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OPINIÓN
TRIBUNAABIERTA
Josef Mariano Vallejo, un matemático de Albuñuelas en las Cortes de Cádiz
FERNANDO LÓPEZ CASTELLANO/FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
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LA guerra que, durante el período 1808-1814, enfrenta a España con el ejército napoleónico es testigo de la aparición de un elenco de hombres de la minoría burguesa e ilustrada que intentarán aprovechar este oportunidad histórica para impulsar el cambio de sistema económico-político. Josef Mariano Vallejo, reputado matemático, es un digno representante de esa generación inmersa en una sociedad conmocionada por la guerra contra el francés y por el conflicto interno entre absolutistas y liberales por el modelo de sociedad. Además de científico de reconocido prestigio, fue uno de los artífices de la política educativa, en una época en que, salvo en los cortos periodos liberales, la enseñanza se reducía al aprendizajes de técnicas básicas y se prohibía todo lo que pudiera ser considerado innovación peligrosa. Su trayectoria vital refleja las contradicciones de tantos otros coetáneos «liberales y románticos» que siguieron la senda del exilio y el posterior retorno, a veces vergonzante, a su país.
Josef Mariano Vallejo nace en Albuñuelas, provincia de Granada, el 23 de mayo de 1779, pero muy pronto se traslada a Madrid, donde desarrolla el grueso de su vida profesional. Estudia en la Universidad de Granada, donde fue discípulo de D. Narciso de Heredia, Conde de Ofalia y Heredia, ministro de Fomento en 1832. En ese tiempo, la enseñanza de las Matemáticas no tenía cabida en dicha institución y su primer contacto con esta ciencia se produce en las clases impartidas por D. Antonio Vegas y Portilla, que iniciaba a sus alumnos en la Metafísica y en el Cálculo, y que tienen la virtualidad de despertar el interés del joven estudiante. Su formación como matemático, necesariamente autodidacta, la completa valiéndose de revistas científicas extranjeras, que le dan a conocer a los más insignes matemáticos del momento como Cantor y a maestros precedentes como Euler o Gauss. Su nivel de competencia es tal que, con apenas veinte años de edad y poco antes de terminar sus estudios universitarios, fue propuesto como profesor sustituto en la sección de Matemáticas de la Real Academia de San Fernando. En 1802 oposita y gana la cátedra de Matemáticas, Ataque, Fortificación y Defensa de plazas en el Real Seminario de Nobles de Madrid, centro en el que explica Geometría práctica, con métodos de enseñanza innovadores.
La Guerra de la Independencia interrumpe su carrera docente e investigadora, pero tiene ocasión de aplicar sus conocimientos teóricos participando de forma activa en la defensa de Madrid y enseñando a los oficiales en el laboratorio de Artillería durante el sitio de Cádiz. Diputado electo el día 28 de febrero de 1813, toma posesión de su escaño el día 28 de abril de ese año, cuando las Cortes Generales y Extraordinarias entran en la etapa final de su andadura. Su tardía incorporación no empece una intensa labor parlamentaria. En sus intervenciones, Josef Mariano Vallejo demuestra que sus lecturas no se han limitado a la obra de los grandes matemáticos. Sus agudos análisis al hilo de los debates sobre temas económicos reflejan un gran conocimiento de la literatura económica más relevante, singularmente de la obra de autores como Smith y Say. En clara sintonía con el ideario de la burguesía reformista, aboga por suprimir un sistema tributario que califica de monstruoso, y defiende la implantación de una contribución única y directa proporcionada a las facultades de los contribuyentes, que acabe con la desigualdad personal y provincial existente. Con un encendido discurso subraya el carácter aterritorial de su representación y la necesidad de desechar cualquier espíritu de provincianismo, esgrimiendo su condición de diputado de la Nación Española y su interés por la prosperidad nacional, sin distinguir entre aragoneses, catalanes o granadinos. Al discutirse el proyecto adicional al Decreto de libertad de Imprenta, introduce la cláusula de responsabilidad de los periodistas, según la cual éstos debían identificarse al pie de sus artículos para evitar la inmunidad en caso de agraviar los derechos y libertades de los ciudadanos.
