Los peces del villancico
Submarinistas de Granada colocan un belén a siete metros de profundidad para promocionar Almuñécar como zona de buceo
J. M. CHICHARRO //ALMUÑÉCAR
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BEBEN y beben y vuelven a beber, los peces en el río, por ver a Dios nacer. Pero nada, que no hay manera. Por mucho líquido que tragan, siguen debajo del agua. Y el niño nace fuera. Total, que no lo ven ningún año. Así llevan dos milenios largos, que se dice pronto. La mula y el buey tienen más suerte. Claro, como tienen pulmones.
Pero eso se va a acabar. Tras siglos y siglos de espera, este año los peces del villancico y demás animalitos con branquias van a poder adorar al Niño Jesús. Eso sí, tendrán que nadar un rato largo hasta alcanzar la costa de Almuñécar, que es donde se ha instalado por vez primera en la zona un belén submarino. La iniciativa ha partido del Club de Actividades Subacuáticas de la Universidad de Granada. Una veintena de sus socios, tocados con gorrito de Papa Noel, montaron este fin de semana un belén en aguas del Mediterráneo, a siete metros de profundidad, frente a las playas de Almuñécar. Aguas frías, por cierto. Sólo catorce grados.
El objetivo era doble. Primero, promocionar la actividad del submarinismo. Segundo, dar a conocer el litoral granadino como destino para buceadores. «Las mejores zonas para el buceo de Andalucía son El Cabo de Gata, Tarifa y la Costa de Granada», explica el presidente del Club Universitario, Luis Sánchez Tocino. El principal atractivo del fondo marino del litoral granadino es su flora. En cuanto a la fauna, el presidente reconoce que no hay gran variedad. «La flora es muy rica e interesante, pero con la fauna hay que trabajar más en su recuperación. En otras zonas del litoral andaluz, como en el Cabo de Gata, sí que se ha trabajado muy bien en ese sentido», apunta Sánchez Tocino.
Engancha
Con o sin peces, los miembros del Club recomiendan encarecidamente la práctica del submarinismo. «Las sensaciones que se experimentan cuando estás buceando son indescriptibles. La experiencia es estupenda», dice Maite Sánchez, 24 años y buceando desde los 14. «El submarinismo es algo que engancha», reconoce Nayra Pluma, en el Club Universitario desde hace dos años.
Practicar submarinismo, eso sí, puede resultar algo caro. Un equipo medio cuesta unos mil euros. Y cada inmersión de una hora, en torno a veinte. «No es una afición barata. Y si te vas a bucear a otros países la cosa empieza a salirte muy cara», dice Sánchez Tocino.
Pero, al menos durante las Navidades, el mejor lugar para practicar submarinismo va a ser Almuñécar. No en vano, es allí a donde acudirán todos los peces del mundo. Por fin podrán ver nacer al Niño sin necesidad de tener que beberse el agua del mar. Otra cosa es que canten villancicos, claro: «25 de diciembre… ¿glub, glub, glub!».
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