VIVIR
MIGUEL GIMÉNEZ YANGUAS INGENIERO INDUSTRIAL
«Prefiero regalar mis trastos a que me den dinero»
Esta tarde ingresará en la Real Academia de Bellas Artes como reconocimiento a su defensa del patrimonio industrial granadino
INMA G. LEYVA/GRANADA
COLECCIONISTA. El ingeniero Miguel Giménez Yanguas, junto a una de sus reliquias. /RAMÓN L. PÉREZ
ImprimirEnviar
Miguel Giménez Yanguas es un ingeniero industrial de 64 años, profesor de la Universidad de Granada, que ha dedicado su vida a que toda máquina o invento del hombre que haya contribuido a mejorar o engrandecer su existencia, se conserve y no sea el propio ser humano quien las destruya. Da igual que sea una máquina de coser de finales del siglo XIX que facilitó la vida de la mujer, que un generador eléctrico que tanto dulcificó y transformó la de miles de ciudadanos granadinos. Gracias a él, Granada no ha perdido lo poco que le quedaba de su patrimonio industrial. En reconocimiento a su defensa y conservación, hoy ingresará como académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada. Un acto que tendrá lugar en el Paraninfo de la Facultad de Derecho a las 19.30 horas. -¿Qué significa para usted ser miembro de esta prestigiosa institución granadina?
-Es un inmenso honor por dos razones. Primero, porque la Academia me haya distinguido personalmente como miembro de número de la institución. Y segundo, porque es un reconocimiento al patrimonio industrial, un reconocimiento a los valores culturales de este patrimonio, al cual le he dedicado mi atención desde que era muy pequeño.
-En su discurso de ingreso disertará sobre el patrimonio industrial de España y de Granada en particular. ¿Realmente esta ciudad cuenta con una patrimonio industrial importante?
-Sí, bastante. Aunque Granada no fue una provincia muy industrializada, hubo un patrimonio industrial muy importante, fundamentalmente con la industria azucarera, tanto de caña en la Costa granadina, como de remolacha en la Vega.
Interés por el patrimonio
-¿Cree que los granadinos valoran su patrimonio industrial?
-Pienso que sí, que la gente lo valora y le gusta cada vez más. Basta un ejemplo reciente; la exposición del centenario de los tranvías, en el Centro Cultural CajaGranada, que ha sido y sigue siendo muy visitada por los granadinos. También, afortunadamente, se van a preservar una serie de piezas de gran valor histórico y eso se traduce en el gran interés por el patrimonio industrial granadino.
-¿Cuál es la pieza a la que tiene un aprecio especial?
-Quizás sea la máquina de vapor que se instaló en el Paseo de la Bomba. Fue la primera que se colocó en un espacio público.
-¿De no haber sido ingeniero industrial, a qué se hubiera dedicado?
-Probablemente habría sido historiador. Me gusta mucho la historia de la tecnología, de la industria
-¿Cuál es la máquina de la que nunca se desprendería?
-Pues no lo sé tendría que pensarlo. Le tengo a todas un gran cariño. Quizás alguna de las máquinas de vapor que tengo y que me encontré en la chatarra.
-¿Es consciente de que gracias a su obsesión por las máquinas y los inventos Granada lidera la investigación y protección de su patrimonio industrial y tecnológico?
-Bueno No soy yo solo, somos muchas personas. Formamos un gran equipo que hemos luchado y trabajado para que se reconozca el valor histórico del patrimonio industrial de esta ciudad.
Mejor regalarlos
-¿Le han ofrecido dinero por alguno de sus trastos, como usted los llama?
-No, nunca. La verdad es que prefiero regalarlos.
-¿A su juicio cuál es el principal y más importante monumento industrial que tiene Granada?
-La azucarera Nuestra Señora del Pilar, de Motril, uno de los monumentos industriales más importantes de España. Ahí se conservan diez máquinas de vapor que son representativas de lo que fueron las distintas tecnologías de la revolución industrial.
-Sueña actualmente con
-Ver algún día las máquinas de vapor de la fábrica azucarera Nuestra Señora del Pilar en un museo. Sería un sueño y una satisfacción.
-De todas las piezas que usted tiene, ¿cuál es la más antigua?
-Una bomba de vacío de finales del siglo XVIII.
-¿Y la menos?
-(Risas.) Un ordenador obsoleto.