GRANADA
El Príncipe, con el soldado del futuro
Don Felipe comprobó el sofisticado equipamiento que deberán portar los soldados del siglo XXI en su primera visita al Mando de Adiestramiento y Doctrina xxx
CARLOS MORÁN/GRANADA
CIBERSOLDADO. El Príncipe de Asturias observa el espectacular equipamiento del cabo Luján. / GONZÁLEZ MOLERO
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El Príncipe Felipe estuvo ayer cara a cara con el combatiente del futuro. Fue en el cuartel de Las Descalzas, una de las dos sedes que tiene el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) del Ejército español en Granada. El cabo primero Luján, un tanquista de Zaragoza, se cuadró ante el Heredero de la Corona con más de 25 kilogramos de sofisticado equipamiento sobre sus espaldas: visor nocturno, cámara térmica, ordenador, chaleco anti metralla, casco, fúsil de asalto… Su aspecto era impresionante. Parecía Robocop, un cibersoldado en toda regla.
El Príncipe de Asturias, tras ser informado de las características del espectacular armamento tecnológico, se interesó por el bienestar del cabo Luján, que esperaba desde hacía una hora con todos los pertrechos. Don Felipe, en un tono desenfadado, pidió a los uniformados que le rodeaban que liberasen de algo de peso «a este hombre». Poco después, en una conversación informal con los periodistas, el afectado agradecía la preocupación de Su Alteza Real, pero indicaba que ya estaba acostumbrado a cargar con el peso del futuro. El cabo Luján, según explicó él mismo, ha llegado a realizar simulacros con toda la impedimenta en cuestión a través de paisajes nevados. Y con una agravante -además de la meteorológica-: llevaba el equipo completo, que alcanza los 50 kilogramos de peso. Es decir, que ayer hasta puede que estuviera descansado.
Comandante Borbón
En cualquier caso, Don Felipe, que vestía uniforme de comandante del Ejército de Tierra, volvió a acercarse al cabo Luján -ya desprovisto del material- durante la copa que ofreció el Madoc. Ambos conversaron unos instantes y el Príncipe ya sí se quedó tranquilo.
Anécdotas aparte, el combatiente del futuro es uno de los numerosos proyectos que desarrollan los expertos castrenses destinados en el Madoc. Los investigadores militares tratan de prever cómo serán las batallas del porvenir y qué deberán hacer los ejércitos para adaptarse a ellas. Si hay algo claro en este sentido es que la guerras -ya está ocurriendo- se librarán en la oscuridad. Así que los infantes modernos han de contar con ojos electrónicos y sensores para poder atacar y defenderse entre tinieblas. Mediante un ordenador incorporado al cuerpo, podrán ir conociendo el terreno que habrán de recorrer al instante siguiente. Ni siquiera será necesario que el soldado mire para disparar. Las máquinas cosidas a su uniforme de campaña lo harán por él. Más seguridad y mayor eficacia.
El encuentro del Príncipe de Asturias con el combatiente del futuro fue el momento más llamativo de una visita intensa y que el Heredero quería realizar desde la fundación del Madoc en marzo de 1997 -una año antes, fue trasladado de Madrid a Granada bajo en nombre de Estado Mayor Especial-.
Antes de su entrada en Las Descalzas, Don Felipe había permanecido casi dos horas en la otra sede del Madoc, que está en el Cuartel de La Merced, a escasos metros del Arco de Elvira. Allí fue informado del funcionamiento del organismo militar y escuchó, gracias a un videoconferencia múltiple, a los responsables de las distintas academias y escuelas -repartidas por toda España- que dependen del Madoc.
La visita concluyó con un brindis por el Rey en el que el Príncipe dijo que «deseaba» conocer el Madoc desde que se creó hace ahora siete años.
Instantes después, partió en el helicóptero que le había traído hasta Granada.