El curso 2012-2013 comienza en la Universidad de Granada (UGR) con las facultades y escuelas más llenas que otros años, pero con un ambiente más enrarecido. El malestar universitario –alumnado, personal docente e investigador o y el de administración y servicios– se tradujo en concentraciones en las puertas de los centros, docentes que en algunos casos utilizaron cinco minutos de sus clases para informar de los recortes que afectan a la Universidad y estudiantes resolviendo algunos problemas burocráticos de última hora con sus matrículas. Muchas de esas vicisitudes, precisamente, ocasionadas por la subida de tasas.
Estudiantes de escuelas como la de Caminos o facultades como Ciencias o Derecho que han tenido que matricularse de algunas asignaturas por tercera o cuarta vez han tenido que pagar por una sola materia más de 400 euros. Por estas medidas y otra como las del endurecimiento de los requisitos para las becas María José, alumna, preparaba carteles en el hall de la facultad de Ciencias Políticas en los que se podía leer ‘no a los recortes’ o ‘no al tasazo’.
En la misma calle Rector López Argüeta, en la facultad de Ciencias del Trabajo que comparte edificio con Trabajo Social, un grupo de integrantes del personal de administración protestaba a las puertas del centro para que «paren con los recortes». En esos folios que mostraban demandaban al rector y a la gerencia que «se ponga del lado de sus trabajadores». Recordaban que desde 1981 «los trabajadores públicos hemos perdido un 35% de poder adquisitivo».
«Normalidad»
Entre el murmullo de estas protestas destacaba la «normalidad» de un primer día de clase, según explicaba el decano de la facultad de Ciencias, Antonio Ríos. Indicaba, además, que el aula magna, donde se celebraron las charlas de bienvenida a los alumnos de primero, estaba llena. Es más, faltaron asientos. «Nunca he visto el aula magna tan llena», anotaba. En esa sesión personal del vicerrectorado de Estudiantes y del centro informaron a los nuevos estudiantes de los servicios y actividades que pueden disfrutar en la Universidad granadina. Serán prácticamente los mismos que el curso 2011-2012.
Con la situación económica tal como está –los rectores andaluces y entre ellos el de la UGR, han denunciado la asfixia económica y reclamado un plan de tesorería estable para garantizar el servicio público– no habrá grandes novedades de puesta en marcha de nuevos servicios. Ocurre todo lo contrario, personal de determinados servicios están pendientes de qué pasará con ellos de aquí a final de año que se les acaba el contrato.
En las facultades y escuelas del campus Centro y Fuentenueva el ir y venir de estudiantes era continuo. En Cartuja ocurría igual. En centros como Ciencias de la Educación se repetía la misma imagen de pasillos y aulas con mucha gente. Las secretarías junto con las aulas eran de lo más concurrido. Sin olvidar las cafeterías, que eran un hervidero. El servicio de comedor aún no dio comidas. El menú que se puede ver en la web es el de finales del mes de junio. Lo que sí funcionaron fueron los colegios mayores –ojo a las novatadas, aunque están prohibidas y desfile de estudiantes, estos días, por las calles de la ciudad–. Los puntos de información al estudiante que hay en los centros educativos y otros años han estado cerrados, ayer, en Políticas al menos estaba funcionando.
Las facultades y escuelas recobraron el bullicio y la actividad docente en un ambiente no exento de malestar y de protestas. Las calles y pisos de estudiantes sí retomaron la normalidad de ir y venir de universitarios que suponen un revulsivo ingente para la economía granadina: Gastos en comercios, alquileres en alojamiento… Por el momento, el número de alumnos de nuevo acceso matriculados es similar al curso pasado, casi 9.500. A ellos se deben sumar los ‘veteranos’, lo que a la espera de los datos finales si es lo mismo que el año académico pasado se superarán los 56.000 alumnos de grado.
Estos estudiantes, el profesorado y el personal de administración y servicios miran las clases y el papeleo del día a día, pero no olvidan los recortes a los que han sido sometidos. Menos dinero en sus nóminas, más horas de clase… Ayer, al final el curso comenzó y se dieron las clases –o al menos se explicó el contenido y objetivos de cada materia–. Para el viernes día 28 hay convocada una asamblea –están llamados a participar todos los sectores de la UGR– en el Rectorado para analizar qué nuevas medidas se toman. Para ese mismo día se ha programado un encierro en el Hospital Real que quieren prolongar hasta el lunes, día uno de octubre, que se celebrará el acto institucional de apertura de curso.
La plataforma contra los recortes está recogiendo firmas. En el manifiesto que han elaborado tras la asamblea del día 20, con vistas al claustro contra los recortes que se celebrará los primeros días de octubre, se demanda «la derogación de las leyes de reducción de salarios y becas, supresión de derechos laborales y subida de tasas, incluyendo las que perjudican a los estudiantes de fuera de la UE». Los universitarios, están integrados los tres estamentos, van un paso más allá y piden ya un no rotundo «a la fusión de universidades ni a la reducción del mapa de titulaciones». Asimismo, quieren «profundizar en una mayor democracia, otorgando más poder y responsabilidad a todos los miembros de la comunidad universitaria mediante su participación activa y directa en la toma de decisiones y negando la influencia de las empresas en la gestión de la Universidad».
A esas peticiones suman el «no a los recortes en investigación y docencia, mayor contratación de personal público, defensa de la promoción profesional y mayor igualdad de las condiciones laborales entre áreas y departamentos». Terminan con un «no a la privatización de los servicios públicos de la Universidad».
En estas reivindicaciones están de acuerdo tanto profesores como personal de administración y servicios y alumnado. Si bien, hay cuestiones que están despertando suspicacias. El caso del llamado por la comunidad universitario ‘reloj’, que no es otra cosa que el control horario al entrar y salir del trabajo. ¿Por qué nosotros si y el profesorado no? Esa pregunta está encima de la mesa desde hace días. El rector Francisco González Lodeiro dice que es una cuestión que se está negociando y aún no hay una decisión.