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La Universidad recibe más donaciones de cuerpos de las que puede asumir

No hay sitio para más. Por el momento. Si hace no mucho tiempo responsables del departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Granada (UGR) salían en prensa y televisión para decir que no tenían cuerpos suficientes para sus clases de anatomía en la Facultad de Medicina –también lo estudian otras carreras en este mismo centro–, a día de hoy no faltan. El depósito y las tinas que hay en el centro de la avenida de Madrid están a tope. Hay unos veinte cadáveres.

La profesora Antonia Aránega, directora del departamento de Anatomía y Embriología Humana, admite que hay «más de los que podemos asumir». A la pregunta de a qué se puede deber: «Me gustaría pensar que se debe a un mayor interés por la Ciencia, pero no estoy muy segura», responde. Lo verdaderamente comprobable es que hay más donaciones de cuerpo. Para no confundir. Lo cierto es también que la voluntad de ser donante de cuerpo la debe hacer el sujeto en cuestión por lo que debe expresarse y haber hecho el carné antes. Que nadie piense que una persona que se muere los familiares pueden decidir que el cuerpo se dona a la Ciencia y no se paga entierro. Eso no es así.

Al año llegan al departamento de Anatomía y Embriología Humana una media de cien personas que se hacen el carné de donante. «Entre unas 115 y 120 personas», especifica la persona encargada de estas gestiones. El cuerpo suele ser utilizado para la docencia y la investigación durante uno año. Todo depende de las condiciones en las que esté. Suelen tener cuatro en la sala, el resto está en el depósito. Los procesos de conservación son muy estrictos.

Por su parte, la profesora Aránega sostiene que el prestigio y la posición de la Facultad de Medicina granadina en los rankings científicos y sociales también influye a la hora de decidir dónde donar el cuerpo. Cree que las donaciones de cuerpo a la Facultad de Medicina de Granada –tradicionalmente asume los de Andalucía oriental– también se deben a ese prestigio.

Traslados
En relación a los rankings y reconocimientos de la Facultad de Medicina en todo el territorio, Antonia Aránega manda un mensaje a diferentes despachos –que cada uno haga cuentas–: «Esos rankings, prestigio y reconocimiento hay que consolidarlos en todos los niveles, incluso los locales. El profesor es un valor añadido y a lo mejor no está mal una palmadita en la espalda». Dicho queda. Como recuerda la profesora Aránega este reconocimiento nacional –es el centro con la nota de corte más alta y el más demandado– no es flor de un día sino de un trabajo constante por parte del profesorado.

Por otra parte, hay que recordar que los alumnos de la Facultad de Medicina cuentan con cuatro cadáveres –bien tratados y conservados en formol– en la sala en la que hacen las prácticas. El resto están en el depósito. Son estudiantes de primero y de segundo los que realizan las prácticas. Esos cuerpos en los que tanto aprenden y que han sido la base de la enseñanza desde hace años y años han sido donados altruistamente para este cometido.

Los donantes, todos, disponen de un carné en el que entre otras cosas se expresa la firme voluntad de que «hago donación de mi cuerpo para que después de mi fallecimiento sea utilizado por el departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada con fines docente y de investigación». Un detalle, en el documento que se firma se puede señalar si se consiente o no que el cuerpo pueda ser trasladado a otra Facultad de Medicina con los mismos fines.

Los que no pueden ser
En la actualidad, como hace más de un año que la Facultad de Medicina de Granada no está recibiendo cadáveres –porque no hay espacio– a los familiares de donantes que han fallecido si lo preguntan se les explica que puede llevarse a otros centros en el caso de que tengan espacio.

No todo el mundo puede ser donante de cuerpo. Hay algunas excepciones. Son, por ejemplo, cuando el cuerpo no permite la fijación, en casos como autopsia o donación de órganos (excepto lo ojos); grupo uno del reglamento de la policía sanitaria mortuoria (tétanos, carbunco, gangrena gaseosa, enfermedades cuarentenables y radioactivos); enfermedades producidas por priones, especialmente encefalopatías espongiformes transmisibles; enfermedades del S.N.C. –sistema nervioso central– (si existe inseguridad en el diagnóstico); y las enfermedades sospechosas de ser producidas por filovirus (ébola y otras fiebres hemorrágicas), arenavirus (lassa y otros) y falvivirus (fiebre amarilla, dengue y encefalitis transmitida por mosquitos y garrapatas).

En el documento se recoge, además, que «en todos los casos la Universidad se reserva el derecho para determinar la aceptabilidad de una donación». El traslado se hace con cargo al departamento que recibe al donante fallecido. Esta gestión y demás papeleos pueden costar unos ochocientos euros. La incineración –eso una vez que el cuerpo ha sido utilizado para la docencia y la investigación–, sobre los dos mil euros.

En ese documento que firma el donante se especifican todos los pasos a seguir para ser donante y una vez muerto. En esos supuestos se dice, además, que «el hacerse donante solo expresa una opción generosa y voluntaria que en ningún caso le compromete ni le impide cambiar de opinión, pudiendo dejar de serlo en el momento que lo desee o lo comunique a sus allegados sin trámite alguno». Una curiosidad, en el documento para el carné va la firma del propio donante y la de un testigo.

Un detalle más, aunque ahora hay cadáveres en el depósito de la Facultad de Medicina la voluntad de ser donante se puede seguir expresando y haciéndose el carné en el departamento de Anatomía y Embriología Humana.

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