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Saramago ‘apadrina’ a Ayala para el Premio Nobel

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Saramago apadrina a Ayala para el Premio Nobel
«Lo importante es que el escritor va a cumplir cien años y le pueden dar el galardón», dice el autor luso La Diputación distingue hoy a ambos en presencia de Zapatero
JUAN LUIS TAPIA/GRANADA

ENCUENTRO. José Saramago charla animadamente con Francisco Ayala ayer en la Diputación. / G. MOLERO

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El Premio Nobel José Saramago se convirtió ayer en una especie de padrino ante la Academia sueca para la concesión del galardón a Francisco Ayala. «Lo importante es que el escritor granadino va a cumplir cien años y todavía está aquí, y quizás, si cumple los 101, los 102 o los 110, todavía le pueden dar el Nobel», aseguró el autor portugués. El encuentro entre ambos escritores fue auspiciado por el presidente de la Diputación de Granada, Antonio Martínez Caler, quien presentó el nombramiento de hijo adoptivo de la provincia a Saramago y de hijo predilecto a Ayala.

La pregunta sobre la concesión a Ayala de la más alta distinción literaria para un escritor viene precedida de las muchas peticiones de diversas instituciones culturales para que le den el Nobel al centenario escritor granadino. Saramago afirmó «no poder estar más de acuerdo con que Ayala se merece el Nobel». «La lógica de la Academia sueca es una lógica que a veces entendemos muy bien y otras no», señaló el autor luso.

El autor de La muerte de Ricardo Reis argumentó que «el único motivo» por el que Francisco Ayala no ha sido distinguido con el Nobel es «quizás, el hecho de que haya vivido muchos años fuera de España y el conocimiento de su obra no haya sido lo suficientemente difundido».

Por otra parte, Ayala se mostró emocionado por el reconocimiento de la Diputación, «una institución que representa en mi infancia recuerdos imborrables muy marcados en mi conciencia», indicó el escritor.

«En la infancia -añadió- se recogen las impresiones indelebles para todo el resto de la vida, aunque la vida sea tan larga como la mía, que estoy para cumplir cien años, pero después de todo, al cabo de cien años, todavía los recuerdos de los episodios vividos aquí en Granada y en relación con esta Diputación son completamente vivos, vivaces, actuales, un siglo después».

José Saramago se preguntó por qué esta distinción a su persona, «pero he encontrado tres motivos», dijo. Uno de ellos consiste en el hecho de haber sido nombrado hijo adoptivo de Castril, donde su mujer pasó largos periodos de su vida y donde se encuentra el Centro Saramago. Además, el escritor fue distinguido por la Universidad de Granada como doctor Honoris Causa. A esto hay que añadir, «y aunque parezca un tópico y a mí no me gustan los tópicos, pero cuando llega el momento no hay otro remedio, que Granada es una ciudad que yo amo desde hace muchísimos años, cuando todavía no tenía la familia que tengo», señaló el literato.

«Entonces, creo que al final -continuó- aunque yo creía que no había ningún motivo, o que difícilmente se encontraría un motivo para justificar mi nombramiento, encuentro por lo menos tres razones, y si son tres, que es una buena cuenta, no tengo más que agradecer, de todo corazón, no sólo en mi nombre sino en el de la familia que tengo aquí».

El presidente de la Diputación, Antonio Martínez Caler, dio las gracias a la Universidad de Granada la cesión del crucero del Hospital Real para la ceremonia de entrega de las distinciones, que contará hoy con la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves.

Por otra parte, Ayala asistió nuevamente al ciclo sobre su vida y obra que ha organizado el Centro Andaluz de las Letras en la Biblioteca de Andalucía. La escritora Enriqueta Antolín fue la encargada de hacer una semblanza sobre el escritor. Seguidamente se celebró una mesa redonda acerca de la narrativa ayaliana, en la que participaron los escritores José Manuel Caballero Bonald, Almudena Grandes y Justo Navarro.

Jornadas

Caballero Bonald glosó al Ayala de las vanguardias literarias de los años veinte, de libros como Un cazador en el alba, y advirtió la influencia del cine en la obra del escritor granadino. El autor jerezano observó que tras la Guerra Civil «Ayala abandonó los textos estetizantes y abrazó la tradición realista». «Hubo una especie de parón moral de quince años en su obra», indicó Caballero Bonald. El autor jerezano acabó su intervención con un «salud y república», tras calificar a Ayala de ejemplo por su independencia, libertad y «ser un escritor antidogmático».

La escritora Almudena Grandes hilvanó su intervención a través de la relación que guardan unos libros con otros, concretamente entre Muertes de perro y En el fondo del vaso. Destacó la anticipación de Ayala a los acontecimientos y «la dimensión moral y literaria de su obra».

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