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La Facultad de Babel

– La Facultad de Babel.

Desde los intérpretes del juicio del 11-M a empleados del Parlamento Europeo, Traductores e Intérpretes de Granada lleva casi 30 años adaptándose a los cambios sociales y licenciando a exquisitos profesionales.

CÓMO se podría haber juzgado a los autores de la masacre del 11-M sin los intérpretes de árabe y español? De ninguna manera. Desde que ponemos un pie en el suelo por la mañana, casi todo lo que utilizamos «está traducido: las noticias, las etiquetas de la ropa, los ingredientes de lo que estamos comiendo, el programa de nuestro ordenador, el funcionamiento de nuestro coche…». Es una reflexión de Dorothy Kelly, profesora de Traducción en la Universidad de Granada, una institución que lleva casi 30 años surtiendo de profesionales a la sociedad.

Precisamente el jefe de interpretación del polémico proceso judicial del 11-M salió de las aulas de esta facultad ubicada en plena calle Puentezuelas, en el centro histórico de la ciudad de la Alhambra. Por sus históricos pasillos también anduvieron alumnos convertidos hoy en trabajadores del Ministerio de Interior, profesores universitarios en EE UU y en la mayoría de facultades de España, empleados en la Comisión y el Parlamento europeos…

Y es que estas aulas gozan de gran prestigio académico, ya hace unos años la especialidad de Inglés tuvo la nota de corte más alta de toda España. «Aún así, cuando digo que estudio Traducción e Interpretación me contestan ¿ah, una futura actriz!», comenta indignada en un descanso de clase Sandra Ladero, de cuarto curso. Ella y el resto de matriculados, casi 1.500, tienen el honor de formar parte de la única institución educativa española donde se imparte el árabe como lengua principal para ser traducida e interpretada.

«Nuestra labor es muy importante, pero aún falta reconocimiento social», dice Dorothy Kelly antes de señalar que las salidas profesionales más comunes para las últimas promociones son la rama científico-técnica y la localización, que consiste en traducir a los diferentes mercados mundiales programas informáticos, además de adaptarlos culturalmente al país receptor.

«Las salidas que más llaman la atención de los alumnos son otras, como la traducción audiovisual en los estudios de doblaje», apostilla.

Además del inglés, francés, alemán y árabe como primera opción, se imparten otras nueve lenguas extranjeras como segunda alternativa. Aún así, nada que ver con la Torre de Babel, allí todo el mundo se entiende. Palabra de la decana, Eva Muñoz.

Sandra Ladero y Victoria Gómez, ambas de Málaga, son sólo un ejemplo de los muchos jóvenes llegados a la ciudad de la Alhambra de todas las partes del mundo con la intención de aprender a traducir textos al español y del español a otras lenguas. Las dos coinciden en que cursan una «carrera que está de moda» en la que «irse de Erasmus y viajar es una obligación». A estos licenciados se les abren horizontes cada vez más amplios con la traducción audiovisual y multimedia y en los estudios de doblaje.

En Mallorca o Marbella

Cuando abandonan estas aulas, se abre un mundo mucho más amplio que el de los puestos de trabajo prestigiosos. Sandra y Victoria, cerca de tener su titulación en la mano, señalan: «El árabe, desde hace un tiempo, tiene muchas salidas; pero el alemán también, si te vas a vivir a Mallorca o a Marbella».

«El francés es escaso en el mercado local, pero como el Magreb está cerca no es tan difícil encontrar salidas», reflexiona el profesor Jesús A. De Manuel Jerez, que en su día formó parte del grupo de Schengen (1992-94), en Bruselas.

A pesar del esfuerzo intelectual, de las altas notas de corte y de que estos alumnos son como príncipes, ya que acuden cada día al Palacio de las Columnas, donde se ubica la Facultad, la realidad que les espera en muchos de los casos es trabajar como autónomos. «Son muy pocas las empresas que tienen en plantilla un traductor o un intérprete», reconoce Eva Muñoz, la decana, que señala que la de Granada no es una institución especializada en traductores literarios.

Además, debe haber mucho corporativismo entre ellos porque ninguno de los consultados se atreve a mofarse de una mala traducción de un libro. «Es muy difícil, a veces al traductor sólo le han dado dos semanas para hacer su trabajo. Además, hay que tener en cuenta que si la cultura de origen es muy diferente a la cultura de salida, se pierden muchos matices en el camino», aclaran Sandra y Victoria, que están orgullosas de formar parte de la única facultad española que otorga un título con el que no se necesita opositar a Traductor Jurado si en el expediente académico figura que se han cursado 12 créditos de interpretación y 24 de traducción jurídico-económica. Un lujo.
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