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La pasión prohibida por el chocolate

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La pasión prohibida por el chocolate

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DE todos es sabido que la prohibición incita el deseo. Pero nadie recuerda esta premisa cuando se trata de comer chocolate. La mayoría de las personas destierra las delicias de cacao del círculo de placeres que brinda la vida a diario por motivos de cintura. Esta pasión prohibida -especialmente para la mujer por cuestiones de estética- altera las emociones y provoca una irrefrenable ansiedad en muchas féminas.

Un estudio de la Universidad de Granada llevado a cabo por la doctora en psicología Sonia Rodríguez Ruiz, ha analizado los mecanismos tanto fisiológicos como psicológicos que lleva parejo el deseo irresistible o craving por el chocolate. Según la investigadora, esta sustancia provoca «un conflicto motivacional de aproximación y evitación, un quiero y no puedo», afirma.

El estudio plantea el porqué una persona necesita comer chocolate de manera impetuosa. Rodríguez, granadina de 27 años, explica que hay teorías que apuntan que el cacao contiene sustancias adictivas: «Actúa como una droga porque nos hace sentir bien y recurrimos a ella cuando estamos bajo estados de ánimo negativos, como por ejemplo estrés, ansiedad o depresión». De hecho, el chocolate contiene cafeína, teobrimina, serotonina, triftófano, feniletilamina y anandamina, sustancias psicoactivas relacionadas con el amor y el sexo, pero que, sin embargo, también contienen el queso o los frutos secos. «Nadie dice que es adicto al queso, pero sí se asegura esto del chocolate, que es el rey de los alimentos prohibidos», señala Sonia.

La delgadez y la belleza

La diferencia la marca la prohibición. Querer evitar tomar chocolate por no engordar y mantener la línea crea un estado de ansiedad que en algunos casos llega a producir graves patologías, como bulimia. Según la investigadora, esto explica que sea la mujer quien sufre una mayor atracción por los bombones, chocolatinas y demás productos similares, porque socialmente se le exige estar delgada y después de comerlos experimenta un sentimiento de culpa que rara vez padecen los hombres. «Aunque actualmente son muchos los varones que se preocupan de su aspecto, como los metrosexuales tan de moda», apunta la psicóloga.

Para el estudio se seleccionaron 72 mujeres -estudiantes sanas, que no sufrieran ningún tipo de trastorno alimenticio y que tuvieran una edad comprendida entre los 18 y los 23 años- y se las sometió a una prueba consistente en la visualización de imágenes de diferente contenido emocional: agradables -relacionadas con el sexo o el erotismo-, desagradables, neutras o específicas de chocolate. Así se estudiaron las reacciones corporales a estos estímulos: sudor, parpadeo, respiración, ritmo cardiaco y otros parámetros. Por último, la prueba se complementó con la valoración subjetiva de las participantes a través de tres cuestionarios más.

Los resultados muestran que en el grupo de alto craving la respuesta cardiaca de defensa fue menor ante las diapositivas de chocolate y mayor ante las fotos desagradables comparada con el grupo de bajo craving. Además, y en contra de lo previsto, el grupo de alto craving incrementó el parpadeo y la sudoración ante el chocolate, en comparación con el grupo de baja ansiedad. Según Sonia Rodríguez, esto sugiere que ante las imágenes de chocolate se activan de forma simultánea los sistemas motivacionales apetitivo y defensivo, por lo que el conflicto entre las ganas de chocolate y el querer evitarlo -la prohibición- es mayor. La investigadora comenta que se ha realizado este mismo estudio en Inglaterra, «donde existe una mayor disponibilidad de estos productos, para comprobar si esto generaba también un mayor deseo. Se ha descubierto que sí, que en este país se da un mayor conflicto. Los hombres de allí obtienen resultados similares a las mujeres de aquí», explica Sonia.

Algunas organizaciones de consumidores están interesados en este estudio, que pone de manifiesto la necesidad de evitar la publicidad en la que impera los cuerpos diez, los productos lights y las dietas, «porque cuanto más se insista en perder peso, mayor ansiedad se genera».

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