la ugr suspende en tolerancia
Escenario habitual para la bronca política
ROCÍO MENDOZA | GRANADA
Escenario habitual para la bronca política
EL MÁS GRAVE. En 2003, Ibarrretxe tuvo que ser escoltado por la Policía para poder salir de la facultad de Derecho. IDEAL | ARCHIVO
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Socialistas, populares, nacionalistas, comunistas… No falta color político, ni personalidad que lo represente, que no haya sido vilipendiado en público durante su visita a la Universidad de Granada. Desde Ibarretxe, hasta Carrillo, pasando por Chaves. Y ahora, Fraga. Tantos y tan seguidos son los percances con personalidades de la esfera política nacional vividos en los últimos años, que los estudiantes de las facultades granadinas comienzan a destacar, pero por los suspensos, en la hermosa asignatura de la tolerancia. No es algo achacable a todos los universitarios. Es evidente. Pero siempre hay grupos de exaltados que entienden la política como el arte del insulto y empañan la actitud cívica del resto. El incidente más sonado de los vividos en la Universidad fue, sin duda, el protagonizado con el Juan José Ibarretxe. Dentro de cuatro días se cumplen tres años desde que un grupo de jóvenes exaltados acorralara al lehendakari a su salida de la Facultad de Derecho.
El mayor percance
Portaban banderas de España y se abalanzaron sobre él mientras proferían todo tipo de insultos. Incluso un joven intentó agredirlo, aunque sólo alcanzó a su guardaespaldas. Aquél 22 de octubre, el despliegue policial para escoltar a Ibarretxe en la Universidad no conocía precedente en Granada. Santiago Carrillo, que también acudió al evento, tampoco se libró del abucheo. En aquellos días, las reacciones de condena a lo sucedido. Pero sirvió de poco. Al menos, a los que participaron en aquel despropósito.
El año pasado, en junio, esta vez en la misma facultad en la que ayer fue boicoteado Manuel Fraga, en Ciencias Políticas, Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, también fue recibido al grito de «fascista corrupto» por un grupo de jóvenes, uno de ellos identificado en los percances con Ibarretxe. En esta ocasión, no hubo necesidad de desplegar a guardaespaldas y policías. Es más, Chaves pidió explicaciones al chaval del porqué de sus palabras, las cuales luego lamentó durante la conferencia de clausura de un congreso nacional de jueces que vino a pronunciar a Granada.
De cualquier modo, no fue la primera vez que el presidente del gobierno andaluz era abucheado en la Universidad de Granada. En 1999 le llovieron insultos y bolas de papel en protesta por un grupo que protestaba por el sistema educativo. Pero no sólo en la Universidad se ha notado la crispación que parece reinar en aquellos que defienden, quizá con una pasión mal entendida, una postura política. Todo ellos, por cierto, muy jóvenes.
Las sedes de los partidos políticos en Granada, tanto del Partido Popular como del PSOE –los grupos minoritarios han estado al margen hasta el ahora– han sido víctimas de ataques por parte de jóvenes exaltados. La primera, durante las manifestaciones en contra de la guerra de Irak, por ejemplo. La segunda, durante protestas de radicales –pendiente de juicio– por la aprobación del estatuto catalán.
Esta acumulación de incidentes fuera de tono no es más que el reflejo de las prácticas demostradas en aquellos que sí están al frente de partidos políticos nacionales y que, en no pocas ocasiones, recurren al insulto y a las descalificaciones como instrumento para hacer política. Sus seguidores calcan los comportamientos radicalizados de los dirigentes.
rociomendoza@ideal.es
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