– El rectorado de David Aguilar.
COMO granadino y como universitario, quisiera agradecer la amplia información que sobre la Universidad de Granada nos ofrece IDEAL. Creo que no sólo se corresponde con la importancia que tiene la institución universitaria para su ciudad y provincia sino también con el interés que para muchos granadinos tiene la vida de su universidad así como con la posibilidad de que muchos universitarios obtengamos a través de su periódico más información sobre ella.
Por eso le agradecería que me permitiera completar la información y valoración que se nos ha ofrecido sobre el que ha sido el último claustro de los dos mandatos del Rector David Aguilar y en el que se ha valorado de modo específico la memoria de gestión del año 2007 pero también -diría que sobre todo- los siete años de su rectorado.
Durante esos mismos años he sido director de un departamento universitario y, por lo tanto, muchas veces he acudido a los diferentes vicerrectorados buscando solución para múltiples y variados problemas. No siempre he conseguido lo que pretendía pero debo decir que siempre, insisto, siempre, se ha comprendido mi petición y se ha buscado con la mejor disposición su solución aunque, en bastantes casos, ésta no ha sido finalmente la que yo hubiera preferido. Y tengo que reconocer que si, particularmente, hubiera sentido más satisfacción en «salirme con la mía», como ciudadano y como universitario aplaudo que los responsables de una institución pública atiendan las demandas y problemas particulares con amabilidad, poniéndose en la piel de quien a ellos acude, pero sin apartarse de su obligación de integrar lo particular dentro de su atención al conjunto, sin ningún tipo de favoritismo ni amiguismo. Desearía que siempre y en todas las instituciones públicas sucediera así y me siento por ello muy orgulloso de que así me haya sucedido en mi Universidad.
Esa rectitud y esa humanidad han sido en mi opinión uno de los grandes méritos del Rector David Aguilar y, claro está, de quienes han formado su equipo. Siempre es arriesgado destacar un rasgo de una personalidad forzosamente compleja y más aún de una obra de un equipo, todavía más compleja. Con todo y desde mi modesta opinión, me atrevería a destacar la humanidad como la cualidad más sobresaliente de David Aguilar y su rectorado. Su amabilidad, su atención a todos, su interés y preocupación por todos, su proximidad a todos, su deseo de ser Rector de todos, su respeto, su moderación, su ponderación en una palabra, su humanidad.
La Universidad de Granada nacía en pleno Renacimiento español, período que, como todos sabemos, tiene en el Humanismo su origen y causa a la vez que también constituyen los humanistas su mejor exponente. Y, desde mi modesto punto de vista, no hay Universidad sin humanismo, sin humanistas. Otra cosa será una factoría de conocimiento, ciencia, tecnología o una empresa de transmisión de saberes, por muy excelentes y útiles que sean.
Por eso considero que el Rectorado de David Aguilar ha sido profundamente universitario precisamente por su talante hondamente humano. Las grandes obras no finalizan cuando sus realizadores dejan el puesto desde el que las plasmaron. Su grandeza, que depende en parte de la nobleza e inteligencia de quienes les sucedan, se manifiesta en la permanencia de su huella dentro del carácter de una institución. Por eso pienso que la huella del Rectorado de David perdurará y contribuirá a conformar la rica personalidad de la Universidad de Granada, su continente y contenido, uniéndose al extraordinario legado de tantos excelentes Rectores como ha tenido nuestra Universidad de los cuales es imposible no tener presentes a aquellos con quienes convivimos: Mayor Zaragoza, López González, Gallego Morell, Vida Soria, Rivas Carrera, Morillas Cueva.
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