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La ampliación del Prado, Álvarez Cubero y Granada

– La ampliación del Prado, Álvarez Cubero y Granada

PARA conmemorar la ampliación del Museo del Prado se ha organizado una exposición extraordinaria en cuanto al número de cuadros expuestos y la calidad de los mismos, así como una docena de esculturas, esta exposición abarca todo el arte del siglo XIX, estando colgados en la misma cuadros de Goya, Aparici, Madrazo Rivera, etc. y los más representativos del romanticismo español, de la docena de esculturas expuestas destacan tres obras del prieguense José Álvarez Cubero.

Muy pocos datos se conocen de la vinculación a Granada del más famoso de los escultores del neoclasicismo español: un artículo publicado en 1968 de Orozco en el periódico Adarve y un trabajo que está pendiente de publicación de la doctora de la Universidad de Granada Ana María Gómez Román y de Rafael Fernández López (El escultor José Álvarez Cubero y su formación en la Escuela de Dibujo de Granada).

A principios de la última década del siglo XVIII en la cercana población cordobesa de Priego se rezaba a las vírgenes y cristos procedentes de Granada, sus iglesias y ermitas barrocas están llenas de barros de Risueño, tallas de Alonso Cano y de su escuela, de Pedro de Rojas o de los Moras así como cuadros de Fernando Marín.

Fue Álvarez Cubero el protegido del Arzobispo Virrey Caballero y Góngora el cual estudió y se formó en Granada en los colegios de Santa Catalina y Santiago a los cuales donó un hermoso cuadro de Bayeu y su famoso monetario compuesto por más de once mil piezas, tal vez la influencia de éste siendo obispo de Córdoba hizo que Álvarez Cubero ingresara en la Escuela de Dibujo que había creado la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Granada.

En esta escuela Álvarez Cubero permaneció algo más de dos años y en la cual obtuvo varios premios, trabajando de día de cantero posiblemente bajo la dirección del director de arquitectura Jaime Folch y con el hermano de éste, José, y en las largas y frías noches del invierno granadino se dedicaba a la confección de figuritas del nacimiento, según éste le contara a su hijo; figuritas sin catalogar que aun pueden estar en manos particulares, conventos o museos granadinos, que llenarían las casas de los más pudientes, así como los conventos e iglesias granadinas.

Así la formación académica de Álvarez Cubero en su primera etapa fue granadina, formación que completó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, pasando después como pensionado a París y a Roma. Tal vez sea el único artista español que haya tenido como maestros a los más célebres artistas del siglo XIX, ya que fue alumno de Goya en Madrid, de David en París y de Cánova en Roma.

Precisamente en el taller de este último labró Álvarez Cubero la Diana Cazadora (1809-1815) obra expuesta ahora en esta exposición extraordinaria en el Prado, que representa a la Artemisa diosa griega de la naturaleza y de la caza. Rebautizada por los romanos como Diana, está representada en el momento de sacar una flecha del carcaj, sosteniendo en la otra mano el arco, vestida con una ligera túnica ceñida a la cintura y que le cubre hasta medios muslos, dejando al descubierto el brazo y el seno izquierdo, el pelo recogido y acompañada por un lebrel que ya había iniciado la carrera, obra grácil y de juncal belleza.

No muy lejos de esta se encuentra la estatua sedente de la reina María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, realizada por Álvarez por encargo de éste, el cual aprobó los dibujos y el presupuesto que Álvarez desde Roma le envió. Está sentada en una silla decorada con las armas de la Corona de España, castillos, leones y flores de lis; en sus manos porta un cetro (hoy mutilado) y una corona de laurel. Está vestida al modo de las altas damas del imperio romano, modelo impuesto por Cánova y seguido tanto por Trovasen -como por Álvarez- en sus esculturas sedentes de la reina María Luisa de Palma o la marquesa de Ariza.

La Defensa de Zaragoza obra cumbre del neoclasicismo español de Álvarez Cubero se encuentra instalada en el amplio vestíbulo de entrada. Esta escultura semicolosal, realizada en mármol de Carrara, ha causado admiración desde que se expuso el yeso por primera vez en Roma en 1818, y representa a un hijo que defiende a su padre herido, escultura que pronto los romanos relacionaron con un episodio de la antigüedad clásica, cosa que desmintió el propio Álvarez , pues ésta representa un episodio sucedido en Zaragoza durante uno de los asedios de la Guerra de la Independencia.

Era la primera vez que un tema antiguo se trataba en la modernidad. Esta obra fue la pionera, (junto a los Fusilamientos de 2 de mayo de Goya) en su siglo de un naciente nacionalismo español (la Guerra de la Independencia fue el primer hecho que unió a todos los españoles contra un enemigo común, el francés) y seguido después tanto por escultores como pintores, que representaron momentos y episodios importantes de la historia de España.

Monumental escultura estructurada piramidalmente en la que destaca el estudio y ejecución de la anatomía del padre y el hijo, los pliegues que conforman los ropajes del anciano, amén de los pequeños detalles de toda la obra como arrugas, venillas, expresión, etc. que la hacen lo que fue y la que es la más bella escultura del neoclasicismo español.

Cuando cualquier granadino acuda a ver esta magnifica exposición que permanecerá abierta hasta abril del año próximo y admire las obras de Álvarez Cubero, verá en ellas algo suyo, ya que Álvarez Cubero tal vez llego a ser lo que fue por su pertenecía a la escuela de Dibujo granadina.

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