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IÑAKI PRECIADO IDOETA TIBETÓLOGO: «El Tíbet es otro mundo, un mundo medieval»
«El Tíbet es otro mundo, un mundo medieval»
El filósofo madrileño analizó en una charla esta zona asiática que ha sufrido importantes cambios políticos y sociales
BRÍGIDA GALLEGO-COÍN/GRANADA
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Un filósofo, experto en cultura china
No es fácil subir al techo del mundo. Pero una vez allí las experiencias que se viven recompensan sobradamente de las penalidades pasadas. Lo asegura Iñaki Preciado Idoeta, un madrileño que se ha ganado a pulso estar considerado uno de los especialistas más documentados de Occidente sobre Tíbet. Ayer ofreció una conferencia en la que repasó la vida religiosa y política de este territorio mítico, organizada por el Seminario de Estudios Asiáticos de la Universidad de Granada
-Tras cuarenta años de lucha, el Dalai Lama ha abandonado su posición independentista y reconoce que Tíbet es parte de China
-Sí, apenas nadie lo sabe todavía en Occidente, pero lo publicó un periódico de Hong Kong, el pasado 13 de marzo. El Dalai ha rectificado y ahora lo único que quiere es que el Gobierno Chino proteja a los tibetanos y su cultura.
-¿Qué opinión le merece esta renuncia?
-El Dalai es un hombre honesto. Da la impresión de que se ha dado cuenta de que los americanos lo estaban utilizando, y de que ni los chinos son tan malos, ni los americanos tan buenos como él creía. Sobre todo, después de lo que ha pasado en el mundo, no sólo con la guerra de Irak sino con la invasión de Afganistán, a la que el Dalai se opuso radicalmente desde Estrasburgo.
-¿Qué consecuencias puede traer esta decisión para el Tíbet?
-Creo que es bueno no caer en la violencia ni en la lucha. Siempre he tenido miedo de que los americanos decidieran debilitar China, cuando les interesara, a través de Taiwan y Tíbet. Con esta decisión del Dalai no hay peligro en este sentido. En mi opinión es una actitud valiente, consecuente; ahora es cuando merecería el Nobel de la Paz.
-¿Existe mucha opresión en Tíbet, por parte del Gobierno Chino?
-En absoluto. Y tampoco se puede hablar de destrucción de la cultura tibetana por parte de los chinos, una idea que está muy extendida en Occidente. Todo lo contrario. La están protegiendo. El ministerio de Cultura ha impuesto que los niños tibetanos aprendan su idioma natal hasta los 17 ó 18 años. Sin embargo, son muchos los tibetanos que quieren que sus hijos sólo hablen chino.
-Se ha casado con una tibetana, la mayor parte del año la pasa en Tíbet, pocos como usted conocen la realidad del país.
-Me da pena de que la información que llega a Occidente esté tan desvirtuada y mediatizada. Existe una visión distorsionada que no se corresponde con la realidad.
-¿Qué le aporta el Tíbet?
-La limpieza del cielo, los espacios estrellados, la inmensidad. Es otro mundo. Un mundo medieval, siempre lo comparo con El Nombre de la Rosa.
-Como occidental, anécdotas tendrá muchísimas…
-Recuerdo con especial cariño cuando me despedí del Lama de un monasterio perdido después de unos días de estudio y reflexión. Antes de que yo hiciera el gesto de pagarle, él hizo una señal, y otro de los monjes se acercó para ofrecerme un delicioso rosco de mantequilla que ellos mismos hacen y dinero para el viaje. Todo lo contrario que en Occidente, que hay que pagar por todo. Me sorprendió.
-¿Hay mucho farsante que se hace pasar por budista con fines lucrativos?
-Los verdaderos budistas están todos en el Tíbet. No pueden abandonarlo porque el Lama, allí, es como el padre. Si se va es como el padre que abandona a sus hijos. Los verdaderos maestros se quedan, son los que me merecen el mayor de los respetos.
-¿Qué le parece el retiro budista que tenemos en La Alpujarra?
-Sólo he ido una vez, en los años ochenta, y me fascinó el entorno tan bello, la cercanía con la naturaleza.
-¿Qué aporta usted al Tíbet?
-Tengo el proyecto de hacer una fundación que proteja la religión Bon, anterior al budismo tibetano. Es una religión llena de ritos, muy cercana a la naturaleza.