Los padres no hablan con sus hijos de sexo y en los centros hay «un vacío»
Una tesis de la UGR sostiene que la clase social, el género y la etnia determinan la educación sexual de adolescente
La educación afectivosexual es una asignatura pendiente para los padres y para los colegios. El silenciamiento de la sexualidad suele ser la tónica dominante en las familias. Los adolescentes necesitan información, pero cuando se les habla lo más habitual es para la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos, pero muy poco de cuestiones relacionadas con la afectividad, el cuerpo y otras cuestiones.
En los institutos se trabaja muy poco la educación afectivo sexual. Hay un importante vacío. De estas cuestiones y de otras muchas se habla en la tesis doctoral \’La política afectivosexual: una aproximación sociológica a la educación afectivosexual\’, realizada por la investigadora del departamento de Sociología de la Universidad de Granada (UGR), Mar Venegas Medina, dirigida por el profesor Francisco Fernández Palomares.
La investigación, que ha comprendido seis años de trabajo, se llevó a cabo mediante la realización de dos cursos sobre educación afectivosexual, seguidos de entrevistas personales con un grupo de 42 chicas y chicos de entre 15 y 18 años, de dos grupos-clase de dos colegios, uno de zona Norte y otro de distrito Genil de Granada. En ese estudio también se concluye que la clase social, el género y la etnia son tres dimensiones fundamentales no sólo en la diferenciación social, sino también en la educación afectivosexual de los adolescentes, sobre «la que es necesario intervenir para favorecer la igualdad sexual y de género y prevenir la violencia de género».
En este trabajo la investigadora ha realizado una aproximación sociológica a la dimensión afectivosexual de la población adolescente de la ciudad de Granada. Para llevarlo a cabo, se trabajó mediante dos cursos sobre educación afectivosexual diversos temas que fueron más allá de la mera prevención de ETS y embarazos, es decir, temas relativos a género, sexualidad, afectividad y cuerpo.
Tras las sesiones de clase, se realizó una entrevista en profundidad a cada una de los chicos con quienes trabajaron en clase. La entrevista recoge abundante información «sobre las experiencias de los jóvenes en relación a género, sexualidad, afectividad y cuerpo en el barrio, la familia, la escuela, el grupo de amistad y la pareja».
La investigadora explica que los padres no hablan con los hijos porque aún existen muchos tabús. «En la clase media las familias suelen ser más abiertas y hablar más con sus hijos, son más liberales», matiza a la vez que añade que en la zona Norte hay más reticencias a hablar de sexo entre padres e hijos.
El objetivo último de esta investigación «ha sido conocer cómo tiene lugar la formación del sujeto en cuanto tal, conocer los discursos a los que está sujeto, así como las prácticas de las que es sujeto, para reparar en los procesos de reproducción y cambio social en cuanto a esas cuatro áreas recogidas en la educación/política afectivosexual».
La principal conclusión a la que se llega en esta tesis doctoral a partir de la ingente cantidad de datos analizados es: «La urgencia de trabajar la educación afectivosexual en el currículum formal para promover, desde la educación formal, la igualdad sexual y de género, pues el imaginario colectivo de la adolescencia se encuentra muy lejos de estos valores democráticos y de ciudadanía».
Pionero
En España no se han hecho estudios de estas características. Mar Venegas ha viajado incluso a Reino Unido para ver cómo trabajan allí. Ahora el reto es estudiar qué influencia tiene esta falta de educación afectivosexual. «Queremos ver cómo influye en el sistema educativo». Asimismo, expone que con el contacto que tienen con los centros de la Zona Norte saben que hay bastantes niñas de dieciséis años que abandonan sus estudios sin el graduado a veces por embarazos no deseados.
El panorama de la educación sexual necesita cambios. Los adolescentes no tienen reparo en hablar del tema, pero a los más mayores sí, al menos con sus hijos. Hay que afianzar los valores de confianza, respeto y hablar de sexo quizás lo mismo que cuando se habla del tiempo.
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