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La falta de plazas hace que se tarde dos años en pasar unas oposiciones básicas

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GRANADA
La falta de plazas hace que se tarde dos años en pasar unas oposiciones básicas
Las administraciones hacen cada vez más selectivo el acceso a la función pública y convocan menos pruebas Obtener un empleo fijo, aunque suponga cobrar salarios no muy altos, sigue siendo el principal objetivo de los aspirantes, cada vez más jóvenes
RAFA LÓPEZ/GRANADA

CLASES. Desarrollo de una de las clases preparatorias de oposiciones en un centro de formación. /JUAN ORTIZ

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La última escena multitudinaria tuvo lugar el pasado mes de octubre. Miles de opositores colmaron varias facultades de la Universidad de Granada para realizar los exámenes de los grupos C y D -administrativo y auxiliar- de la Junta de Andalucía. Fueron casi 5.800 personas de sopetón. Hubo nervios, ansiedad e incertidumbre a raudales. Pero escenas como ésta menudean cada vez más.

La precariedad del mercado laboral empuja progresivamente a más ciudadanos a aspirar a un empleo dependiente del sector público. Pero las administraciones convocan cada vez menos pruebas de acceso, lo cual incrementa la competencia de los opositores hasta límites insospechados. La estrechez del embudo y la masiva cantidad de aspirantes hace que se tarde ya mucho tiempo en obtener el ansiado puesto con plaza fija. Por ejemplo: superar una oposición básica como la de auxiliar administrativo supone a estas alturas dedicar más de dos años de estudio y esfuerzo. Eso, en el mejor de los casos.

Bastan algunos ejemplos para comprobar que las ofertas menudean. La Universidad no celebra desde 2000 unas pruebas masivas de selección de personal. Por su parte, las últimas oposiciones celebradas por la Diputación se remontan al año 2000. No hubo otra convocatoria hasta años después, en 2004, y está impugnada por los sindicatos. Y las últimas pruebas del Ayuntamiento de Granada son de 1999-2000 y de 2003-2004. Es decir, tres de los grandes colosos del empleo público en la provincia convocan pruebas con cuentagotas desde hace años. No obstante, la Universidad y el Ayuntamiento celebrarán exámenes en unos meses.

La Administración central -cada vez con menos peso por la transferencia de competencias a las autonomías- no es actualmente la generadora de empleo en Granada que era antes, y ello repercute en un número cada vez menor de plazas. Y según recuerda Blas Baquero, director de la academia Ipao en Granada, estas pruebas son poco atractivas para los opositores, pues corren el riesgo de ser enviados a provincias lejanas en caso de conseguir aprobar.

Y la Junta de Andalucía presenta algunas circunstancias particulares: en julio del pasado año 2005 celebró las oposiciones de 2003 -que se había saltado en su momento- y después, en octubre, realizó los exámenes del mismo 2005. Con ello, no ha habido pruebas correspondientes a 2004.

En resumen, la maquinaria de las oposiciones no ofrece el mismo rendimiento de antaño. Carmen Palma, de la academia Trajano Centro Formación, resume así este estado de cosas: «En general, el juego que dan ahora las administraciones es menor que el de antes».

En esa misma línea, el director de la academia Ipao -una de las más especializadas en oposiciones en Granada- concluye que a los aspirantes «les cuesta ahora más trabajo aprobar que antes».

En tal situación, aprobar a la primera no es tarea heroica, sino prácticamente imposible. Para aprobar en las categorías básicas, como la de auxiliar administrativo, no se tarda actualmente menos de dos años, mientras el plazo va de dos a tres en el caso del grupo C -administrativo-, de tres a cuatro en el grupo B -técnico de gestión- y más de cuatro años en el grupo A -técnico-.

«Preparar una oposición exige una dosis muy alta de dedicación y sacrificio. Es cierto que hay personas que se inscriben y después ni se presentan, pero hay gente que se lo toma muy en serio y que sabe que se juega mucho con las oposiciones, y por eso se esfuerzan al máximo. La competencia es muy dura», dice Carmen Palma.

Por su parte, Blas Baquero sostiene que todavía hay más competencia por un detalle: muchos licenciados universitarios que optan a categorías superiores se presentan también, «de paso», a las inferiores para asegurarse un puesto de trabajo, lo cual perjudica a quienes gozan de titulaciones más bajas.

Más jóvenes

Según ha observado Trajano Centro de Formación -una academia especializada en preparar opositores-, los aspirantes a funcionarios con cada vez más jóvenes. Años atrás, el perfil más común del opositor era el siguiente: persona que tras su paso por la universidad fracasaba por diversos motivos en varias experiencias laborales y finalmente acababa optando por preparar unas oposiciones.

Ahora, sin embargo, son más frecuentes los supuestos de personas que empiezan la oposición con la carrera universitaria recién acabada, esto es, antes de haber buscado otros trabajos.

«Lo que vemos incluso es que muchos estudiantes que aún no han terminado la carrera ya empiezan a prepararse las oposiciones para ganar tiempo. Esto es muy preocupante, porque denota lo mal que está el mercado de trabajo», resume la responsable de formación de Trajano.

Objetivos

¿Por qué estas personas buscan una plaza de funcionario? Los dos motivos tradicionales siguen vigentes. El primero: estabilidad laboral, pues obtener un puesto de este tipo significa prácticamente un seguro de vida y una garantía de contar con trabajo hasta la jubilación, salvo remotos imponderables. Y segundo: un buen horario, pues, aunque con diversas modalidades, básicamente se puede seguir realizando el clásico horario de 8 a 15 horas. Ello significa jornada continuada y obtener la posibilidad de realizar otras tareas durante el tiempo libre.

El sueldo, pues, sigue siendo importante para los opositores, pero no tanto por su cuantía -las administraciones no pagan salarios elevados- sino por la seguridad de que llegará cada fin de mes.

La Administración central es la que abona nóminas más bajas a sus empleados, mientras que la Diputación y los ayuntamientos son los pagan nóminas más altas, según los preparadores de oposiciones.

Aunque los sueldos no son excesivamente altos, muchos funcionarios con inquietudes optan a mejorarlos a través de la promoción interna, lo cual les obliga a realizar nuevas oposiciones.

Lo peor

Según las fuentes consultadas, lo peor de las oposiciones radica en la competencia dura y «perversa» que genera entre los aspirantes a una plaza. Es decir: no basta con realizar excelentes e impecables exámenes, sino que «es necesario ser mejor que los demás».

Basta un ejemplo. La opositora M. A. obtuvo en las últimas pruebas de auxiliar administrativo de la Junta de Andalucía nada menos que 100,2 puntos sobre un total posible de 110. Es decir, culminó su oposición de forma brillante. Pese a eso, ocupa un puesto por debajo del 2000 en la clasificación final a falta de que se apliquen los baremos correspondientes… y hay que tener en cuenta que el número de plazas es de unas 500. En resumen: aun con exámenes impecables los aspirantes se quedan muy lejos de las plazas de funcionario que están en juego.

En el concurso oposición es casi imposible aprobar si no se es interino o se han realizado trabajos para la Administración. El círculo que se establece es: lo más frecuente es que los interinos aprueben y que los demás pasen a ser interinos. Y así sucesivamente.

En las oposiciones hay cosas que no cambian con el tiempo. Por ejemplo, según los expertos consultados, notarías, registradores de la propiedad y judicatura continúan siendo las oposiciones más duras de cuantas hay, de modo que es muy difícil superarlas en menos de cinco años.

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