TRIBUNAABIERTA
La filología catalana en la Universidad de Granada
LOURDES SÁNCHEZ RODRIGO/PROF. TITULAR DE FILOLOGÍA CATALANA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
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EL año 1963 aparecía por primera vez en los planes de estudio de la Universidad de Granada la materia de Lengua y Literatura Catalanas dentro de la especialidad de Filología Románica. Fruto del interés de Don Andrés Soria Ortega, director del Departamento en aquellos años, la enseñanza del catalán se fue encargando a diversos docentes, las profesoras Dª Montserrat Rubió i Lois, Dª Mercedes Saura y Dª Luisa Trías Folch y yo misma en los últimos veinte años. Cuando en los difíciles años de la Dictadura la enseñanza de las lenguas del Estado estaba prohibida en las Universidades españolas, la Lengua y la Literatura Catalanas ya se impartía en nuestra Universidad y su interés entre los estudiantes iba en aumento y lo ha ido haciendo hasta nuestros días, debido sobre todo a que los diferentes planes de estudio que se han ido sucediendo durante más de 40 años no han obstaculizado esta enseñanza sino que, por el contrario, la han abierto al conjunto de los universitarios, no exclusivamente a los alumnos de Letras y, en concreto, de Filología, lo que ha supuesto un incremento considerable de la matrícula.
La Universidad de Granada siempre tan presente en la vida de nuestra ciudad nunca ha dado la espalda a una realidad lingüística evidente: la existencia de una lengua y una literatura con una larga y floreciente tradición que se remonta a la Edad Media, cuando se escribieron las grandes obras de Ramon Llull, Ausiàs March o Joanot Martorell, hasta nuestros días en que los escritores y sus obras se suceden en cantidad y calidad, Jacint Verdaguer, Joan Maragall, Carles Riba, Josep Pla, Salvador Espriu, Mercè Rodoreda y los más recientes Terenci Moix, Miquel Martí i Pol, Quim Monzó, Àlex Susanna o Joan Margarit, por citar sólo a poetas y novelistas, nómina a la que habría que añadir arquitectos, escultores o pintores catalanes como Gaudí, Dalí o Tàpies, todos son cita obligada para entender el arte y la cultura española contemporánea.
GRANADA siempre se ha hecho eco de los acontecimientos culturales catalanes más relevantes. Si a finales del siglo XIX y bien entrado el XX veíamos cómo en los diarios de la ciudad los nombres que lideraban las grandes transformaciones sociales y culturales catalanas, eran objeto de comentario y ejemplo a seguir, en estos últimos años, en la Universidad y en otros centros culturales de la ciudad como el Museo Casa de los Tiros, se han celebrado congresos y exposiciones, se han organizado simposios y oído conferencias y recitales poéticos a los que han acudido prestigiosos investigadores y destacados escritores. De ahí que el convenio que ha firmado este curso la Universidad de Granada con el Institut Ramon Llull venga a ratificar ese estado de fructíferas relaciones culturales y sociales entre nuestra ciudad y la comunidad catalana.
El Institut Ramon Llull, institución creada por los Gobiernos de Cataluña y de las Islas Baleares, con la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno español, tiene por objeto la proyección exterior de la lengua catalana y de la cultura que en ella se expresa, en especial la literaria, en todas sus modalidades, materias y medios de expresión así como su aprendizaje fuera del dominio lingüístico, según establecen sus estatutos, estimulando su uso a todos los niveles, actuando en campos concretos y potenciando el impulso creativo de los organismos y las personas. Si consideramos que no es lógico que, aún en nuestros días, no haya ninguna Universidad española, fuera de las del ámbito territorial catalán, que no ofrezca la titulación de Filología Catalana y que las actuaciones en relación al catalán sean esporádicas, (pensemos que, en la comunidad andaluza, sólo es la Universidad de Granada la única que tiene en sus planes de estudio un Área de Conocimiento de Filología Catalana aunque en condiciones muy limitadas), la firma de este convenio viene a refrendar lo que se tiene que calificar como de normalidad en la política universitaria española. Quizá podamos argumentar como crítica que la acción exterior de las instituciones culturales catalanas siempre se ha centrado con más ímpetu fuera del Estado, cuando es en nuestros centros de enseñanza, universitarios o no, donde hay que hacer un mayor esfuerzo para su implantación, pero, creemos, que el esfuerzo debe ser de todos, de nosotros y de ellos, porque todos tenemos la obligación, y más desde los centros de educación, de dar por finalizado ese tradicional enfrentamiento español entre comunidades. De esta manera habremos dado un gran paso adelante en una normalidad cultural que en este país se está muy lejos de alcanzar. Los estudiantes granadinos que se han acercado a los estudios del catalán son el ejemplo vivo y presente de que se puede llegar a esta situación. Su curiosidad por conocer un mundo tan cercano y al mismo tiempo tan lejano y el saber que el mercado laboral que se les abre, conocedores de la realidad del país, pasa por su integración lingüística en la comunidad catalana, lo que les impulsa a completar su formación sin prescindir de estas materias, nos viene a decir que no todo está perdido y que, en medio el debate político entre comunidades, todavía hay lugar para la esperanza.
SON malos tiempos para las Filologías, no sabemos en qué quedarán los planes de estudio y las titulaciones ahora vigentes, las opiniones son contradictorias, los malos augurios numerosos y las buenas promesas también, pero, de una u otra manera, será imposible que ni éste ni ningún otro gobierno ratifique definitivamente su defunción, más cuando se firman proyectos universitarios y culturales como éste entre la Universidad de Granada y el Institut Ramon Llull que viene a cumplir el Punto 3, Artículo 3 del Titulo VIII de la Constitución Española en el que leemos «que las riquezas de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección».