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OPINIÓN – ¿Alianza o choque de civilizaciones?

OPINIÓN
TRIBUNAABIERTA
¿Alianza o choque de civilizaciones?
OSÉ M. CASTILLO/
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MUCHOS granadinos saben que todos los años, por estas fechas, el Centro Mediterráneo, de la Universidad de Granada, organiza un curso de valor académico, que es seguido, no sólo por bastantes estudiantes universitarios, sino además por numerosos ciudadanos interesados en los temas de actualidad que se vienen tratando en estos cursos desde hace varios años. El curso, que se inaugura el próximo 2 de febrero, intenta responder a la pregunta que encabeza este artículo.

Ha habido personas, no sé si ingenuas o ignorantes, que no han disimulado su desprecio por la propuesta, que presentó en la ONU el presidente Rodríguez Zapatero, a favor de un encuentro o alianza de civilizaciones. Seguramente motivados por las buenas relaciones que nuestro anterior Gobierno mantuvo con la Casa Blanca, algunos han pensado que la intención de Zapatero es plantar cara a un analista político de la talla del profesor Samuel Huntington de la Universidad de Harvard, por su conocido ensayo sobre el Choque de civilizaciones. Y así, de camino, pretender (ingenuamente) desgastar el prestigio mundial de EEUU. Por supuesto, tal lectura, de lo que hay en juego en todo este asunto, por burda y simplista, no se tiene de pie. Quien hable de esta cuestión debería saber que el mismo Huntington ha dicho que Estados Unidos se está «convirtiendo en la potencia tramposa» y que buena parte del mundo considera a ese país como «la primera gran amenaza» (Foreing Affairs, marzo de 1999). Y debería saber también que Robert Jervis, ex-presidente de la Asociación Americana de Ciencias Políticas, advierte que «a ojos de la mayor parte del mundo, el primer estado tramposo es Estados Unidos» (Foreing Affairs, julio de 2001).

El problema, por tanto, no está en optar por la tesis de Huntington o por la propuesta de Zapatero. Lo que hay en juego, en este complejo asunto, es mucho más grave. Y nos concierne a todos, sean cuales sean las preferencias políticas que cada uno tenga. Nietzsche, en su Ecce Homo, profetizó que el s. XX sería el de la lucha por la dominación del mundo y que esta lucha llevaría a la confrontación de los principios metafísicos más fundamentales. Pero el problema, ¿se reduce a un enfrentamiento de ideas? Es un hecho el retorno de la Realpolitik, es decir, una visión de las relaciones internacionales fundamentada en la rivalidad de los Estados, que persiguen cada uno su propio interés definido en términos de potencia y seguridad (Pierre Hassner). De ahí, la escalada de los nacionalismos, la lucha por la hegemonía o la supervivencia (Noam Chomsky), y todo esto acentuado, hasta la exasperación, por la intervención creciente de las religiones y sus fundamentalismos.

Así, nos damos de cara con el problema que más preocupa hoy a mucha gente. Me refiero a la confrontación de Occidente con los grupos fundamentalistas del Islam. Desde Irán a Afganistán, el espectro de la revolución islámica ha remplazado al del comunismo. El gran antropólogo Ernst Gellner ha visto en el Islam un bloque cerrado que resiste, tanto a la secularización, propia de las sociedades modernas, como a la erosión que sufrió el comunismo. El momento es muy serio. Los atentados de Nueva York, Madrid y Londres, y la reciente guerra de Irak, han demostrado que las convicciones de las personas pueden más que los armamentos de los ejércitos. El potencial militar de Occidente no ha podido con los fundamentalistas suicidas del Islam. El fundamentalismo religioso de Bush no ha sido capaz de anular al fundamentalismo religioso de Bin Laden. En este momento, Occidente se siente más amenazado que hace cinco años. Lo que nos demuestra que el choque de civilizaciones es cierto. Y que la alianza de civilizaciones es más necesaria que nunca.

Por otra parte, ambas civilizaciones se necesitan mutuamente. Porque sólo a partir de un encuentro mutuo será posible la paz y la estabilidad mundial en el futuro. Lo que ocurre es que las diferencias culturales de ambos bloques son difícilmente reconciliables. Pero, por lo menos, ya tenemos algo claro: que no nos vamos a poner de acuerdo a base de armonizar las diferentes ideologías o teologías. Porque tocar en eso es tocar en posturas irreconciliables. Lo decisivo no es la coincidencia de teologías, sino la armonía de soteriologías, es decir, de las prácticas de salvación y solución a los grandes problemas que a todos nos conciernen: asegurar la solución a las necesidades básicas de la vida, garantizar los derechos de todos, y saber respetarnos mutuamente.

Las doce conferencias del Curso serán doce miradas lúcidas y autorizadas a una problemática tan compleja. Desde Federico Mayor Zaragoza a Leonardo Boff, pasando por diplomáticos de la talla de Máximo Cajal o Shlomo Ben Ami, profesores de categoría intelectual como Antonio Elorza, Mohamed Bencherifa, Pedro Cerezo, Rachid Bezine o Gema Martín, hasta autoridades de ámbito mundial como el profesor John O. Voll, presidente del Instituto de Estudios Islamo-Cristianos de la Universidad de Georgetown (Washington) y el profesor Leonard Swidler, investigador en la Temple University de Filadelfia. Sin olvidar, por supuesto, la presencia y el testimonio del Superior General de los Franciscanos, el P. Rodríguez Carballo.

El choque de civilizaciones de Huntington se sustenta en un profundo pesimismo intelectual: Occidente está en decadencia. Una chica suicida resulta más temible que un misil o un tanque. ¿No indica eso que en decadencia estamos todos? Sin duda, necesitamos una palabra de optimismo y esperanza. Eso pretende el Curso que aquí presento.

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