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«No me avergüenzo de tener a García Montero como referencia»

«No me avergüenzo de tener a García Montero como referencia»

Daniel Rodríguez Moya (Granada, 1976) es una de las jóvenes realidades de la poesía granadina. Presentó ayer en la librería de la Universidad de Granada su último poemario titulado \’Cambio de planes\’ (Ed. Visor), con el que obtuvo el Premio Vicente Núñez de Córdoba, un libro más reflexivo aunque próximo a la estética de la experiencia, el movimiento liderado por Luis García Montero, una referencia de la que dice no tener motivos para avergonzarse. Nicaragua, el amor, el futuro incierto, los viajes y la vida como disfrute del presente son sus temas.

-¿\’Cambio de planes\’ también es un cambio en su poesía?

-Es un cambio en el modo de mirar al mundo, porque el mundo cambia y si lo miras siempre desde la misma perspectiva es porque estás muerto. Mi anterior libro lo publiqué hace seis años. Han cambiado muchas cosas desde entonces, en lo poético y en lo personal. Pero no hay un cambio estilístico radical, porque sigo apostando por unas formas métricas libres en las que me siento cómodo y en las que puedo decir exactamente lo que quiero sin tener que hacer malabares con el lenguaje.

-¿Qué es \’Cambio de planes\’?

-En general, en el libro hay una reflexión sobre el tiempo en la que se apuesta por el ahora. Hablo de la infancia como paraíso perdido, pero también como paraíso inventado, recreado. Y del futuro como ese porvenir que no viene nunca, del que hablaba Ángel González. Y, sobre todo, de la evidencia de que el ahora, el instante, precisa de una gran habilidad para saber cambiar los planes y no morir en el intento. Eso en líneas generales, pero también hay poemas de amor y poemas que tienen que ver con algunos viajes que han significado cambios en mi perspectiva sobre las cosas.

-Entre esos viajes hay varios poemas con Nicaragua de fondo.

-Es un país que ha cambiado esencialmente mi manera de verlo todo. La primera vez que lo visité, hace casi cuatro años, vi en él la metáfora exacta de la condición humana: las ruinas de la esperanza. Hace casi 30, la revolución sandinista hizo creer a muchos que otro mundo era posible. Después, el imperio estadounidense se encargó de despertarles del sueño y, lo que es más doloroso aún, alguno de los líderes de entonces, como Daniel Ortega, traicionaron lo más sagrado de aquella revolución que parecía posible y ahora puede convertir el país en una dictadura personalista.

-¿Qué influencia tiene en su poesía la de la experiencia?

-Aprendí a leer poesía, también a escribirla, gracias a esa corriente literaria. La mayoría de los mejores poetas españoles de los últimos treinta años se mueven en esas coordenadas.

-¿Qué persigue su poesía?

-Trato de resumir mi poética en un poema del libro que se titula \’Reglas del juego\’ y cuyos primeros versos dicen: «De las cosas que nunca / tendrán un tacto estéril de ceniza, /un desaparecer inevitable, / prefiero quedar lejos». En definitiva trato de escribir desde la condición humana más tajante: no estamos hechos para durar.

-¿Qué opina sobre quienes le acusan de ser un clon más del grupo de García Montero?

-Luis es una referencia importante en mi poesía. Los poetas necesitamos maestros verdaderos y Luis lo es ¿Por qué voy a tener que avergonzarme de eso? Desde luego, como otros poetas que en lugar de esa tradición literaria han escogido otra, procuro buscar en cada poema mi propia voz. Pero no se puede partir de la nada.
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