TRIBUNA
Por Europa: juego limpio
ANTONIO MORA DE SAAVEDRA/
Imprimir Enviar
A consecuencia de la campaña del referéndum sobre la permanencia o no de España en la OTAN, celebrado el 12 de marzo de 1986, me vi ante un juez en Plaza Nueva. Indagaba qué, quiénes y por qué la Diputación de Granada había cometido desacato a las autoridades gubernativa y judicial al continuar haciendo campaña institucional y que, según ellas, inducía claramente al «no», es decir, a la salida de la OTAN, vulnerando así el principio de neutralidad que deben observar las instituciones en una consulta de este género. En mis funciones técnicas y profesionales en la institución me cupo el honor de dirigir aquella campaña en los medios, basada en un acuerdo plenario que incluía la consiguiente partida económica. Quienes recuerden aquella vergonzante pirueta del gobierno del «OTAN, de entrada no», también recordarán cómo se las gastó ejerciendo coacciones sin cuento y echándonos a los disidentes todo el peso de la maquinaria del Estado, virulencia de la televisión pública incluida.
El qué era una frase de Ghandi, muy subversiva y provocadora como verán: «Para hacer la paz no hace falta armarse, simplemente quererla». Colocarla en cuñas radiofónicas, cartelería, pasquines y folletos de mano fue una feliz idea del entonces vicepresidente Ernesto Molina. ¿Quiénes? Se trató de un acuerdo plenario adoptado por mayoría, basada en los diputados conocidos como catetos, expulsados del PSOE. ¿Por qué? Al comienzo de la campaña la solicitud del voto fue más directa: «¿Granadino!, vota no con tu Diputación». Cuando actuó el Gobierno Civil, a requerimiento del PSOE, el abogado del Estado solicitó en la Audiencia la suspensión de la campaña, cosa que ordenó de inmediato para que se cumpliese también inmediatamente.
Lejos de pararla, decidimos transformarla en informativa. Los neoconversos al atlantismo se encorajinaron aún más y, volviendo a la carga, lograron fulminar también al pobre Ghandi, siendo tal el fervor bélico que se adueñó de ellos que no se contuvieron hasta situar a un ex ministro de Educación y Cultura, -ahí es nada, Educación y Cultura como obuses-, como secretario general de la OTAN. Javier Solana, ya puestos, siguió progresando hasta que mandó bombardear Yugoslavia.
Sirva este recordatorio, no para aguar la fiesta democrática que se avecina en los veinticinco países de la Unión, sino para solicitar juego limpio. Parece que la extralimitación del Jefe del Estado en su discurso navideño, glosando las virtudes del Tratado sin mezcla de mal alguno, ha dado alas a algunos representantes institucionales, que deberían distinguir muy bien sus preferencias personales, en la consulta europea, de sus obligaciones públicas. Los ciudadanos Torres Hurtado, David Aguilar y Cándida Martínez, como tales, pueden expresarse como les venga en gana, pero como alcalde, rector, consejera, han de mantener una exquisita neutralidad, salvo que, y no me consta, el Ayuntamiento, el Claustro universitario, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, hayan aprobado hacer campaña por una opción concreta, en este caso por el sí. Pregunto: ¿sería capaz la Subdelegación del Gobierno de movilizar a sus sabuesos abogados del Estado como ocurrió en la ocasión precedente?, y si en ese mismo acto de apertura de campaña por el sí el director del Parque de las Ciencias, Ernesto Páramo, hubiera solicitado el no, ¿su destino no habría sido el mismo que el mío entonces, es decir, el cese a manos de algún otro demócrata como aquél cenizo y genuino mala uva de José Olea?
El esfuerzo institucional ha de ir encaminado a resolver dudas a quienes las tienen, muchos; a dar a conocer el Tratado por el que habrá una Constitución para Europa, que desconoce la mayoría, yo estoy en ello; y a deshacer entuertos, como los que consideran que el extracto editado por el Gobierno contiene el Plan Ibarretxe, y sobre el tríptico del referéndum denominado Los primeros con Europa y repartido un domingo durante el partido Atleti-Real Madrid, sobre el que existe la discrepancia de si se refiere a los galácticos del segundo o al Barça que es el líder. Y sobre todo, a incentivar la participación, a sabiendas de que quedarse en casa también es una opción legítima y democrática aunque quizá no la más cívica, y no prejuzgar quién es más europeista en función de su voto. Esa es la función del Estado y de sus administraciones.
Optar por una opción concreta, corresponde a los ciudadanos y a sus organizaciones políticas, sociales y ciudadanas. De ahí el pleno derecho de la Plataforma Cívica por Europa y de los señores y señoras que la impulsan, incluidos quienes piden el sí sin conocer de qué va esto, encomendados a esa fe laica en Zapatero que predica Miguel Ríos. Por el futuro del rock confiemos en que al presidente del Gobierno no le dé por precipitarse por un barranco. Supongo que Antonio Gala, ahora ya definitivamente para mí El Plataformas, presidente de honor también como lo fue de la plataforma del no a la OTAN, estará de acuerdo con esta neutralidad institucional, conocedor de lo que le hicieron sufrir, aunque ahora el viento sople a favor, no aceptando entre otras ventajas dinero público para esta campaña, como ocurrió en la ocasión de marras y él con contundencia criticó.
No son estas las posiciones de los demás. El alcalde representa a la ciudad y en primera instancia al Ayuntamiento, cuyo órgano máximo es el pleno. El alcalde no puede ni debe desconocer que hay un grupo de ese pleno, Izquierda Unida, que solicita el no. Una opción, faltaría más, tan válida como la suya y del PP que gobierna. Juego limpio, por favor. Y libertad para cualquier opción, señores y señoras. Señora Cándida Martínez incluida. Que la Constitución europea que se someterá a aprobación merece su sí, estupendo. Algo hemos ganado porque su texto lleva implícito el espaldarazo democrático de Europa a la Constitución española, para la que nuestra consejera de Educación solicitó el no y se supone fue consecuente introduciendo esa papeleta en la urna.
Estupendo también. No tan estupendo, en consonancia con la ya dicho, el haber dado amparo e impulsado un acto, que debió ser desde las instituciones meramente informativo y neutral, fomentador de la participación, y ha alejado al Consorcio del Parque de las Ciencias de Granada de su excelente trabajo y echado un borrón sobre su hasta ahora impoluta hoja de servicios.
Descargar