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El peso de la investigación en Granada cae sobre 300 becarios sin paro y sin cotización

El peso de la investigación en Granada cae sobre 300 becarios sin paro y sin cotización
Están becados por la Junta, el Ministerio y la Universidad y cuando acaban la tesis doctoral la mayoría tiene que salir de España para continuar su trabajo
M. VICTORIA COBO/GRANADA

PRECARIOS. Elena Corera (izda), Francisco José Muñoz y Zaida Chinchilla, becarios en la UGR. /L. RIVAS

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Tienen los mejores expedientes, han superado una criba para integrarse en un grupo de investigación y trabajan duro por hacer avanzar la ciencia. Sin embargo, para la Seguridad Social no existen como trabajadores y cuando acaben sus años de beca no tendrán derecho a desempleo. Y lo que es más preocupante, la mayor parte de ellos, cuando acabe la tesis doctoral tendrá que salir de España para continuar con su línea de investigación..

Son los más de 300 titulados universitarios que disfrutan de una beca de investigación o predoctoral de las que concede el Ministerio, la Junta o la propia Universidad de Granada. Alumnos brillantes que por vocación inician una carrera que se les irá llenando de obstáculos conforme avancen.

La situación de estos investigadores se inicia cuando deciden realizar la tesis doctoral. Deben esperar a que se convoquen las becas predoctorales y si pasan el primer filtro, optan a cuatro años de beca que deben renovar cada año superando una evaluación.

También clases

Estos becarios reciben una ayuda económica de unos mil euros al mes para las que conceden el Ministerio y la Junta, mientras que las de la Universidad son unos 780 euros. Para subir estos emolumentos, «hay que trabajar en proyectos de investigación», explica Elena Corera, una de estas becarias y vocal de relaciones institucionales de la Asociación de Becarios de Investigación.

En los tres casos distintos de becas predoctorales que hay, empiezan a dar clase en el tercer año de investigación, entre seis y doce créditos anuales. En esa fecha también comienzan a cotizar en la Seguridad Social, según lo que establece el Estatuto del Becario, pero con el mínimo absoluto establecido. Es decir, con el que lo hacen los trabajadores que no necesitan cualificación para la tarea que desempeñan. El Gobierno central ha prometido reformar este estatuto consultando con las comunidades autónomas y las universidades. Pero los titulados piden que el contrato no llegue a los tres años, sino desde el primer día de trabajo en investigación. Además de cotizar con el mínimo, y de forma incomprensible, estos investigadores gozarán de todas las protecciones, excepto la ayuda por desempleo, como se recoge específicamente.

La vida deshecha

Y por si esto fuera poco, lo más duro llega cuando al fin se doctoran, y se encuentran con pocas posibilidades. La docencia les queda prácticamente vetada, como explica Zaida Chinchilla, recién doctorada. En su caso ha podido acceder a una ayuda puente de las que concede la Universidad mientras se convocan las becas posdoctorales. «Lo curioso es que de cobrar unos mil euros mensuales, una vez que te doctoras la ayuda puente son unos 750», explica.

La opción más común para estos investigadores es la de esperar la convocatoria de becas posdoctorales, una opción que les obliga a pasar una temporada en el extranjero obligatoriamente. Una alternativa muy dura para jóvenes que deben deshacer un poco su vida para poder continuar con la carrera que han elegido. y no todos lo tienen asumido. Francisco José Muñoz, vocal de relaciones con los medios de ASI Granada, es uno de los que no quiere plantearse ese futuro, para el que aún le queda año y medio. Él se incorporó con unas perspectivas a este trabajo, pero cada día se encuentra más «decepcionado».
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