OPINIÓN
TRIBUNA
Más sobre don Agustín Escribano
ANDRÉS PALMA VALENZUELA/DOCTOR POR LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
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HACE pocos días era entrañablemente evocada desde las páginas de este mismo diario la memoria de Don Agustín Escribano por su antiguo alumno D. Pascasio Mazuecos. No cabe duda de que la figura del que fuese profesor de la Escuela Normal de Magisterio de Granada desde 1920, y director de la misma entre 1931 y 1936, constituye un paradigma de buen hacer personal y profesional que forma parte de la nómina de hijos ilustres de la ciudad por muchas razones.
Impresionado positivamente por la huella positiva que este profesor dejó en algunas promociones de maestros y maestras granadinos, como miembro del mismo centro que dirigió Don Agustín, trasformado hoy en Facultad Universitaria, y curioso investigador del mundo educativo granadino de principios del siglo XX me tomo la libertad de ofrecer al desocupado lector algunos datos poco conocidos hasta el momento que pueden completar la semblanza biográfica de tan honorable figura.
Formaba parte D. Agustín Escribano Escribano del círculo familiar de D. Víctor Escribano García (1870-1960), burgalés afincado en Granada desde 1897 como catedrático de Anatomía de su Universidad. Fue D. Víctor, además de afamado docente y cirujano, entusiasta defensor del Padre Manjón y sus Escuelas del Ave-María así como promotor del diario IDEAL; estrechamente vinculado a la obra del también catedrático de Derecho Andrés Manjón, no resulta extraño que pronto aparezcan por el Ave-María algunos de sus familiares, como sería el caso de su sobrino Agustín.
De este modo hallamos en 1908 al joven Agustín Escribano cursando primero de carrera en la Escuela de Magisterio del Ave-María, entonces denominada Seminario de Maestros. Pronto descolló como alumno modelo y en 1911, realizando ya cuarto de Magisterio, consta que colaboraba como profesor auxiliar de los alumnos de primero en las materias de Geografía y Agricultura.
No pasó desapercibido al Padre Manjón el joven aspirante a maestro siendo muchas las ocasiones en que el fundador del Ave-María haga referencia al joven Escribano considerándole inteligente discípulo y modelo de maestro cristiano y avemariano. Precisamente gracias al Diario de Manjón, y al órgano oficial de difusión del Ave-María, Magisterio Avemariano, sabemos que fue admitido en septiembre de 1914 en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid y que, concluidos sus estudios y superada la correspondiente oposición, llegó a la Normal granadina en febrero de 1920, procedente de la de Toledo, como numerario de Geografía. En 1928, tras doce años de estancia en la ciudad, marcharía a Francia para ampliar estudios. Finalmente sería designado director del centro de Granada el 22 de enero de 1931.
Por estas mismas fuentes conocemos la hondura de la formación religiosa recibida en las aulas avemarianas y la fina sensibilidad social que adquirió en contacto con la obra educativa de Manjón durante sus años de estudiante. Valgan como elementos significativos de tal sensibilidad los ejercicios espirituales que anualmente realizaba con el resto de sus condiscípulos en el Colegio Máximo de los jesuitas de Cartuja, las muchas horas gratuitas de clase que impartió en el Seminario de Maestros del Ave-María, siendo ya profesor titular de la Normal, o su compromiso hacia los desheredados.
En este año en que se cumple el primer centenario de la Fundación del Seminario de Maestros del Ave-María siempre resulta grato recordar hombres cabales que siguiendo los pasos de Manjón dieron su vida por lo que creían y amaban.