VIVIR
La ciencia, en femenino
Unas jornadas del IAM recuperan la figura de las investigadoras en la historia y reivindican la igualdad sexual en el campo científico
BRÍGIDA GALLEGO-COÍN// FOTOS: RAMÓN L. PËREZ / GRANADA
A CIENCIA CIERTA. Ana Rossetti, Carmen Solera y Asunción Jódar, durante las jornadas.
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LIBRO
F Título: La tejedora de sueños.
F Autora: Ana Rossetti.
F Ilustraciones: Asunción Jódar.
F Número de páginas: 31.
F Editorial: Instituto Andaluz de la Mujer. Asesoramiento científico del Parque de las Ciencias.
ERAN tiempos en los que las mujeres bajaban la cabeza ante las decisiones que tomaban por ellas; primero el padre, más tarde el marido. Épocas donde muchas vocaciones murieron aplastadas por el peso de los deberes domésticos. «Siempre quise ser química, pero mi padre dijo que no era cosa de mujeres y tuve que matricularme en Magisterio. Antes de terminar la carrera, me casé y dejé los estudios porque mi marido no me permitió trabajar». Es el testimonio de María, asistente a las jornadas Mujeres a ciencia cierta, que se clausuraron ayer en Granada, organizadas por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM).
Entusiasta de avances químicos como el bótox -«Yo lo llevo puesto y rejuvenece una barbaridad, es un invento maravilloso, nunca acertarías mi verdadera edad», dice- María cita como ejemplo a su cuñada, que contra viento y marea estudió Ingeniería. «Era la única chica en la Universidad y supo hacerse respetar. Yo nunca me sacaré la espinita de no haber podido aprender Química. Ahora que mi marido está jubilado y mis hijos casados, me dedico a vender productos cosméticos por entretenerme. Es lo más parecido a la química que he podido hacer», dice María.
«He luchado mucho para que mis cuatro hijas estudiaran cada una lo que le apetecía. Me he sacrificado lo que ha sido necesario, pero ahora todas son excelentes profesionales y yo, una madre orgullosa. Por nada del mundo hubiera permitido que les pasara lo que a mí, que no pude estudiar, aunque me gustaban con locura precisamente las ciencias. Por eso he venido hoy», explica Rosa, que no terminó ni la EGB. «Pero no soy ninguna ignorante -matiza-. He leído lo que nadie puede ni imaginarse, y aprovecho todas las oportunidades que tengo para aprender más».
Rosa abre el maletín donde está guardado el material que le han entregado al inscribirse en las jornadas y pasea la vista por el libro La tejedora de redes, basado en la historia de Ada Byron, hija de uno de los poetas más polémicos de la historia de la literatura y de una de sus parejas, la matemática y astrónoma lady Anabella Mibanke, conocida como la Princesa de los Paralelogramos.
Una mirada al pasado
El cuento, escrito por Ana Rossetti y deliciosamente ilustrado por la pintora Asunción Jódar, cuenta la vida de esta joven llena de talento que supo vencer sus problemas físicos gracias a una mente burbujeante que la convirtió en la primera programadora del mundo. Tanto, que en 1970 el departamento de Defensa de Estados Unidos bautizó con el nombre Ada un nuevo lenguaje de programación en su honor.
La escritora gaditana dedicó el cuento a su profesora la madre Evangelista: «Fue la primera persona que me hizo ver que la ciencia no era cosa de hombres».
Además de la charla de Carmen Solera, directora del Instituto Andaluz de la Mujer en Granada, que enfatizó la necesidad de conseguir la completa igualdad entre hombres y mujeres a todos los niveles, tuvo lugar la proyección de un interesante DVD. Una esclarecedora mirada hacia el pasado que repasó casos como el de Agnódice, que en el mundo antiguo estudió Medicina y Obstetricia disfrazada de hombre; de Perictione, madre de Platón, que ya hablaba de la jerarquización de las ciencias en su tratado Sobre la sabiduría. En su texto La ciudad de las mujeres, Christine de Pizan escribió en defensa de las mujeres reclamando por su educación.
Disfrazada de hombre
Más recientemente, no tienen precio las aportaciones de María Mitchell, primera persona en identificar un cometa con un telescopio, James Miranda Stuart Barry, que disfrazada de hombre hizo la primera cesárea exitosa en el siglo XIX, o la mítica madame Curie.
Entre las españolas destaca la doctora en Farmacia María Blanco, galardonada con el Premio Nacional Reina Sofía, Elena Maseras Ribera, la primera mujer matriculada en la universidad española y a la que en los primeros cursos se le impidió ir a clase por su condición sexual, entre muchas otras.
«Hemos seleccionado a estas mujeres, pero son muchas más las que a lo largo de la historia se han dedicado a la ciencia y la investigación -aclaró Carmen Solera-. Sólo con esta mirada podremos saldar una importante deuda histórica y establecer unas sólidas bases que nos permitan avanzar, mujeres y hombres, sin discriminación y con paso firme por la rienda del saber la libertad y la igualdad».