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Juan Fernando López Aguilar: «El terrorismo no admite caricatura: es una pesadilla con la que tenemos que acabar»
El titular de Justicia, que participa hoy en un curso del Centro Mediterráneo, en Almuñécar, fue dibujante de cómic en sus tiempos de estudiante en Granada
JUAN VELLIDO //GRANADA
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LA caricatura de Juan Fernando López Aguilar es, según sus propias palabras, la de un hombre inquieto, flaco, anguloso, de barbilla prominente; pero su caricatura de trabajador incansable está aún por hacer. En sus tiempos de estudiante en Granada -donde se licenció en Derecho y en Políticas-, el hoy ministro de Justicia del Gobierno de Zapatero fue autor, junto al escritor Andrés Sopeña Monsalve, de un personaje de cómic: Gaudeamus, un profesor ideado por Sopeña y dibujado por López Aguilar -quien por aquel entonces firmaba como Juan Flóps-, que servía de singular crónica de la máxima institución académica.
Las tiras cómicas, que fueron publicadas en el Sur de Málaga, en El Defensor de Granada y en la revista de la Universidad de Granada, Campus, se recogerían más tarde en dos libros con textos del ya desaparecido catedrático Juan José Ruiz Rico. López Aguilar y Sopeña idearon también otro personaje de tebeo al que llamaron El Cabo Morao.
-Es usted catedrático de Derecho y ministro de Justicia, pero bien pudo haberse dedicado profesionalmente al dibujo o a la música. ¿Nunca lo pensó?
-Sí, lo pensé. Hubo un largo tiempo en que mi máxima ilusión fue estudiar Arquitectura y Bellas Artes. Pero, paralelamente a mi pasión por la música y el dibujo, se estaban produciendo hechos que marcaron a toda una generación. Mi adolescencia coincidió con los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. Entonces la política la vivíamos siendo muy jóvenes. Veíamos a Felipe (González), a Alfonso (Guerra), a políticos de primera línea en plena lucha. La mayor parte de ellos procedían del mundo del Derecho. Así que esta opción se abrió paso y fue la que al final elegí.
-En sus tiempos de universitario en Granada usted era un dibujante vehemente, colaborador en varias publicaciones junto a Andrés Sopeña. ¿Cómo era esta colaboración?
-Muy cercana, entrañable. La conversación y la amistad con Andrés ha sido y es un auténtico lujo del que me siento deudor.
-¿Qué significa para usted el vocablo Gaudeamus?
-Pocas palabras sintetizan tanto la Universidad, sus valores y sus problemas como el título del himno, y por eso fue un acierto satirizar sus miserias en aquella historieta de un profesor que tenía ese nombre.
Pasión por el dibujo
-En aquellos tiempos el dibujo parecía ser para usted algo más que un grato entretenimiento.
-Siempre ha sido así. Dibujar me apasiona, pero, sobre todo, me ayuda a concentrarme. En los tiempos de universitario, el dibujo era una manifestación fantástica y muy directa de la libertad de creación, además de la de expresión, un arte no menos importante y siempre por consolidar.
-¿El derecho era ya, por entonces, su vocación?
-Como he dicho, a fines de los 70 y principios de los 80 había en la Universidad una generación de estudiantes de Derecho muy comprometidos con el cambio y con la política española. En mi caso, les tenía y les sigo teniendo un gran respeto. Me influyó su trabajo a favor de la Democracia, aunque, por supuesto, hubo personalidades de otras profesiones que también fueron decisivas.
-¿Volvería a colaborar como dibujante en algún medio?
-Nunca he dejado de hacerlo. No de forma profesional, por supuesto, pero siempre que me reclaman algún dibujo intento hacerlo. Es un reto que me atrae. Se mezcla en él la imaginación, la trasgresión, la travesura y el divertimento
-¿Qué es para usted una caricatura?
-La caricatura tiene algo de síntesis, de quintaesencia y de exageración, pero nada en absoluto de ridiculización. Las caricaturas fantásticas son las que desprenden ternura. España es un país de muy buenos caricaturistas que destacan en la prensa diaria.
-En los años 80 el dibujo era para usted un instrumento crítico. ¿Se siente hoy con ese mismo espíritu?
-El espíritu crítico no se debe perder nunca. Es algo sano que intento mantener. Ser crítico con uno mismo es una premisa de la política. Quien pierde este espíritu se aleja de la realidad.
-¿En qué cree que ha cambiado fundamentalmente el PSOE de los años 80 al de la actualidad?
-Hemos aprendido. Aprender era nuestro deber al servicio de la gente. El PSOE de los 80 fue el del cambio. Cambio era algo más que una palabra, era el principio del fin del miedo. El miedo a aspirar a ser más y a ser mejores. El PSOE del 2005 ha aprendido de los aciertos y también de los errores cometidos. Pero tiene algo en común con el de los 80. Es la esperanza. Hemos sido elegidos por una sociedad que ha vuelto a reclamar un cambio, un cambio de estilo y un nuevo talante.
-¿Y en qué ha cambiado España?
-La España del siglo XXI tiene la capacidad de dejar atrás todas las formas de oscurantismo. Hay quien parece que todavía quisiera volver al pasado, pero la mayoría de los españoles está por el progreso. Y el progreso lo representa un partido de izquierda como es el PSOE.
-¿Tiene usted tiempo de dibujar alguna vez en su despacho del Ministerio?
-En el Ministerio de Justicia no queda ningún tiempo libre. Pero también se hacen muchas millas de vuelo y todo momento es bueno para jugar con el lápiz.
Caricaturas políticas
-¿Cómo sería su caricatura del PP?
-Un rostro crispado, malhumorado, incapaz de encajar la derrota. Eso sí, su peinado y su atuendo, siempre de lo más esmerado.
-¿Y la del PSOE?
-La puede reflejar la imagen y el trabajo del presidente Zapatero, a quien veo rasgos quijotescos. Nos llevó a los demás hacia lo que creíamos que eran molinos, pero no, eran gigantes. Gigantes a los que, sin embargo, se puede derrotar.
-¿Y cómo sería su caricatura de usted mismo, como ministro?
-Yo soy muy fácil de dibujar: inquieto, flaco, anguloso, barbilla prominente, ¿No?
-La del terrorismo es una caricatura siniestra. ¿Cómo sería esa caricatura?
-El terrorismo no admite caricatura: es una pesadilla con la que tenemos que acabar.
-Cree que tendremos, a medio plazo, una Constitución Europea?
-Lo deseo. España dijo sí a Europa. Europa es nuestro marco y hay que darle una Constitución que nos vincule a todos. Ha habido un revés, pero Europa seguirá adelante. Siempre lo ha hecho: lo realmente decisivo aquí es que por una vez España no está fuera, a la cola, ni detrás de ninguno. España está dentro y primera en la línea.
-¿Cuál es, hoy día, su mayor preocupación, como ministro de Justicia?
-Promover ante el ciudadano el servicio público que merece. Que la justicia llegue y llegue a tiempo. Para eso trabajamos.