El interior de la mente es uno de los grandes misterios de la humanidad, tiene una capacidad infinita que nunca deja de sorprendernos. La esquizofrenia es de las enfermedades mentales más concurrentes y más complejas que existen en el panorama de la psiquiatría, según los expertos.
Recientemente se ha publicado un estudio que arroja dos conclusiones cuanto menos sorprendentes. Existen más posibilidades de sufrir esquizofrenia en invierno y en épocas de posguerra. ¿Porqué? Según los científicos de la Universidad de Granada que han realizado el estudio, se debe principalmente a una carencia de vitamina D en el cerebro. Para llegar a esta y otras muchas bases, los autores del informe se han basado en datos de personas que requirieron hospitalización psiquiátrica entre 1998 y 2006.
José María Martínez-Ortega, investigador del Departamento de Psiquiatría y del Instituto de Neurociencias y autor principal del estudio, reitera que «al estar los períodos de posguerra caracterizados por una mayor carestía y pobreza habría más posibilidad de que las madres padecieran algún tipo de déficit nutricional o tuvieran peores cuidados durante el embarazo», así explica la principal conclusión de su trabajo.
Factores de riesgo
Hallazgos aparte, es sabido que el principal factor de riesgo es el genético, aunque según Martínez-Ortega existen casos en los que la esquizofrenia se ha desarrollado en personas de edad adulta, producida por infecciones durante el segundo trimestre de embarazo o determinados déficits en la madre gestante y que se ha manifestado al cabo de los años.
El investigador destaca algo «curioso» en referencia a la enfermedad, y es que los hombres y las mujeres la sufren de manera diferente. Así, ellos tienen un inicio más temprano de la dolencia y «podrían ser más vulnerables que las mujeres al efecto de complicaciones en el embarazo de la madre, debido al mayor número de alteraciones estructurales cerebrales», explica. Además, en los varones suele desarrollarde en torno a los 20 años de edad y en las mujeres hacia los 25 y los 30. «En éstas además hay otro pico de edad entre 45 y 49 años, probablemente debido al descenso de los estrógenos, que tienen un factor protector frente a la enfermedad», aclara.
Pero la esquizofrenia no es solo cosa de adultos, aunque antes de los 18 años pueden surgir síntomas propios del trastorno, lo habitual es que los síntomas de esta enfermedad comiencen a edades superiores. Martínez-Ortega compara este trastorno mental con un ordenador infectado por un virus, «mientras no se utilicen determinadas funciones, el virus no tiene porqué manifestarse», concluye.
¿La enfermedad del siglo?
Por su parte, la prestigiosa psiquiatra valenciana, Carmen Iranzo, afirma que lejos de crear alarma social, hay que tener en cuenta que los trastornos mentales son enfermedades multifactoriales, en las que concurren numerosos factores. Entre ellos destaca los sociales, como «factores de personalidad, situación económica-laboral, nivel educacional y apoyo social. Al hilo de esto, apunta que aunque la tasa media de afectados por esquizofrenia en España es un escaso 1%, «el momento de estrés que estamos viviendo por la crisis económica y social está generando un aumento en la demanda de asistencia en los centros de atención primaria y de salud mental».
Iranzo comenta que el pasado mes de octubre llevaron a cabo un estudio epidemiológico en el Centro de Salud Mental de Buñol (Valencia), en el que trabaja. Para su elaboración se evaluó la situación laboral de 215 pacientes, con diagnósticos desde la esquizofrenia (enfermedad mental por antonomasia) al insomnio.
Según la psiquiatra, el dato «más llamativo» es que en situación laboral activa únicamente estaban el 21% de los pacientes atendidos, mientras que el 28% eran pensionistas , el 6% de los pacientes cobraban el paro o el subsidio, y el 14% no recibían prestación alguna. El resto de los pacientes estaban en otras situaciones tales como estudiantes, amas de casa o periodo de baja laboral transitoria.
«No es de extrañar que los dramas que están viviendo algunas familias con todos sus miembros en le paro, hipotecas por pagar etc., conlleven al menos un incremento del nivel basal de ansiedad», apunta.
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