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La Alhambra en la leyenda

– La Alhambra en la leyenda

INTERESANTES y aclaratorio el artículo que el pasado día 26 de julio, este diario IDEAL daba con respecto a la incógnita, o pregunta, de que todos en alguna ocasión nos hemos hecho al contemplar el estado de los palacios y torres de la Alhambra. De cómo después de pasados tantos siglos y a pesar de haber sufrido terremotos, ataques en las guerras (incluida la de la Independencia), cuando los franceses en su huida depositaron cargas de pólvora en sus torres y murallas y que afortunadamente el cabo de inválidos José García, exponiendo su vida pudo salvar contando la mecha que llevaría a su destrucción. Tormenta, lluvias torrenciales, aluviones del río Darro. Incluso hubo una época en que el recinto fue refugio de maleantes, cobijo de indigentes, etc., que encendían hogueras para guarecerse de los rigores del frío, y guisar algún que otro alimento. La respuesta a nuestra pregunta, nos la da el profesor don José Miguel Azañón del departamento de Geodinámica de la Universidad de Granada, quien asegura que el terreno donde está ubicada la Alhambra, o castillo rojo, como sería su significado (llamada así por el tono rojizo de su tierra), junto con su magnífica construcción y su cimentación en la roca, son la consecuencia de su buena conservación. Esa es la respuesta fruto de estudios del terreno así como de la construcción de la misma.

Sin embargo hemos de reconocer que todos en alguna ocasión, cuando contemplamos el conjunto histórico desde el mirador de San Nicolás, observando sus torres como la de Comares, la de la Vela… altas y erguidas, desafiantes al paso de los siglos, o recorremos sus estancias, no llegamos a pensar (quizás embrujado por su encanto), que las leyendas que sobre ella existen tiene algo de realidad.

Traspasamos la Puerta de la Justicia, bajo un gran arco, en el centro del cual se puede ver grabada en la piedra, una llave con cordón y borla, que para unos es el blasón de los reyes musulmanes, para otros indica la entrada de la ciudad, para otros representa el poder de abrir y cerrar las puertas del cielo, que le otorgó Dios a Mahoma. En las inscripciones árabes que se aprecian está escrita la profesión de fe musulmana: Alabanzas a Dios. No hay otro Dios que Allah y Mahoma es su enviado, etc. En el otro arco se observa una mano abierta, que representa los cinco mandamientos del Islam.

Atravesamos un espacio abierto, amurallado y con adarves (pasillo por donde estaba la guardia), para adentrarnos en el Mexuar, lugar en el que el Cadí, como indicaba un azulejo que había a la entrada y que decía: «Entra pide justicia que hallarla has…» Ya pasado el oratorio y el patio, se llega a la parte privada o harén. Impresiona su belleza y grandiosidad. Sus 124 columnas y su fuente de los leones son los únicos elementos de mármol blanco. El resto del Patio de los leones es una obra exquisita de labor delicada y primor incomparable, pero frágil y delicada. Las filigranas, encajes y demás adornos parecen estar trabajados por manos hábiles y mágicas; pero su material es pura escayola, al igual que todos los adornos en las paredes, o sea un material débil y vulnerable a las inclemencias atmosféricas, al trasiego indiscriminado de visitantes durante siglos. Cuenta que Dumas exclamó asombrado ante tanta belleza: Dios creó la Alhambra y Granada por si un día se cansaba de su morada celestial, y definió al Patio de los leones como un sueño petrificado por la vara de un brujo. En realidad parece estar envuelto de una magia invisible que lo protege durante siglos de la erosión y el desgaste de tantos visitantes, que sin las mínimas medidas de seguridad y protección han comido, corrido, fotografiado, etc., sin que su huella reste un ápice de encanto a este lugar, que sigue intacto, provocando admiración a todo el que lo ve.

Los afortunados románticos, entre los que me incluyo, que pudimos visitar sus baños privados, cuando estaban siempre abiertos al público, observamos cómo aún se conservan la policromía de la sala donde las concubinas se relajaban, reían y se despojaban de sus velos, antes del baño, mientras desde el corredor, músicos a quienes les habían dejado ciegos para que no pudieran verlas, tocaban dulces melodías. El sultán las observaba desde ese lugar arrojando una manzana a la afortunada que pasaría la noche en sus aposentos.

Sublime, romántica la visita interior de la Alhambra cuando ya cae la noche. Recorrer sus patios, sus torres, sus jardines.

Espectacular regalo para los sentidos ofrecen los jazmines y plantas olorosas que perfuman el ambiente. El sonido cantarín del agua de las fuentes, salpica como perlas, el soplo del aire fresco te envuelve y te traslada a otro tiempo, a otro mundo sereno, profundo, distinto. Te parece estar viviendo un bonito sueño. La magia de la Alhambra te posee y sientes que en realidad está embrujada. Entonces crees en las leyendas y te imaginas la que afirma que está construida con ayuda de artes mágicas y que siete hadas la protegen en forma de siete blanquísimos duendes. Un día los granadinos venidos de los cuatro puntos cardinales, observarán asombrados cómo la mano tomará la llave, (ambas en la Puerta de la justicia), abriéndoles las puertas de la ciudad.

Les emplazo a que comprueben que algo de realidad hay en las leyendas con respecto a la conservación de este maravilloso mundo que adorna nuestra ciudad.

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