– Orientar
EN las últimas semanas, miles de jóvenes han acudido a la cita, ya tradicional, con la información correspondiente que la Universidad les ofrece.
He tenido la enorme satisfacción de participar en alguna de esas sesiones de orientación. Me ha cabido el orgullo de dar la bienvenida a los muchos cientos de jóvenes que llenaron el Aula Magna de la Facultad de Ciencias. Para la inmensa mayoría de ellos se trataba del primer contacto directo con la Universidad de Granada. Les di, muy sinceramente, la bienvenida a una gran universidad, grande; ahí están las cifras para certificarlo. Una institución de enseñanza superior en la que se pueden cursar setenta y cinco titulaciones, que cuenta con veinticuatro centros propios y cuatro adscritos, por cuyas aulas pasan más de ochenta mil estudiantes cada año, sin duda, una universidad grande. Si las dimensiones, un tanto mastodónticas, pueden apabullar un poco, los elementos cualitativos de que puede hacer gala la institución granadina la colocan en una posición inmejorable para los retos que se avecinan y se constituye en una oferta educativa de atractivo inmenso para quien desee tener una excelente formación universitaria. Un orgullo para todos, pues, que más del ochenta por ciento del profesorado, 3.500, ahí es nada, sea doctor es, sin duda, un indicio de calidad, como lo es que ese profesorado se encuentre integrado en 450 grupos de investigación. Así las cosas, no es de extrañar, las casualidades no existen, que nuestra Universidad sea, de las andaluzas, la que cuente con un mayor número de Doctorados de Calidad y de Másteres oficiales, la tercera española, dicho sea de paso, uno de los índices que servirán, en adelante, para decidir a propósito de dónde realizar la formación universitaria. Igualmente, algo querrá decir que la de Granada sea la primera universidad española por lo que se refiere a Premios Extraordinarios de Fin de Carrera, del mismo modo que, ser la primera universidad andaluza en producción científica y quinta en la escala nacional, la coloca en una posición privilegiada, no para dormirse en los laureles, evidentemente, sino para seguir profundizando en el trabajo riguroso que una institución de carácter público debe ofrecer a la sociedad en su conjunto en los ámbitos de la transmisión de conocimientos y de investigación.
Ese es el retorno que recibe la sociedad de lo que invierte en la universidad y es bueno, más aún, diría que necesario que se sepa y cuanto más mejor para que nadie, con aviesas intenciones de aprendiz de brujo, tenga la veleidad de enfrentar a instituciones de distinto ámbito.
Con Pitágoras, aunque a algunos les moleste sobre manera, pensamos que es precisa la instrucción, el conocimiento de género humano porque así se borrará la idea del castigo como único remedio.