Peleas en la Universidad
Los profesores Luis García Montero y José Antonio Fortes no han sido los únicos que se han levantado la voz en la Universidad de Granada (UGR). Estos días la sentencia que ha condenado al poeta García Montero ha dado mucho que hablar -aún no se ha cerrado el último capítulo- y, además, ha puesto en evidencia que en la comunidad universitaria no todos se llevan bien. Los egos hacen estragos. Tanto pueden influir que ha habido incluso docentes ilustres que han llegado a rozarse y no para acariciarse.
Lo normal es que las disputas se resuelvan en los departamentos y no se llegue al juzgado, pero en ocasiones es complicado mantener el enfrentamiento dentro de las cuatro paredes del centro universitario. Así, el propio rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, reconoce que «ha podido haber problemas de agresiones físicas, incluso. De hecho en los tribunales hay algunos temas aún pendientes y se están resolviendo por denuncias de las partes implicadas».
Cuando se interpone la denuncia en el juzgado la Universidad puede hacer poco. Eso es al menos lo que han mantenido desde la institución universitaria muchos de los responsables académicos con los que ha hablado este periódico. Por eso, ahora están empeñados en que con el nuevo gabinete de mediación los trapos sucios se laven en casa.
Aún así algunos docentes esperan aún una sentencia por la denuncia interpuesta por sus compañeros. En el Centro de Lenguas Modernas es en uno de los casos en los que llegaron a los tribunales. No alcanzaron un acuerdo y echaron mano de la justicia externa y no de la mediación interna.
Llegar a las manos
En otros muchos centros, escuelas y facultades no han llegado a denunciarse, pero a tirarse de los pelos sí. Un decano de una facultad del campus Centro explica como tuvo que intervenir entre dos profesores para que no llegaran a las manos. «Sujétame que le tiro de los pelos». El decano la sujetó -léase en sentido figurado- y, además, habló con las dos docentes para que sí o sí compartieran despacho sin dar ningún espectáculo. Les invitó a cambiar el comportamiento y a entenderse. Aunque no se traguen ni se puedan mirar a la cara se deben sentar en el mismo despacho.
Esta situación se repite en muchas facultades y escuelas. En más de las deseadas, según reconocen desde la Universidad granadina. Así, tampoco es de extrañar que haya docentes que en las conversaciones de estos días digan: «En mi despacho sí ha habido compañeros que han llegado a las manos». Y otras como «a mí no me han faltado ganas de guantear a más de uno».
Prefieren que no se den nombres ni de profesores ni de departamentos, pero los comentan. Un caso en los que sí se dieron nombres y fechas y que publicó este periódico fue el de la Facultad de Ciencias de la Educación. El enfrentamiento que salió fuera de las cuatro paredes del centro -que dicen que hay más- fue el del despacho 265D. La profesora R. A. y el profesor A. R. tuvieron un gran encontronazo. Hubo hasta una carta interna de la docente explicando lo que, según su versión había sucedido. En este caso, intervinieron el director del departamento y el decano y se atajó el conflicto. A la profesora la pusieron en un despacho sola y al profesor a compartir con otro compañero. Todo esto pasó en enero. Ahora cada uno continúa su trabajo en su despacho por separado. Una de las cosas por las que supuestamente se pelearon fue por una silla.
Desde otros centros universitarios hay responsables que advierten también de que en ocasiones la agresión dialéctica es muy dura. En algunas juntas de centro o consejos de departamentos las agresiones verbales son muy fuertes. Es lo que, en parte, sucedió al profesor García Montero y Fortes que acabaron a voces en una de estas reuniones. Aunque bien es cierto que sus rencillas, según cuentan venían de largo y a eso hay que agregar el artículo en el diario \’El País\’.
Plan de convivencia
Las estrecheces en los despachos, las diferencias ideológicas, las competencias por las líneas de investigación, por los premios, las ayudas a los grupos, la falta de sintonía personal y los egos son algunas de las puntillas para que los docentes se enfrasquen en enfrentamientos, que en ocasiones acaban en los juzgados o en una pelea cuerpo a cuerpo.
No todo el mundo le puede caer bien a todo el mundo, pero como han dicho en más de una ocasión dirigentes universitarios se debe un respeto a la Universidad y hay que mantener las formas. El rector ya anunció cuando se produjeron los hechos de Ciencias de la Educación que se iba a desarrollar una especie de plan de convivencia y ahora ha comentado que se está trabajando en la puesta en marcha del gabinete de medicación. La Universidad tomará carta en estos asuntos.
Desde la institución universitaria defiende, además, que no es de las instituciones que peor está en este sentido. El propio Defensor Universitario decía esta semana que «la UGR es una balsa de aceite comparada con otros organismos». Hay profesores que recurren también a que no todo el mundo se lleva bien con todos sus compañeros en el Ayuntamiento, Junta, Diputación o cualquier empresa privada u otro tipo de organismo.
Para una tesis
Sea como fuere, con todo lo que ha pasado esta semana con el caso García Montero-Fortes ya hay quienes apuntan a que se podría hacer una tesis. De paso podrían estudiar aquello de si \’El hombre es malo por naturaleza\’ o lo otro de \’El hombre es un lobo para el hombre\’. Después también podrían hacer un estudio o una comunicación para algún congreso explicando cómo hacen algunos para llevarse mal desde que se leyera su tesis, por ejemplo, y aguantar quince o veinte años siendo \’compañeros\’ y trabajando codo con codo en algunas responsabilidades universitarias.
Anecdóticamente también cuentan como en algunos departamentos hay profesores que pasan del odio al amor en cuestión de días. No todo son malos rollos en la Universidad granadina, también hay muy buenos amigos y gente que sabe trabajar en equipo.
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