– «González está entre nosotros».
La Facultad de Letras convirtió el previsto coloquio con el poeta ovetense en un emotivo homenaje al autor, al que asistió su viuda Susana Rivero.
LUIS García Montero y yo vamos a preparar la edición de los poemas que Ángel dejó en el ordenador, algunos de ellos inacabados», dijo la viuda del poeta asturiano Ángel González, Susana Rivero, momentos antes de que ayer se le rindiera homenaje al autor de Áspero mundo en la Facultad de Letras. «Se trata de unos veinte poemas, que debemos limpiar y ordenar, porque Ángel los tenía un poco desordenados», añadió Susana. En cuanto a su legado, a los manuscritos, documentos y biblioteca, Rivero explicó que está en «conversaciones con el Ayuntamiento de Oviedo para crear una fundación». Todavía está muy afectada por la muerte de uno de los grandes poetas de la Generación del 50 y ella fue, y es, el objeto de su poesía.
El poeta tenía previsto antes de que le sobreviniera la muerte asistir a una entrevista colectiva de los universitarios granadinos en Letras, pero el acto se tornó en un homenaje emotivo. «A Ángel le hacía mucha ilusión este viaje. Cuando me llamó a Estados Unidos me dijo que íbamos a estar en las tres ciudades que más le gustaban, en Madrid, Oviedo y Granada», señaló Rivero. «En Granada pasó unos años de mucha felicidad y tiene muchos amigos muy queridos por él», rememoró la viuda del poeta asturiano.
Imagen y palabra
Esos amigos estuvieron presentes en el acto celebrado en la Facultad de Letras, que comenzó con las imágenes y palabra del mismo Ángel González, cuando intervino allá por el año 1990 en el ciclo El intelectual y la memoria de la propia Facultad de Letras de Granada.
González recordaba sus primeras lecturas, su enfermedad en un aislado pueblo de León, la infancia y la adolescencia. «En la soledad y en el aislamiento de aquel pueblo necesitaba lecturas que no se acabaran y las novelas tienen un final, pero la poesía es un texto infinito», decía el poeta. Reconocía que a través de la lectura de Alberti, García Lorca y Gerardo Diego descubrió un mundo nuevo.
Almudena Grandes fue la primera amiga del poeta en intervenir. La autora de El corazón helado dijo: «Ángel González ha sido una persona muy importante en mi vida, pero antes fue el poeta más importante de mi vida». La escritora seleccionó para la lectura un soneto del ovetense, «y eso que yo odio los sonetos, porque mi padre y mi abuelo los escribían, y quizá por eso me dediqué a la novela. Es un soneto que habla del desamor y que Ángel le dedicó a una trapecista del circo, porque a él le gustaba mucho el circo», confesó Almudena.
Seguidamente intervino Susana Rivero, quien antes de leer los versos de González reconoció sentir «mucha alegría por leer un poema de él en una ciudad que le hizo feliz durante tantos años».
Carácter comprometido
Luis García Montero, el gran amigo del poeta homenajeado, rememoró su carácter comprometido con la izquierda, lo que le venía de familia. El autor granadino recordó el viaje a la tumba de Machado en Colliure, «porque Machado fue un poeta clave en la obra de Ángel», señaló, para leer a continuación un poema en recuerdo del viaje con el poeta a Colliure junto a una asociación republicana. Los versos hacen referencia a los emigrantes, a los derrotados españoles, a los exiliados.
Álvaro Salvador, profesor de Literatura de la Universidad de Granada, destacó que González se diferencia de sus compañeros de generación del 50 en su carácter vanguardista. «Estaba más lleno de recursos, porque conocía toda esa poesía hispanoamericana y anglosajona». Recordó con un poema al Ángel González profesor, «porque fue un gran especialista en Machado y Juan Ramón Jiménez y sus alumnos de Nuevo México le tenían en gran estima».
Uno de los momentos más especiales se produjo cuando sonaron las notas de un vals compuesto por el mismísimo poeta asturiano y que fue trasladado de la partitura a los instrumentos por la Orquesta Ciudad de Granada (OCG). La pianista María del Mar Román inauguró el piano de la Facultad de Letras con una serie de sonatas de Scarlatti y el acto concluyó con los jóvenes poetas Tallán, David Porcel e Inmaculada Maroto. «Ángel González ha muerto, pero sigue vivo aquí, en cada uno de nosotros», sentenció el vicedecano de Cultura del centro, José Zúñiga. Unas palabras que se quedaron en los amigos y el centenar de personas que asistieron al homenaje. González se quedó con nosotros.
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