeos de estos días y a la situación general que enfrenta a israelíes y palestinos- es «acabar con la ocupación por parte de los israelíes sobre Palestina y devolvernos nuestros derechos legales».
Con referencias a diferentes hechos históricos como las intifadas, declaraciones de los políticos israelíes y palestinos y los muchos problemas que tienen para moverse porque hay muchos controles, Banat contesta a los que critican a Hamás. «Todo el mundo habla de democracia, pues Hamás fue elegido por el pueblo palestino en 2005. Eso se debe respetar y darle una oportunidad para que dirija el pueblos palestino», sostiene.
Cuenta que en la UGR hay unos cuarenta estudiantes palestinos y él dice que «quiero avanzar en mis estudios para poder ayudar a mi pueblo que necesita mucho». Admite que decidió hacer el doctorado para «demostrar la situación de Palestina y la lucha». Eligió el tema de los hombres bomba palestinos. Terminar sus estudios no ha sido fácil, pero moverse para estudiar en los centros de «los territorios ocupados» lo ha sido aún más. El día de su graduación tardó en hacer una distancia que se recorre en hora y media, «unas dieciocho horas». Fue debido a los controles.
Sin comida ni espacio
Este testimonio de primera fila se entremezcla con el de Abdelrahman Abuimara, que estos días vive una situación más complicada. Llegó a Granada en 2007 y debería haber vuelto hace unos meses, pero debido al conflicto, dice que ha tenido que quedarse aquí. Se ha matriculado en el doctorado de redes de computadores en la Escuela de Informática y Telecomunicaciones. Estos días vive pegado al teléfono y conectado a Internet para comunicar con su familia en Gaza, pero no le es fácil.
Su casa ha sido destrozada y la Universidad Islámica en la que estudió, tres de los edificios que la componían están en el suelo. «Han sido bombardeados estos días. Al igual que los ministerios civiles, hospitales…», explica Abuimara al tiempo que dice que, según le ha contado su familia los bombardeos del primer día «fueron sin previo aviso». Quiere volver a Gaza, aunque hará su doctorado en la UGR. «Si abren los pasos fronterizos volveré», dice mientras al hacerle la pregunta no lo entiende bien y agrega que «si espero a que los israelíes no estén allí no volveré nunca».
Este estudiante sí piensa, sin embargo, que el conflicto se terminará algún día por «la presión de los pueblos del mundo. Israel deberá aceptar la resolución de la ONU. Y también porque tampoco quedarán blancos que bombardear». Para él esta guerra «desequilibrada no repara en qué o a quien se bombardea. Tiran contra cualquiera». Insiste en que lo que los palestinos quieren es la libertad y la independencia. «No hay ningún ser humano, que su afición sea la guerra».
La mejor noticia para estos dos palestinos sería el fin de la guerra. No sólo los bombardeos de estas últimas semanas sino el conflicto general. También lo sería para Ahmad Bassam, granadino de padre iraquí y madre siria. Su doctorado, es de la Facultad de Filosofía y Letras, lo ha centrado en la guerra de Irak, «otra desastre». En ambos casos demasiada sangre derramada y sufrimiento para todos.
Banat y Abuimara agradecen el apoyo del Gobierno español y la sociedad. Una buena señal sería que no lo necesitaran más porque eso significaría que el pueblo palestino es «libre y también independiente».
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