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La Escuela de Informática de la UGR rescata el proyecto del aulario para zanjar sus problemas de espacio

Si por algo se define la Escuela de Informática de la Universidad de Granada (UGR), en el campus de Aynadamar, es por su falta de espacio. De hecho, su director, Buenaventura Clares, admite que no ha pasado un solo año en el que no haya tenido que emplearse a fondo para conseguir que todo el personal tuviese una silla donde sentarse para trabajar o estudiar.

La solución a estos problemas es construir un aulario y un módulo para los docentes e investigadores. De momento, el rector, Francisco González Lodeiro ha dado luz verde para el aulario, un antiguo proyecto que, inicialmente, constaba de 5.000 metros cuadrados y un presupuesto de tres millones de euros. En cambio, el módulo para profesores e investigadores sigue en «negociaciones», aunque dicen en la UGR que se levantará en un sitio cercano a la escuela.

Puede ser así el principio del fin para una situación surrealista, la de unos grupos de investigación que son referentes a nivel autonómico y nacional y que se encuentran trabajando en lugares tan variopintos como un piso alquilado, los bajos de un edificio cercano que antes era un supermercado y el edificio de empresa de Diputación. Todo por una falta de espacio que parece estar cerca de una solución definitiva.

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