Los menores internados en Oria creen que su estancia servirá para dejar de delinquir
El Centro de Internamiento de Oria funciona desde hace siete años. Este centro de alta seguridad fue objeto de estudio por parte de Juan Miguel Fernández Campoy, investigador del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada (UGR). El objetivo de esta investigación fue analizar los reglamentos y protocolos que se activan desde que el menor entra hasta que sale. Una de las conclusiones de este estudio es que la mayor parte de los chavales ingresados en un centro de menores considera que, a tenor de la formación académica y profesional que reciben en él, podrán conseguir en un futuro no muy lejano un buen puesto de trabajo y una vida alejada del mundo de la delincuencia, una vez que abandonen el centro y salden sus deudas con la justicia.
«Los menores consideran que reciben una buena formación académica, en general tienen talleres y cursos que mejorarán su formación», explicó Juan Miguel Fernández Campoy. Pero no todos los cursos tienen la misma valoración. «Nos llamó la atención que aquellos chavales que estaban trabajando, no eran muy optimistas con algunos de los cursos, porque consideraban que no se adaptaban a las necesidades laborales reales», puntualizó el experto.
En este sentido Fernández Campoy destacó que eran «bien valorados» aquellos talleres que estaban relacionados con las nuevas tecnologías, como informática, diseño gráfico o fotografía digital. En cambio, sobre otros como el ajedrez, no veían su utilidad. Así sugirió la importancia de realizar un estudio de mercado, para determinar las materias que han de interiorizar los menores. «La formación académica es importante y, de hecho, muchos llegan al centro siendo analfabetos y salen formados». Este investigador y profesor en Granada, pero orialeño de origen, destacó que, en general, valoran «muy bien» al profesorado que trabaja con ellos en el centro, llegando a establecer, incluso, «importantes» relaciones de amistad con ellos.
Protocolos de actuación
En opinión de Juan Miguel Fernández Campoy, aunque en general existe una buena coordinación en el funcionamiento del centro, discrepa en los protocolos de actuación. «Cuando un menor ingresa en el centro debe pasar un periodo de quince días de adaptación y considero que se trata de un periodo excesivo ya que cuanto antes pueda entrar el joven en la dinámica del centro, su adaptación será mucho mejor», manifestó el profesor.
Respecto a la normativa interna del centro, el investigador destacó que «preparan correctamente a los chavales con una serie de valores y conductas que les servirán a la hora de salir del centro de internamiento».
El trabajo realizado en la UGR también contempla otras mejoras que, a modo de sugerencia, el investigador plantea al centro de menores \’Tierras de Oria\’. Así, Fernández Campoy sugiere que «sus instalaciones deberían situarse en una zona donde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado tengan una importante presencia», para poder intervenir rápidamente en caso de producirse un altercado, en lugar de en un entorno rural como en el que se encuentra en la actualidad. A pesar de esta localización más alejada, el profesor no se muestra contrario a que esté ubicada en una zona rural. «Pero no debemos olvidar que se trata de un centro de alta seguridad y si ocurriera un incidente está lejos de la Policía o Guardia Civil», añadió el profesor.
Para llevar a cabo este trabajo, el investigador aplicó un cuestionario a un centenar de varones menores de edad ingresados en el centro, de entre 14 y 21 años. El estudio finalizó después de más de año y medio de investigación. Parte de los resultados de este estudio que finalizó en octubre de 2008 fueron publicados en la revista \’Educación y Educadores\’, de la Universidad de la Sabana (Colombia).