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Forenses granadinos identifican a diez jóvenes desaparecidas en Ciudad Juárez

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Forenses granadinos identifican a diez jóvenes desaparecidas en Ciudad Juárez
El equipo de medicina de la Universidad dirigido por José Antonio Lorente colabora con México para esclarecer los casos de asesinadas en Chihuahua El lunes firman un convenio para formar a médicos mejicanos hasta 2008
MARÍA RUIZ/GRANADA
Forenses granadinos identifican a diez jóvenes desaparecidas en Ciudad Juárez
CEMENTERIO. Una cruz simboliza el dolor por cada desaparecida.
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María Isabel Nava Vázquez, 18 años; Amparo Guzmán, 23; Lupita González, 25; Guadalupe Castro, 31 años… Y la lista sigue, y sigue, y se hace casi interminable. Diez años de violencia en Ciudad Juárez, en el distrito mejicano de Chihuahua, mantienen en jaque a los servicios de seguridad locales y han colocado a los políticos en el centro de una diana a la que sólo apunta la corrupción.

Las administraciones hablan de un centenar de desaparecidas y Amnistía Internacional aumenta la cifra hasta rozar las cuatrocientas mujeres asesinadas o en paradero desconocido. La prensa se llena, un día sí y otro también, de tristes titulares que hablan casi a la ligera de «otra» mujer desaparecida o «una asesinada más» en Ciudad Juárez. Como si esta crisis ya no tuviera remedio. La falta de medios de investigación deja a decenas de familias con la angustia de sentir la muerte de su madre, su hermana o su hija, pero sin poder confirmarlo.

Para aportar un poco de luz a la situación, la Universidad de Granada firmará el lunes un convenio de colaboración con la Procuraduría General de Justicia de Chihuahua.

Primeros resultados

El equipo de Medicina Forense de la UGR colabora desde hace tres años con los gobernadores de Ciudad Juárez para esclarecer la identidad de las fallecidas, casi siempre, a petición de los familiares de las víctimas. Desde entonces, el equipo dirigido por José Antonio Lorente -que también trabaja en el estudio de ADN de los restos atribuidos a Cristóbal Colón-

ha corroborado científicamente la identidad de una decena de mujeres asesinadas y ultima los resultados de otras tantas. El proceso, que dura entre uno y cuatro meses, se está desarrollando con las técnicas de ADN más novedosas y aporta la credibilidad que aún les falta a los equipos forenses de Chihuahua.

«La colaboración con Ciudad Juárez se lleva realizando cerca de tres años, aunque será ahora cuando la Universidad firme un convenio que nos permita trabajar mejor», detalla Lorente. Hasta el momento, la labor del equipo de forenses granadino chocaba con numerosas trabas que ralentizaban sus investigaciones.

«Con cualquier cambio de fiscal, de gobernador o de abogado, nos hacían mandar otra vez las pruebas, revisar los casos e incluso testificar para explicar los resultados, algo muy costoso en tiempo y en dinero», lamenta el especialista en medicina forense.

Estrecha colaboración

El equipo de Lorente trabaja con los forenses mejicanos por tres vías diferentes que se intensificarán con la firma del convenio. Su duración es de tres años aunque, si es necesario, puede prorrogarse por otros tantos. La primera vía de colaboración de la UGR con Ciudad Juárez consiste en analizar las pocas pruebas que se obtienen después de un asesinato. «Nos remiten muestras de sangre o de huesos, que suelen llegar muy deteriorados, acompañadas de muestras de sangre o saliva de las familias, para que identifiquemos a las víctimas», detalla Lorente.

La segunda pata de esta relación reside en formar a los forenses mejicanos para que, estas mismas pruebas, las desarrollen desde Ciudad Juárez y reducir así el coste económico de cada muestra. Completar el proceso de corroboración de la identidad por ADN cuesta un mínimo de 1.000 euros y puede incrementarse hasta los 3.000.

Otra manera de colaborar, que se intensificará a partir del lunes, reside en enviar a profesionales del equipo forense granadino hasta México para hacer las investigaciones médicas allí.

La escasez de pruebas y su mal estado de conservación dificultan las investigaciones forenses. A ello se une el largo proceso de formación que precisan los especialistas «porque en la medicina, si pierdes una prueba de sangre obtienes otra, y punto. Pero en el trabajo de los forenses no puedes permitirte un fallo porque no hay más prueba que esa que has estropeado», subraya Lorente, que recuerda que un médico forense precisa un mínimo de tres años para especializarse en esta materia.

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