Finalizada la contienda ocupa diversos cargos en distintas instituciones como el Ateneo de Madrid, la Real Academia de Ciencias Naturales, o la Sociedad Económica Matritense. Durante el Trienio Constitucional participa en varios proyectos liberales y en 1821 se le nombra Oficial de la Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación en la sección de Correos, Caminos y Canales, y Director del Gabinete Geográfico de la 1ª Secretaría. En este primer cuarto de siglo se muestra como un autor prolífico, combinando su quehacer político con la redacción y publicación de gran parte de su obra. Producción que refleja su gran inquietud intelectual y que abarca un amplio abanico de temas. Cartillas y libros dedicados a la enseñanza primaria, como la Aritmética para niños (1804) y la Teoría de la lectura (1.824); obras de divulgación relativas a la mejora de la Agricultura (1815), al Arte militar (1812) y a la mecánica práctica (1815), y libros dedicados a la ciencia objeto de su investigación: el Tratado de Matemáticas Elemental, que llegó a superar la veintena de ediciones desde su publicación en 1813, y el celebrado Compendio de Matemáticas puras y mistas (1819). En éstos, Josef Mariano Vallejo va mucho más allá de la simple compilación y de la redacción de manuales. En un ambiente científico muy pobre, contribuye a introducir en España la matemática europea que, en esos momentos, está registrando importantes avances. En sus páginas recoge los estudios sobre el Cálculo diferencial aplicado a la geometría, iniciados por Euler en 1728 y perfeccionados por Monge, incluyendo la polémica protagonizada por Leibniz y Newton, los principios filosóficos de Condillac y Locke, y los conceptos y definiciones básicos de la probabilidad de Bernouilli. Además, apoyado en sus conocimientos filosóficos y su dilatada experiencia docente, reflexiona sobre la necesidad de renovar el método de estudio y enseñanza de las matemáticas y sobre la utilidad práctica de los conocimientos teóricos.
El fin del trienio constitucional coincide con el comienzo de sus vicisitudes. Su condición de Oficial de Secretaría lo incluía en un Decreto de octubre de 1823 que prohibía residir a menos de 15 leguas de la Corte a los cargos del anterior gobierno, hecho que lo obliga a emprender su particular diáspora. Sale de España gracias a los buenos oficios de doña Ramona Álvarez de Navia, marquesa viuda de Santa Cruz de Marcenado que lo envía a Londres de preceptor de sus hijos. Tanto en esta ciudad, como más tarde en París, evita cualquier relación con grupos de emigrados liberales y no duda en solicitar de la representación española certificados que acrediten su buena conducta y su adhesión a la monarquía. Tras un accidentado y fallido viaje de vuelta a España decide regresar a París, donde continúa con su actividad investigadora, asistiendo a distintos cursos y trabando cierta relación con personalidades del mundo científico como Laplace o Gay-Lussac. La noticia de la muerte de su hija y de la penuria en que ha quedado su familia, lo lleva a comienzos de 1829 a recurrir a su antiguo profesor, ahora embajador, el conde de Ofalia, para que interceda ante la autoridad competente y se le permita volver a su país. En su solicitud no olvida incluir referencias a su dedicación a quehaceres científicos como «español sometido al gobierno» y no como emigrado, y llega a retractarse de su condición de Oficial durante el Trienio, aduciendo que fue obligado a aceptar el puesto. Sus demandas no encuentran eco y la única respuesta que obtiene es un comunicado del Ministro de Gracia y Justicia, Tadeo Calomarde, al Secretario de Estado y de Despacho, Manuel González Salmón, advirtiéndole que «no es político ni conveniente» permitir su regreso.
Pasarían tres largos años hasta que, en virtud de la amplia amnistía por delitos políticos decretada en 1832, pueda volver a España. Debilitada su confianza en el gobierno de la monarquía, se afilia al partido Liberal Progresista y emprende una intensa carrera política. Desde sus cargos de Inspector de la Instrucción Pública y Director General de Estudios se dedica a propagar los métodos de enseñanza adquiridos en el extranjero desarrollando un papel muy activo en la mejora de la enseñanza y en la creación de Escuelas Normales. En 1836 es elegido procurador en Cortes por Granada y en la legislatura de 1843-44, senador del Reino por la misma provincia, cargo que jura en 18 de octubre de 1843. Desde esta fecha y hasta su muerte, acaecida en Madrid, el 4 de marzo de 1846, sigue mostrando su dedicación a la Geometría práctica y publica una serie de opúsculos relativos a las obras públicas y a la ordenación del territorio.