LOCAL
GRANADA
La Universidad perderá doscientos docentes por jubilación en un lustro
La edad media del funcionariado se sitúa en los 49 años, por lo que la fecha crítica será a partir de 2015 El Rectorado se plantea incentivar las jubilaciones para llegar a ese umbral con una generación de relevo
M. VICTORIA COBO/GRANADA
ImprimirEnviar
Publicidad
Por la Universidad de Granada también pasa el tiempo. La institución va ya por su quinto siglo de historia, aunque trata de mantenerse en constante revolución interna. Nuevas carreras, nuevos retos y nuevas fórmulas de enseñanza. Un cambio permanente que llega ya al profesorado casi por necesidad. Y es que en el próximo lustro son unos doscientos docentes los que podría perder la Universidad por jubilación. Esta necesidad de rejuvenecer a la plantilla se aprecia observando las edades de este sector universitario. Actualmente, nada menos que 83 docentes siguen en activo una vez cumplidos los 65 años, edad en la que ya pueden retirarse. En el tramo anterior, entre los 60 y 64 son otros 181 profesores los que acuden cada día a clase para enfrentarse a sus alumnos, aunque muchos de ellos ya cumplen los requisitos para disfrutar de un descanso. Este grupo importante del funcionariado -supone más de un 12%- podría dejar de prestar sus servicios en la institución académica en el próximo lustro.
Por ello, el relevo generacional se hace importante pero no llega a ser preocupante. De hecho, desde el rectorado ya pusieron en marcha hace al menos tres años un proceso de contratación de profesores jóvenes, como explica el vicerrector de Ordenación Académica, Gabriel Cardenete. «En los últimos años hemos contratado a unos sesenta docentes jóvenes», explica el responsable, que ha recibido una cantidad similar de jubilaciones en el mismo periodo.
Incentivos
Ante todo esto, «la Universidad de Granada se plantea, como todas, elaborar un plan de incentivación a la jubilación», explica el vicerrector. Procesos similares se han implantado ya en las universidades de Córdoba y Sevilla. Esta solución resulta rentable «tanto desde el punto de vista económico como de capital humano», ya que por cada jubilación pueden asumir al menos una nueva contratación, con lo que rejuvenece progresivamente la plantilla. La edad para continuar en activo como profesor universitario se extiende hasta los setenta años, y después se pueden aprobar dos años más de docencia como profesor emérito. Actualmente son muchos los docentes que deciden prolongar su vida activa una vez cumplidos los 65 años por mantener intacta su vocación, o por cuestiones monetarias.
De ponerse en marcha el plan de incentivación a la jubilación, habría al menos 90 personas que podrían acogerse en los primeros cinco años y hasta 180 en los cinco siguientes. Se trataría de que la Universidad asumiera parte de la diferencia salarial para todo el que se acoja a la jubilación, de forma que los docentes no pierdan capacidad adquisitiva.
Pese a todo esto, desde Ordenación Académica señalan que la situación no es aún preocupante. La edad media de la plantilla es de 46,9 años, aunque se eleva hasta los 49,6 entre los funcionarios, que ocupan el 62% de los puestos docentes. Por todo ello, será en el umbral de 2015 cuando se plantee el auténtico problema, ya que actualmente hay una masa de unos 800 docentes que se encuentran en la franja de edad entre los 46 y 56 años, los que en la próxima década dirán adiós a las aulas.
Este gran grupo de docentes coincide con el boom de expansión de la Universidad de hace veinte años, en el que se amplió de forma importante el número de carreras y el de alumnos.
Por áreas
Este desarrollo más tardío de algunas áreas hace que el envejecimiento de los docentes se concentre en las facultades más tradicionales. De las 166 áreas de conocimiento que tiene la Universidad, tan sólo setenta superan los 51 años, y muchas de ellas están entre esa edad y los 53 de media.
Entre facultades, son algunos departamentos de Medicina y Filosofía los que cuentan con profesores más veteranos -incluso hay un departamento que tiene 60 años de media-, y los más jóvenes se encuentran en la facultad de Económicas y Empresariales -que tiene dieciséis años de vida-, con departamentos que no llegan a los cuarenta años de media.
El número de horas de docencia que imparten tanto los más veteranos como los más jóvenes es el mismo: un máximo de 24 horas a las que habría que sumar seis semanales de tutorías y el tiempo de preparación de las clases.
La buena salud de la plantilla docente universitaria es difícil de discernir, aunque los alumnos han puntuado con buenas notas a sus profesores en la encuesta de evaluación docente. Con este proceso de relevo se abre un debate difícil de dilucidar, la veteranía frente a la ilusión y las ganas. Lázaro Rodríguez, decano de Económicas, ofrece algunas claves. «Tiene una parte positiva, por las ganas y el entusiasmo, y otra negativa, porque hay mucho profesorado en formación, que necesita dedicar tiempo a las tesis doctorales». En cualquier caso, tanto en esta, como en otras facultades, la experiencia sigue siendo un grado.