Inicio / Historico

Mi Melilla

– Mi Melilla (Por Antonio Gallego Morell)

UNA de las ciudades españolas que tengo más vinculada a mi vida es Melilla; acaso porque distaba solo 96 millas de Almería y tras un intento fallido de conquista por los españoles dos años antes de la Toma de Granada por los Reyes Católicos, fue finalmente incorporada a la corona de Castilla en 1497. Lo primero que me ilusionó fue el orgullo, cuando fui elegido rector de la Universidad de Granada de que a su distrito universitario, algo que existía entonces, pertenecieran Melilla, Tánger y Ceuta y las cito en este orden porque Ceuta nunca para mí -a pesar de mi amistad con el poeta López Anglada- fue más allá de una serie de tiendas, principalmente de judíos, que te hacían rebajas si eras el primer cliente de la mañana; por ello, en Ceuta, Lile -mi mujer- madrugaba mucho para estar la primera cuando abrieran la puerta del establecimiento.

Pero Melilla era diferente no sólo porque tuviese una arquitectura modernista muy singular entrelazada con las armas de la casa de Medina Sidonia y el retrato del caballero jerezano que dirigió a los conquistadores españoles de 1497, don Pedro Estopiñán Virnés que preside todos los centros oficiales. A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX Melilla tuvo un permanente impacto en la Historia de España.

Por todo ello, pero sobre todo estimulado por mi vicerrector José Antonio Sainz Cantero, entrañable colaborador mío y que era de Melilla, acordamos celebrar en la ciudad una Semana Cultural de la Universidad de Granada. Y allí nos fuimos, los Sainz Cantero y nosotros con la Tuna Universitaria como principal atractivo para los melillenses, que aplaudían sus desfiles por las calles de la ciudad. Pero fuimos por vía diferente; los Sainz Cantero por barco, José Antonio no viajaba nunca en avión, ni a Melilla ni a ninguna parte. Nosotros en avión, y a la mañana siguiente estaban esperándonos en el aeropuerto. Lile les dio la razón, y como tan expresiva era, en la fotografía se refleja su espanto; había pasado un miedo horrible en aquel avión de hélices, entre las maletas revueltas con los viajeros, y su compañero de asiento que le explicó, para tranquilizarla en su miedo, que no había peligro, «que los aviones de hélices eran tan seguros como los otros y que lo único que ocurría era que la pista de Melilla le venía corta al avión y al aterrizar -como ocurrió- el aparato se salía de la pista y se iba hacia el mar. Estaban también esperándonos las autoridades de nuestra plaza de soberanía que después de muchas dudas, nos llevaron a comer a Los Salazones, cosa a la que nos acostumbramos a que hicieran todos los días de la semana porque no había otro sitio; estaba el Parador de Turismo, fruto de la acertada política de continuidad de Fraga con los primeros Paradores de L. A. Bolín, una red sin paralelo en Europa, pero en él estábamos alojados. Entre la Tuna recorriendo las calles desde las Tres Forcas a la impresionante plaza de España, a la subida de la Acrópolis, hubo exposiciones de pintura, de fotografías y otra de todas las publicaciones de la Universidad que se quedaron en la Biblioteca de la Escuela Universitaria; conferencias, recitales poéticos y musicales completaron la semana, actos todos secundados por el poeta alicantino Jacinto López-Gorje, que yo conocía de los tiempos del Café Gijón y que era director de la revista Manantial de Melilla y ligado a la otra, Al-Mutamid de Trina Mercader, que sí era melillense y estaba colocada en el Ayuntamiento de Granada, y la invitamos al viaje.

Posteriormente y fruto de la semana, de la que deben existir fotografías, y el programa impreso que no he podido encontrar, volví en muchas ocasiones para presidir el jurado del Premio de Poesía Miguel Fernández, cuya edición de Obras Completas (2 volúmenes de verso y prosa) presenté. En la semana también invitamos a Díaz Plaja, a quien impresionó la ciudad como recogió en uno de sus poemas. Miguel Hernández fue la figura estelar de la semana. Mucho después me volvieron a invitar a dar una conferencia en la Escuela pero perdí el avión en Málaga, por desayunar churros en Loja

En aquellos años lo español estaba muy vivo en Melilla como hoy afortunadamente, pese a los intentos de asalto a la frontera, que es frontera de España.
Descargar