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El pantano de Cubillas

LOCAL
LA REDONDA
El pantano de Cubillas
AYES TORTOSA/

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TIENE aspecto de lago alpino rodeado de montañas nevadas en invierno, y de bosquetes de coníferas, y tiene olor a cloaca mediterránea con sus chorritos de aguas fecales que vierten escondidos entre los árboles. Los días de fiesta, en los alrededores del pantano de Cubillas, disfrutan del aire libre muchas familias que encienden una barbacoa, juegan al balón, pescan carpas asfixiadas por la eutrofización de las aguas, beben, charlan y ríen.

Pero al anochecer, cuando se van, muchos dejan el campo alfombrado de incultura y de barbarie, en forma de bolsas, papeles, botellas, latas… ¿y vuelven al Domingo siguiente! Por la mañana temprano, algunas piraguas cortan sus aguas silenciosamente, sólo se escucha el chapoteo del remo, a babor y a estribor.

Al mediodía suele despertar el viento y con él los veleros que compiten en velocidad con el mismo aire que los impulsa. Pero, por desgracia, también despiertan esos «amantes» de la naturaleza que siempre se acercan a ella haciendo ruido y dañándola absurdamente.

Me refiero en este caso a los motoristas de agua y a otros marineros de agua dulce, pilotos de barcas a motor, que pasan el rato dando bandazos de un lado a otro del pantano -porque para ellos es solamente un charco- y de camino, asustando a los muchos patos y aves zancudas que anidan en sus orillas. Por cierto, se sustituyó el plomo de las gasolinas por un aditivo: el metil tert-butil éter (MTBE) del que se investigan sus riesgos cancerígenos.

Los motores siempre derraman algo de gasolina, el MTBE se disuelve en el agua y este agua es bebida por muchas personas. ¿Dios se apiade de ellos! Porque los responsables políticos no hacen nada si no ven cadáveres.

A propósito de cadáveres, otro día les hablaré del Club Náutico de la Universidad de Granada, ubicado en las orillas del Pantano, y del verdadero «buen rollito» que allí había.

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