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Las universidades de Granada y Nablus analizan la construcción de los castillos del Reino Nazarí
IDEAL/GRANADA
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La construcción de algunos castillos en los pueblos más grandes y en los cerros más altos, entre las villas de Jaén y Granada, por parte del Estado Nazarí, tenía como objetivos controlar el territorio y los pasos fronterizos entre los dos reinos, según se desprende de un estudio elaborado por el investigador palestino Shamekh Alawna, quien con el título Técnicas constructivas empleadas en los castillos de la frontera norte del Reino Nazarí de Granada, ha realizado una tesis bajo la dirección del profesor Antonio Malpica Cuello, de la Universidad de Granada.
El análisis de los monumentos de época nazarí, que aún se conservan en la frontera Norte del antiguo Reino de Granada, es el núcleo central del trabajo de Shamekh Alawna, investigador palestino licenciado en Arqueología en 1995, por la Universidad de Al Najah de Nablus (Palestina). En este trabajo se analizan los castillos fronterizos y atalayas de las comarcas de los Montes Orientales y Occidentales, partiendo de sus restos arquitectónicos, de las fuentes árabes, y también de estudios modernos.
El Estado Nazarí había construido algún castillo en los pueblos más grandes y en los cerros más altos entre las villas de Jaén y Granada, como medida de establecimiento y control del territorio y de los pasos fronterizos entre los dos reinos.
Según Shamekh Alawna, «algunas de las fortificaciones fueron levantadas sobre otras de épocas ibérica o romana con el objeto de aprovechar en muchas ocasiones el material para la construcción, pero también para beneficiarse de su excelente localización para el control del territorio. Un ejemplo claro de este caso es el de Montejícar».
Todos los castillos están asociados –siempre según el investigador palestino autor del estudio- a cerros elevados, muy abruptos, con escarpes pronunciados y fuertes. Solamente un costado de las fortalezas se expone a zonas de fácil acceso, pero, aun así, éstas son muy pendientes y dificultan cualquier ataque. De esta manera, los escarpes hacen la función de murallas casi naturales que protegían estos sectores. Reflejo de esta estructura son, por ejemplo, las zonas oriental y septentrional del castillo de Montejícar. Lo mismo ocurre en Píñar y Colomera, Íllora y Montefrío, pero la topografía original ha sido prácticamente borrada por el desarrollo urbano.