OPINIÓN
TRIBUNA
La librería de la Universidad
ANTONIO GALLEGO MORELL/
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UN acontecimiento representa en la reciente historia de nuestra ciudad la inauguración de la librería de la Universidad de Granada, en el mismo centro de la capital (Plaza de Isabel la Católica), sobre todo para quienes venimos recordando constantemente -y somos muchos- la importancia de Granada como ciudad universitaria y de máxima atracción de un turismo cultural (pese a lo que significa Sierra Nevada y su gran cercanía a la costa) por su carácter de gran ciudad monumental, algo que no existe en ninguna ciudad del mundo; Universidad y turismo que significan las dos grandes industrias de Granada y, por tanto, su potencial económico.
En los años sesenta, cuando España tenía solo doce universidades -hoy tiene más de sesenta- organizamos, convocados por la de Granada, una exposición votante de los libros y revistas publicadas por aquellas doce universidades que también se instaló en la Universidad Internacional de Santander y, con ese motivo, nos reunimos en la Complutense de la ciudad universitaria madrileña los directores de los entonces Secretariados de Publicaciones -que así eran llamados entonces-. Recuerdo los varios días en los que estuve yendo y volviendo en moto con Miguel Artola, que era director del Secretariado de Madrid y del de Granada, y fracasamos en todos nuestros intentos de crear una gran librería universitaria en la que se ofreciesen todas las publicaciones que editasen las doce universidades, similar a la que ya estaba abierta en Madrid, en la calle de Medinaceli por el CSIC y, a su vez, publicar un catálogo que recogiese todo este fondo editorial, de tan difícil acceso al mismo: y también tener una distribuidora común porque ésta era entonces la gran dificultad para difundir las publicaciones universitarias. Al rememorar todos estos recuerdos del pasado quiero, también, señalar un apunte reciente: esta librería viene, localmente, a ocupar el vacío del cierre de antiguas y recientes librerías de Granada. Creo, queridos amigos Melchor Saiz Pardo y Esteban de las Heras, que estarán de acuerdo conmigo, como importantes visitantes de librerías pese a la gran competencia de los ordenadores, el internet y las fotocopiadoras, que han puesto en grave crisis a las tradicionales librerías e incluso a las propias editoriales. Por todo ello hay que felicitar al Rector, David Aguilar, y al director de la Editorial Universitaria, Rafael Peinado, por hacer realidad este viejo empeño en el que, desde hace tiempo venían trabajando.
En mis primeros viajes a París cometí la equivocación de creer -también el error de publicar en ABC, cuyas páginas yo, entonces, frecuentaba-, de que Prenses Universitaires era una editorial de la Sorbona y de otras universidades francesas cuando lo que era, realmente, fue una editorial como Espasa-Calpe de Madrid: eran viajes en los que descubrí las varias librerías de libros españoles en el extranjero que entonces estaban en la rue de Seine -las ediciones prohibidas en España de Ruedo Ibérico- y en la vía della Vite en Roma.