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El ‘Isabel la Católica de Joseph Pérez’, de la mano de Jerónimo Páez

– El Isabel la Católica de Joseph Pérez, de la mano de Jerónimo Páez.

ME envió, como siempre, el editor Páez el primer ejemplar de su libro Isabel la Católica de Joseph Pérez de la colección Almez, publicado en colaboración con la Editorial de la Universidad de Granada, traducido por el eficaz gestor de ésta, Rafael G. Peinado Santaella.

Conocí a Joseph Pérez en Tel-Aviv, aquella Semana Santa que pasó a la Historia de España como la del reconocimiento, por el Rey y por Suárez, de la legislación del Partido Comunista. Visitábamos los rectores de Madrid, Oviedo, Sevilla y Málaga el joven estado de Israel, nos bañamos en el Mar Muerto y visitamos la Knesses (el parlamento) que creo recordar presidía, entonces, Joseph, que nos recibió y a otro día comí yo con él. Hablaba perfectamente español -era muy valorado hispanista- pero escribía sus libros en francés sin alejarse incluso del ladino, que también hablaba. Fue director en Madrid de la Casa de Velázquez, mejor embajada que la oficial de la calle de Salustiano Olózaga, y más tarde, también, de la Maison des Pays Ibériques en la Universidad de Burdeos, el Bourdeaux del buque insignia del hispanismo francés, el Bulletin Hispanique, que dirigía Aubrun y en el que yo colaboré y en donde volvimos a vernos.

El libro de Joseph Pérez analiza y pone de relieve los tres méritos políticos de los Reyes Católicos que explican además, a su vez, el porqué el cojín de la almohada de uno de ellos está más rehundido, en el mausoleo de sus tumbas en la Capilla Real de Granada, legendaria historia que siempre resaltan los guías cuando explican a los turistas dicho mausoleo. Los tres méritos eran: «Establecieron la autoridad sobre las dos terceras partes de la península Ibérica, inauguraron el periodo durante el cual España pasó al primer rango de las potencias europeas y conquistaron el primer imperio colonial de los tiempos modernos y reorganizaron los poderes públicos y la administración para hacer de ellos un instrumento eficaz en sus manos y en las de sus sucesores». Pero estos motivos no fueron los que motivaron la bula Si convenit de Alejandro VI de 19 de diciembre de 1496 para justificar el título de Católicos, preferido al de religiosos, defensores o protectores; lo decisivo fue liberar los Estados Pontificios y el reino de Nápoles -feudo entonces del Papa- y ocupadísimos por Francia en sus ambiciones; «las consideraciones políticas privaron sobre las religiosas», razón por la que Francia se sintió ofendida y que resurgió cuando el saqueo de Roma posterior de las tropas de Carlos V.

Al final de este largo ensayo Joseph Pérez se pregunta sobre «la legitimidad de una eventual canonización de la reina Isabel», no de los Reyes, nunca planteada.

Pero desde 1957 se vuelve hablar de la beatificación unilateral de Isabel. En la Navidad de 1957 mi padre publica un breve libro, estimulado por Pilar Fernández, activa promotora de la idea, que distribuye entre sus amigos, como felicitación navideña e ilustrado con una completísima iconografía de la Reina. En esa fecha ya ha realizado mi padre, en colaboración con el arquitecto Prieto Moreno la remodelación de la cripta de Granada durante la cual se abrió el arcón funeral de la reina, pero de la que únicamente comentó los detalles con el cardenal Parrado, su gran amigo. ¿Pero no es sospechoso que tras ese acto es cuando toma partido por la canonización y publica su libro en octavo?

Nada puedo apuntar pues nadie comentó el tema conmigo. Son suposiciones que me despierta el libro publicado ahora, en su traducción española, por Jerónimo Páez, con el que está en deuda la historiografía granadina.
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