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El Quijote, en castellano, árabe y hebreo

OPINIÓN
TRIBUNA
El Quijote, en castellano, árabe y hebreo
FRANCISCO VIGUERAS ROLDÁN/COORDINADOR DE GRANADA POR LA TOLERANCIA
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LAS tres lenguas que convivieron en nuestra ciudad, castellano, árabe y hebreo, se escucharán esta noche en la Asociación de la Prensa de Granada, durante una lectura del Quijote, organizada por la Plataforma Granada por la Tolerancia. Queremos conmemorar así el IV Centenario de la obra maestra de Cervantes y recuperar, al mismo tiempo, un rico patrimonio lingüístico que nunca debimos perder. Será el reencuentro de las tres lenguas, como símbolo de la Granada multicultural que aspiramos a construir.

Lenguas que los Reyes Católicos prometieron respetar cuando firmaron las Capitulaciones de Granada, aunque no tardaron ni ocho años en romper su compromiso, contraído el 25 de noviembre de 1491. Isabel y Fernando prohibieron el uso del árabe y del hebreo, incumpliendo lo pactado con el rey Boabdil. Estamparon su firma y sello para garantizar los derechos civiles y religiosos de la población granadina y sólo con esta condición fue entregada la ciudad. Sin embargo, judíos y moriscos serían finalmente perseguidos y expulsados por el nuevo orden, basado en la uniformidad religiosa y cultural.

El primer capítulo de la represión lingüística lo protagonizó el Cardenal Cisneros, en el año 1499, con la quema de libros arábigos en la Plaza de Bib-Rambla. De todas las crónicas que han descrito este atentado contra la cultura, merece la pena destacar, por su calidad literaria, la de Blanca Alvarez. La original escritora ha dirigido una carta imaginaria a la reina Isabel, como si fuera del puño y letra del cardenal pirómano: «Nadie, señora os ha amado tanto como yo he demostrado esta noche Vuestro poder ha derrotado la belleza de los poetas, la razón de los filósofos y hasta la bondad del propio Dios. Sólo queda sobre la faz de esta ciudad el implacable imperio de vuestra Alteza. Granada se cubre de humo y olvido. Hemos quebrado los arabescos de sus monumentos, la voluntad libre de sus hombres, hemos quemado su pasado, sus palabras, sus pensamientos No tembló mi mano ni vuestro corazón. En Granada no queda un solo verso, un solo pensamiento, un solo símbolo que no sea el Vuestro. Las cenizas de sus libros cubren la humillada frente de sus habitantes, para siempre ya súbditos de la reina Católica».

Pero fue en tiempos de Felipe II cuando se ejerció una represión lingüística, sin precedentes y definitiva. En el año 1567, se pregonaron en Granada una serie de ordenanzas contra los usos y costumbres de los moriscos. No era la primera vez que les prohibían el uso de la lengua arábiga, pero éstos habían conseguido retrasar la entrada en vigor de la prohibición a base de dinero. Esta vez, sin embargo, no parecía posible más dilación. Sobre este momento de máxima tensión para la comunidad musulmana de Granada, ha llegado hasta nosotros el Memorial del caballero morisco Don Francisco Núñez Muley, rescatado por la arabista y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Mercedes García Arenal. Era el último intento, tan desesperado como inútil, de ganar tiempo y convencer a los inquisidores de que aplazaran la prohibición. El caballero morisco Núñez Muley pedía que le lengua árabe fuese considerada como el gallego o el catalán. Aquel Memorial no tuvo el menor éxito y la ejecución de la pragmática provocó la rebelión de la Alpujarra y posterior expulsión de los moriscos. El árabe quedó proscrito, aunque más de 5.000 vocablos de esta lengua se castellanizaron para poder sobrevivir.

Desde entonces, han tenido que pasar más de cuatro siglos para que la lengua y la cultura árabes vuelvan a nuestros centros escolares. Un convenio suscrito por la Consejería de Educación y la Universidad de Granada permitirá que la lengua de Ibn Zamrak, con la que el poeta granadino escribía sus versos en los muros de la Alhambra, sea ofertada como asignatura optativa en los Institutos de Enseñanza Secundaria. El sueño de Carlos Cano, en su canción Kalam Garnata, está a punto de hacerse realidad: «Si yo pudiera cantarte en árabe».

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